🔥.
El sometimiento sentimental, esa bajeza que me habita, me hace sentir como una marioneta en manos de Hades. Me siento presa de mis propias emociones, atrapada en un laberinto de dolor y confusión. Inhalé profundamente, tratando de encontrar fortaleza para enfrentar lo que estaba por venir. Me desarmé de sus piernas, y me hice bolita sobre la cama, como un cuerpo agotado y desnudo.
—Ya se te pasará —dijo él, con una indiferencia que me lastimó más que cualquier golpe.
—No te entiendo —repartí, mirándolo con ojos llorosos—. ¿Cómo puedes decir eso? ¿No te importa cómo me siento?
—Te dije que no te enamoraras —dijo él, con un tono firme—. Y tú no escuchaste.
—Lo siento, Hades —exclamé, sintiendo que perdía gran parte de lo que soy al dejarle en claro mis sentimientos—. Pero no puedo cambiarlo. Me enamore de ti, y ahora estoy atrapada en este laberinto de dolor.
Hades se acercó a mí y me miró con una expresión insípida.
—Tu firmaste, ¿Debo recordártelo? —dijo él—. ¿Qué más quieres?
—Quiero que me quieras como yo te quiero —repartí, sintiendo un dolor profundo—. Quiero que me veas como tú ves a las demás.
—Julia, no es así —dijo él, con un tono cargado de frustración—. No soy así. No puedo ser así.
—Pero si puedes cambiar —exclamé—. Puedes tratar de entenderme.
Hades se detuvo un momento y luego se alejó de mí.
—Te pedí que no te enamoraras —repitió él—. Y tú… tú no escuchaste.
—Lo siento —repuse—. Lo siento mucho. Pero no puedo retroceder ahora. Me he enamorado de ti, Hades. Y lo hice de una manera tan intensa que ahora no encuentro cómo sacarte de mis pensamientos, ni de mi cuerpo…
El silencio que siguió fue como un golpe en el pecho. Él no dijo nada, y es la peor parte: actúa como si de verdad le importara tan poco mis sentimientos y cómo me hace sentir.
—¿Por qué lo hiciste? —pregunté finalmente—. ¿Por qué me permitiste creer que podía ser diferente?
Hades se detuvo y se miró hacia atrás.
—No lo hice para hurtarte —dijo él—. Solo buscaba…
—No busques justificaciones —repartí—. No quiero saber por qué. Solo quiero saber qué hacer ahora.
Hades se alejó de mí sin decir nada más.
Y esa fue la última vez que vi a Hades Ivannov.
Después del fiasco de salida nocturna regresé a casa de mis abuelos con el alma sobre los pies y mi moral atravesando la parte más baja de la tierra. La expresión de mis abuelos al verme entrar de nuevo fue de tranquilidad, mi abuela no perdió el tiempo en castigarme y prohibir que pueda salir de esta casa.
Los días para mí eran grises y tristes, recordaba todo demasiado bien y es la peor parte, porque mientras que yo me amargo y hundo en la melancolía de aquellos días de gloria él parecía haber continuado con su vida como antes, como si nunca hubiera pasado yo por su vida.
He evitado a toda costa hablar con Hera, no necesitaba entablar alguna conversación con ningún Ivannov. Ya ellos para mí habían pasado a otro punto,
A uno que no quiero mencionar ni recordar.
Thomas se había vuelto más que mi guardaespaldas, ahora era aquella persona que me acompaña todas las tardes a jugar ajedrez. Justo como ahora.
—Me alegra verte sonreír.
Él me había ganado y yo había sonreído, de inmediato la cambié por una expresión más serena.
—Julia…
—Solo quiero continuar con mi vida, Thomas.
—Si, pero nada te impide volver a como eras antes. —. Yo suspiré en frustración.
Tanto mis abuelos como Thomas insistían que algo pasó durante la escapada clandestina, la verdad cuando la policía me interrogo no mencioné el nombre del mayor de los Ivannov ni a nadie, dije que solo salí en medio de la noche cansada de la vida. Para mis abuelos sonó convincente mientras que para Thomas no…
—Esta noche saldré, ¿Te gustaría acompañarme?
—Tengo esgrima mañana temprano, necesito descansar.
Thomas hizo un extraño ruido y al verle, me juzgaba con su oscura mirada.
—Hablé con tus abuelos y ellos están de acuerdo, de hecho tú abuela compró tu vestido de esta noche.
—¿Eres insistente, lo sabes? —. Dejé de lado el juego, me había cansado de verle.
—Soy tu amigo y me preocupa tu bienestar.
—No me suicidé.
—Quizás físicamente sigas aquí pero ya no eres la Julia de antes.
—Thomas…
—Siempre odiaré el hecho de que Hades haya jugado contigo.
Dicho eso se pone de pie para regresar a su habitación.
Todo para mí cambio aquella mañana cuando él dejó en claro que no cambiaría y que la diversión para él era más prioridad que el amor incondicional.
Tras una pequeña ducha y salir del baño me encuentro sobre mi cama una caja negra con listón rojo, al abrirlo me encuentro con un lindo y corto vestido negro, zapatos altos del mismo color y una máscara victoriana negra.
Y de pronto lo entendí todo.
—La fiesta de Killiam y Hades.
Quizás tomaba la peor decisión de mi vida pero me arregle súper rápido para alcanzar a Thomas antes de que se fuera a la celebración, afortunadamente lo encontré saliendo de la casa en dirección a uno de los coches.
—¡Thomas!
Él se giró y aunque frunció su ceño al verme se detuvo.
—¿Julia?
—Quizás tengas razón… algo dentro de mi murió cuando Hades me dejó en claro sus verdaderas intenciones.
Él no dice nada pero su próxima acción lo dice todo, me ayuda a subir al coche.
—Quizás tu príncipe azul sea otro.
Han pasado alrededor de varios días sin saber absolutamente nada sobre Hades Ivannov, al parecer se lo había tragado la tierra aquella fría mañana cuando supe que no esperábamos lo mismo. Y si fui consciente de lo que el buscaba pero mi lado salvadora y enamorada pensó y creyó que el cambiaría por mí, que podría llegar a enamorarse de mí.
Y ahora me encuentro en la parte trasera del auto de camino a casa de Killiam donde se llevaría a cabo la celebración de los mellizos. Thomas parecía ansioso y a la vez emocionado mientras que yo por dentro mantenía un terrible conflicto mental. El coche se detuvo tras cuarenta minutos en marcha y lo primero que mis ojos vieron al ver por la ventanilla es una glamurosa entrada digna de una familia tan rica como la de ellos.
Editado: 08.08.2025