¡si, Señor!

7: Hades.✓

❤️‍🔥.

Hades.

Ella lo hacía parecer todo mal, a veces pienso que han de haber personas que me odien por como me percibe Julia.

La vi ser encarcelada por mi mellizo y no hice nada para impedirlo, se le vio demasiado feliz en sus brazos y siendo besada por él. Mentiría si dijera que no me molestó, de algún modo me hizo añorar los momentos cuando ella era más mía que del resto. Si tan solo Julia hubiese soportado la única condición que le estipule la historia fuera otra.

Ella huyó y Killiam se fue detrás de ella para impedir que cometería una locura, y sin embargo no la alcanzó y escapó de sus brazos así como hizo conmigo. Exhalé ruidosamente y algo enojado conmigo mismo me saqué de mala gana la máscara.

¿Qué demonios tiene Julia que hace que Killiam no pueda superarla?

La tuve entre mis brazos varias noches y en efecto, Julia es la única mujer que intelectualmente me atrapó y ni hablar de aquel delgado pero escultural cuerpo. Es preciosa de cualquier forma y a cualquier momento del día. La idea de que ahora pudiese ser mía me atormenta y me hace enojarme nuevamente conmigo, los dos tuvimos culpa de que todo acabara.

Ella por no saber cómo lidiar con los jodidos sentimientos,

Y yo por no ser del todo honesto.

A la mañana todo empeoró y al parecer estaba destinado a la ira eterna, me sentía descontento y enojado con todos los que me pasaban por un lado. Había escuchado uno que otro reclamo en la planta de abajo pero le resté importancia, en casa de Killiam abunda el ruido, mientras que en la mía el silencio.

En el comedor se encuentra mi hermana viendo con preocupación y temor a Killiam, mientras que mi mellizo mantenía una expresión serena.

—Se dice buen día cuando alguien entra. —. Les reclamo, luego de ocupar la silla delante de Hera, y a un lado de Killiam.

—Kill sigue dormido, discúlpalo. —. Se excusa por mi mellizo, Hera, quien toma su jugo inquieta.

Observé con el ceño arrugado a mi mellizo sin comprender un carajo este comportamiento tan extraño en Hera, él me devolvió la mirada y procedió a negar. Vale, sea lo que sea que haya pasado no me dirán hasta que mi hermana esté de acuerdo.

—Yo saldré de Ámsterdam en breve, ya saben que decir si mis padres preguntan. —. Les informo, haciendo de lado el desayuno.

—¿Ya no habías ido? —. Indaga, Hera, confundida.

—Es su vida, supongo que la extraña. —. Interviene Killiam antes de ponerse de pie e irse quien sabe a dónde.

Killiam está actuando de un modo extraño y Hera igual, algo ocurrió mientras yo dormía y no quieren decirme.

—¿Qué pasó?

Hera evadió mi mirada, sabe que conmigo debe ser honesta y al no verme es claro que no quiere decirme.

—Mejor vete, se hará tarde. Yo iré a casa con mamá y Atenea. —. Ella igual, hace a un lado la comida para perderse por las escaleras.

Bufé, que comportamiento tan patético están teniendo mis hermanos.

Afortunadamente mi chofer no tarda en llegar y en lugar de ir a la empresa le pido que me lleve al aeropuerto de Ámsterdam rápido, quiero alcanzar a tomar mi jet sin que mis padres me llamen y me pidan verme. En cuestión de segundos ya me encontraba adentro del artefacto que me llevaría inmediatamente a Londres.

Alrededor de dos horas más tarde ya me encontraba de camino a aquella casa que recordaba tan bien, ni hablar de los buenos recuerdos que tengo al haber vivido mis primeros años de matrimonio. Ella se quedó con nuestra casa y con nuestro tesoro más sagrado.

—¡Papi!

Es mi adorada y única hija la que me recibe al llegar.

Su largo y precioso cabello castaño idéntico al mío, sus ojos color miel brillantes que heredó de los Ivannov. Es más mía que de su madre.

Siempre fue mi sueño ser padre y mi ex esposa me lo cumplió, nunca pude desprenderme de ella y menos ahora que era la madre de mi hija. Kendall Ivannov es mi primogénita, mi única heredera y la única hija que tendré mientras yo siga viviendo.

No puedo desear otro bebé si tengo a la niña más hermosa de toda Inglaterra, a mi pedacito de cielo, a mi única e inigualable copia.

—Te extrañé mucho, Kendall. —. Susurré en oído al cargarla entre mis brazos.

—Yo mucho más, papá. Te habías tardado demasiado.

La cuidaba tanto y la mantenía oculta de todos con los que convivo en Ámsterdam y es por su bien, no quiero que nadie lastime a mi hija o me amenacen con ella. Daría toda mi fortuna y todas mis propiedades por la vida de Kendall.

Mi vida sin ella no valía nada.

—¿Y tú madre dónde se encuentra? —. Entramos juntos a la casa que le obsequié cuando cumplió cinco años de edad en búsqueda de la demente de su madre.

Es mi hija, yo la busqué y por lo tanto debo darle todas las comodidades posibles.

Kendall es mi heredera universal, todos mis millones, autos y casas están a su nombre y mi parte de la empresa familiar igual. De algo pasarme mi hija quedaría billonaria y siendo a su corta edad la niña más cotizada. Tiene tan solo 11 años y es demasiado inteligente, ella sabe que su único oficio es estudiar y prepararse para cuando le toque ocupar mi lugar.

—En el jardín, sabes que su vida son sus plantas.

—¿Para eso no está el jardinero? —. Murmuré sin comprender a mi ex esposa.

Los únicos familiares que saben de la existencia de mi hija son Killiam y Hera, después de todos son sus tíos y si algo ha de pasarme serán ellos los encargados de cuidar y velar por Kendall.

Mi ex al verme me saluda con una de sus manos y deja lo que está haciendo para venir a dónde la estoy esperando, mi hija me pide que la espere mientras que ella busca su laptop a su habitación. Melanie mi ex esposa ocupa la silla a mi lado, y se veía cansada y mal.

—¿Qué te pasa, mujer?

Melanie está muy pálida y con bolsas negras bajo sus ojos, traía su rubia melena escondida solo un poco con un sombrero blanco de playa.




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