Si supieras...

Atrapado

Anoche volví a soñar que me encontraba en casa de mis padres, escondido en algún rincón de la sala principal, sumergido por el calor de aquel verano que marco uno de los peores momentos de mi vida. 

Al despertar saboreé la amargura de mi boca mezclado con el sudor que cubría mi rostro, y pude notar que mi respiración era igual a la de ese entonces, o al menos eso pensé, ya que detestaba recordar hasta la más mínima esencia de ese fatidico día, en dónde me ví abrumado por la discusión que estaban teniendo mamá y papá luego de haber firmado los papeles de divorcio, sin siquiera saber que mientras se despreciaban el uno al otro, mi hermano mayor, Adam, se había quitado la vida en su recamara.

A pesar de que había dejado los recuerdos atrás, el pasado seguía siendo una enorme carga sobre mis hombros. Así que, como cualquier ser humano que apenas y podía lidiar con su presente, como muchas veces decidí dejar a un lado esas pesadillas y memorias, y me levanté para ponerme en marcha para comenzar mi rutina, en dónde primero me encaminaba a ir al baño, me dedicaba a mis necesidades y aseo personal y hacer algo con mi soñoliento aspecto, aunque claro, mis párpados no eran los únicos que pesaban, sino también mis pies, porque tenía muy poco ánimo para comenzar la mañana, tan temprano en un despreciable lunes, un día el cual siempre me dio la impresión de que tenía más de veinticuatro horas. 

Por otro lado, al igual que todo hombre soltero que no deseaba terminar en la calle como un vagabundo, me esforcé en ser positivo y avivar mi entusiasmo con un poco de música de mi repertorio. Me preparé mi desayuno y me coloqué uno de mis habituales trajes para ir a la oficina. No solía tener muchos lujos, e gustaban las cosas sencillas, por ende no gastaba mi dinero en tonterías, como en ropa o zapatos que eran sumamente costosas por el diseño, y no por la calidad, más era consiente de que tenía un buen gusto para la moda, o al menos me esforzaba en verme decente. 

Pese a era muy ahorrador, solía comprar cosas que jovenes negocios ofrecieran, de ese modo sentía que los ayudaba. Aunque no sé qué demonios estaba pensando al haber comprado ese mini martillo para aplastar pollo, y que además era portátil. 

Sin embargo, mi naturaleza ahorradora también se debía a que tenía ciertas responsabilidades que cubrir con mi sueldo de mi asistente en una compañía de arquitectura, esperando que algún día pudieran tomar en cuenta mi título y darme un glorioso ascenso. A decir verdad nunca se me pasó por la mente ser arquitecto, incluso he llegado a pensar que habría sido un estupendo doctor, si tan solo el profesor Thomas no me hubiera reprobado hace algunos años, causando que mandara al carajo mis deseos de seguir estudiando medicina y terminará por seguir la profesión de mi padre, lo cual no quería, ya nuestra relación no era muy buena que digamos. No buscaba su aprobación y tampoco quería parecerme a él, pero de algo tenía que vivir, además de que la tuve muy fácil para conseguir ese empleo, o al menos eso me recordaba mi madre.

No tenía mascotas, y como nunca había tenido una, consideraba que por eso no sería un buen dueño, además de que apenas y soportaba a los pocos seres vivos que formaban parte de mi círculo social y familiar. Honestamente, a veces evitaba conversar demás con mi madre, porque no dejaba de decirme que debía hacer las pases con mi padre, a pesar de todo el daño que él le hizo a ella, inclusive a Adam, y por supuesto, a mí.

Por lo tanto, respecto a mí, se podía decir que era una especie de perdedor promedio, pero al menos uno al que siempre le había gustado mantener su morada aseada y organizada, por eso solía ser algo quisquilloso con los detergentes, los de olor a cítrico eran mis preferidos. Jamás considere contratar a una mucama porque podía encargarme muy bien de mis labores, de igual modo mi departamento no era tan grande como para requerir mucho esfuerzo en limpiarlo, cosa que me ayudaba mucho a mantenerme en forma.

La apariencia física me tenía sin cuidado, pero, era consiente de su importancia para permanecer saludable y presentable en la oficina, por eso mantenía mi rutina de ejercicios, cuidaba mi piel con protector solar y lavaba muy bien mi cabello un tanto ondulado. Eso sí, amaba oler bien, por eso adoraba los perfumes de Hugo Boss. Tenía muy poca barba, así que me aseguraba de afeitarla cuando era debido. También me alimentaba de manera nutritiva, aunque algunas veces cuando estaba solo me daba el gusto de comer dulces, los de maní y vainilla son mis preferidos, además de probar la comida chatarra. Usaba anteojos debido a mi miopía, pero no era algo que afectara mi autoestima, por lo contrario, pensaba que me hacía ver más intelectual.

En fin, era un sujeto sencillo, o al menos intentaba serlo la mayoría del tiempo, porque amaba mi tranquilidad y mi espacio, ya que era el único lugar donde podía ser yo mismo. 

—Rayos —dije mientras observaba mi reflejo en el espejo de la sala y me deshacía de la prenda que me desagradaba—. Detesto las corbatas... Y esta me hace ver como un idiota.

—Pues lo eres con o sin ella.

—Es muy temprano para que abras tu bocotá, Adam.

Oh sí, olvide mencionar un pequeño y peculiar detalle sobre mí, el cual trataba que desde poco tiempo que mi hermano murió, una parte de mi mente, o algo así, se negaba a dejar en el pasado el recuerdo de Adam, un recuerdo que solo yo podía ver y escuchar cuando solía hacerse presente.

Yo tenía diez años cuando mi hermano mayor murió, así que habían pasado aproximadamente dieciocho años desde aquel jodido día, en el que todavía deseaba no haber entrado en su habitación para buscar refugio del conflicto que mamá y papá tenían en la sala, y haberlo encontrado tirado en el suelo, creyendo que estaba dormido. Y por mucho que intentaba llamarlo para que despertara, Adam jamás lo hizo, y jamás se fue de mi vida.

Me seguía a todas partes, quizás como un amigo imaginario que mi yo infantil se rehusaba a dejar, o quizás como un fantasma con el que tenía que lidiar en ciertas ocasiones. Sabía que era extraño y a veces no lo aceptaba, pero la mayoría del tiempo Adam me ayudaba a decidir que hacer cuando me sentía confundido, solitario, y otras veces solo aparecía para fastidiarme o distraerme.



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En el texto hay: misterio, amor platonico, drama

Editado: 27.02.2023

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