Si tan solo me hubieras querido

Cap. 5. La Condición Es...

En la velada, disfruto de una inolvidable cena con un gran amigo. Le contó con emoción sus planes y le pidió su ayuda. Él aceptó por completo, porque estaba dispuesto a ayudarla en lo que fuera posible.

Katerin dejó encargada a una amiga que había conocido y que es de su confianza. Y regresó a México, en dónde se encontraba la empresa de Alejandro. En aquel lugar donde había sido infeliz por un tiempo, donde jamás fue amada por ese miserable.

Al llegar a la empresa, robo las miradas de todos, los hombres la miraban asombrados por su belleza y las mujeres con admiración.

Katerin se había vestido con un traje negro el cual contrastaba su tez clara, sus curvas se apreciaban con gran esplendor. Unos lentes oscuros tapaban sus hermosos ojos.

Alejandro al verla quedó sorprendido, no podía creer el hecho de que ella estuviera ahora en su empresa. Por un momento, pensó que se trataba de un sueño.

—Buenas tardes, srta. Katerin. Me da gusto que nos venga a visitar. 
Comento Alejandro acercándose con una sonrisa seductora a ella. 
— Buenas tardes, Alejandro. 
Contestó Katerin observando los alrededores de la empresa, seguía como antes pero se veía un poco decaída y sin mantenimiento. 
— Una pregunta.
Dijo curioso. 
— ¿Sí? 
Preguntó volteando a verlo, se quito los lentes y los guardo. 
— ¿Por qué ha venido?
Preguntó Alejandro con curiosidad. 
— Simple, he venido a ver como va progresando la empresa. Y por lo visto, creo que le falta mucho. 
Contestó seria. 
— Va muy bien, gracias a usted.
— No parece. Además, a parte de eso he venido por la condición.
—¿Qué condición?....Ah, cierto y ¿Cuál es?
Pregunto curioso. 
— Verás, me haré cargo de la administración de esta empresa. Y vaya que urge que lo haga. 
—¿Qué? 
Exclamó sorprendido. A lo que los demás trabajadores los voltearon a ver.

«Vamos a ver como te libras de mí, querido Alejandro» pensó Katerin con malicia.

—Entonces, prácticamente, ¿ella es la nueva presidenta de esta empresa? 
Dijo el secretario de Alejandro acomodándose sus gafas. 
— Claro. ¿No les parece grandioso? 
Respondió Katerin con felicidad. 
— A mí sí me da gusto. 
Contestó con felicidad el secretario.

Todos sabían que donde Katerin invertía o ayudaba, mejoraban las empresas, gracias a que ella era una mujer demasiado meticulosa y sensata. Los empleados tenían el conocimiento de cómo habían sido tan deplorables los años de administración que había tenido Alejandro con la empresa.

— ¿Como puedes serlo? Yo ocupo ese puesto.
Contestó Alejandro desconcertado. 
— Ocupabas, porque tú ya aceptaste. Y ahora, vengo a reclamar mi puesto.
— No lo acepto. 
— ¿Estas seguro?
Preguntó fríamente. 
— Sí. 
— Te informó que no puedes decir nada.
Le muestra la copia del contrato.
— ¿Qué es esto? 
Preguntó Alejandro tomando el papel y leyendo detenidamente. 
— Como te lo prometí, aquí está la copia de tu contrato y en este apartado dice bien claro que yo seré la presidenta de esta empresa.
Dijo apuntando en una cláusula del documento. 
— Pero...
Contraatacó incrédulo. 
— Sin peros, por favor asistente Alejandro, lleveme a mi oficina.
— ¿Yo, su asistente?
— Claro, eres mi asistente. Tú, estuviste de acuerdo. Así que no me hagas perder el tiempo y guíame, o yo misma lo hago.
Contestó desafiante. 
— Hágalo usted misma.
Respondió con arrogancia.

El asistente al ver la negativa de su ex presidente, tomó la iniciativa de llevar a Katerin a la oficina. Así aprovechaba preguntarle que sucedería con él.

— Yo la acompaño, señorita. 
Respondió el asistente dirigiendo la al elevador. 
— Gracias, creo que debo de darle tiempo para que el Señor Alejandro lo procese. 
Comento con diversión.

El ascensor fue subiendo, hasta que llegaron al 9no piso, donde las puertas se abrieron para mostrarle la oficina desgastada.

— Bueno, esta es su oficina. 
Respondió el asistente.

Katerin miró alrededor de la oficina, definitivamente toda la empresa requería una gran ayuda. Además de la que ella le había dado a Alejandro.

— Presidenta, ¿puedo saber que va suceder conmigo? 
Preguntó con preocupación. 
— Ven conmigo, toma asiento. 
Indicó entrando a la oficina.

Hubo un gran silencio, Katerin miró unos papeles, se sentó en la silla y miró detenidamente al asistente que esperaba ansiosamente una respuesta suya.

— ¿Por qué eres asistente? 
— ¿Qué? 
— Sí, ¿por qué eres asistente? Yo te conozco, vi tus documentos antes de entrar aquí, sé que estás calificado para algo más que un simple asistente. 
Comento Katerin mirándolo con seriedad. 
— Bueno, es que yo... Solo necesitaba trabajar. 
— De acuerdo, eso lo entiendo. Desde ahora tú serás el vicepresidente de esta empresa, serás mi mano derecha. 
Anunció Katerin con una sonrisa.

El joven asistente la miró con detenimiento, no podía creer la magnífica noticia que le estaba dando. El puesto por el que tanto se había esforzado por tantos años de trabajo a Alejandro, al fin se le había concedido.

— Muchas gracias, CEO. Verá que no se arrepentirá. 
— De acuerdo, mi vicepresidente David. Por ahora, supervise toda la infraestructura de la empresa e informe me todo lo que necesita un cambio urgente, levantaremos esta empresa de las cenizas en la que su antiguo presidente lo dejó. 
Respondió con una gran sonrisa. 
— De acuerdo, presidenta. 
Contestó retirándose.

Katerin al quedarse sola en la oficina, observo cada rincón.

— No has cambiado nada, Alejandro. En nada. ¿Qué haré contigo? 
Se preguntó a sí misma.

« Mientras lo pienso, primero le haré una remodelación a esta oficina, no me gustan estos tonos opacos. Además, que todo esto está desgastado» pensó ella.

Después de unos días, por fin había terminado de arreglar la oficina. Mientras que, los demás lugares se mantenían en reparación.




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