Si tan solo me hubieras querido

Cap. 21. ¿Es un adiós definitivo?

Alejandro iba solo en el elevador, pero en el 2ndo piso subieron dos empleados que venían  hablando con los ánimos bajos.

—¡Que lástima que se haya ido! — comentó un chico triste. 
— Sí, pero esperemos que le vaya bien — dijo el otro con una sonrisa.

Alejandro no lograba comprender lo que ellos venían hablando. Él aún no se había enterado de la novedad.

— Disculpen, pero, ¿de quién están hablando? — preguntó Alejandro con curiosidad.

Los chicos lo miraron detenidamente, después de unos segundos, el primero habló.

— De la presidenta, bueno ex presidenta Katerin.

«¿Se fue? ¿Por qué? Era por eso que me devolvió la empresa, ahora entiendo.»

—¿Qué? ¿Se ha ido? — preguntó Alejandro sin aun creerlo. 
— Sí, su vuelo es en media hora — contestó el segundo chico mirando su reloj.

Al escuchar eso, Alejandro, detuvo el elevador en el siguiente piso y bajó a toda prisa por las escaleras hacia el estacionamiento, donde se encontraba su carro, se subió y comenzó a conducir a toda prisa hacia el aeropuerto.

...

Katerin se encontraba sentada al lado de Michael quien tomaba cariñosamente su mano. En sus rostros se notaba la felicidad de volver a aquel lugar donde su historia había comenzado.

“A todos los pasajeros con destino a New York, Estados Unidos favor de pasar la fila A5 para abordar la avión”, anunciaron por los altavoces.

Katerin sonrió, se levantó y miró con cariño a Michael quien le sonreía.

— Bueno, Michael es momento de regresar a donde nunca debí de salir — dijo suspirando. 
— No digas eso, al menos ayudaste a muchas personas a no perder el trabajo en esa empresa — dijo animándole.

Katerin sonrió aún más, lo que Michael le había dicho era verdadero. Ella había ayudado a muchas familias, lo que ella había logrado era mucho.

— Tienes razón, ¿Qué haría sin ti, Mike? — exclamó  contenta abrazándolo. 
—Estarías perdida aún — respondió riendo. 
— No, tú lo estarías, recuerda que tú dijiste que el hotel se encontraba en esa dirección y yo te dije que no, que se encontraba por allá porque me lo decía mi intuición — contraatacó riendo.

Ese momento entre ellos ya tenía mucho que no lo disfrutaban, observarse mutuamente y ver lo felices que ahora eran los llenaba de tranquilidad.

— Bueno, vámonos que se nos va el avión —
— Sí — respondió contenta.

...

Al llegar al aeropuerto, Alejandro corrió a toda prisa, chocando con quien se le atravesará. La mujer que amaba se estaba yendo.

Al entrar fue directamente a recepción, una joven de cabello castaño lo atendió con amabilidad.

— Disculpe señorita, ¿el vuelo a New York ya salió? —preguntó agitado. 
— Lo siento señor, pero acaba de despegar, mire —respondió mientras señalaba el avión que estaba despegando.

Alejandro se sintió desesperado, ella se iba de su vida, esta vez él no lo deseaba, ahora no quería que se fuera. Ahora más que nunca la quería a su lado.

— Por favor detengan el vuelo— pidió desesperado a la señorita. 
— Lo siento señor, pero no podemos hacer eso — respondió la joven con una tranquila expresión. 
—¿Cómo no pueden hacerlo? — preguntó molesto levantando la voz y haciendo que los demás lo voltearon a ver. 
— No, y por favor tranquilícese, sino llamaré a los guardias — indicó molesta la recepcionista.

Alejandro se tranquilizo, nada ganaba con desquitarse con aquella pobre chica que solo hacía su trabajo. Avergonzado bajo la cabeza.

— Está bien — susurró y se alejo de ahí.

Alejandro regresó triste y decepcionado a su casa, había perdido a la mujer que amaba, ella se había vuelto a ir y ahora no sabría donde vivía.
Pensó en que irónica estaba siendo la vida con él, ahora él quería saber de ella pero ella no quería saber nada de él.

Pasaron los días, Alejandro había contratado a unos detectives para dar con el rastro de Katerin.
La empresa seguía yendo bien, Katerin había dejado una buena administración antes de irse.

...

Mientras tanto en New York. El vuelo había llegado sin problemas, Katerin y Michael se dirigieron con alegría a tomar el taxi.

— Bueno, creo que es el momento en que nos separemos, más al rato voy a tu casa. 
Dijo Michael ayudando a subir el equipaje de Katerin al taxi. 
— De acuerdo, me avisas cuando hayas llegado a tu casa. 
— Está bien, Katy.

Katerin le dio un pequeño y tímido beso a Michael quién por dentro quería saltar de la felicidad.

Al llegar a su casa, su amiga y su pequeña la esperaban en la entrada. Con grandes sonrisas la observaron desde afuera.

— Sandy, mira quien viene allí — dijo una joven mujer de cabello rubio. 
— Es mi mami — exclamó una pequeña niña de 5 años, con cabello castaño oscuro y cejas pobladas.
— Cariño, he vuelto — dijo contenta cargándola.

La niña entrelazó sus brazos y la apretó en un caluroso abrazo. La pequeña había esperado bastante para volver a ver a su querida madre.

— Mami, no vuelvas a irte. 
Le pidió la pequeña mirándola detenidamente con una tierna cara. 
— No lo haré princesa, estaré siempre a tu lado — respondió Katerin contenta.

La niña una vez más la abrazo, luego le dio un beso en el cachete. Katerin estaba feliz, con solo volver a tener en sus brazos a su nena le volvía la vida.

— Te extrañe mucho mami. 
—Yo te extrañé aun más, cariño. 
Susurro contenta acariciando el suave cabello de la niña. 
— Amiga, que bien que ya estas de vuelta, Sandy ya comenzaba a llorar y no sabía como consolarla — informó la rubia.

Katerin la miró con una sonrisa, con la niña en su brazo izquierdo tomó la maleta con la mano derecha.

— Gracias Nancy, por cuidar de mi hija todo este tiempo y de la empresa. 
— No te preocupes, estoy muy feliz que ya estés aquí. 
— Mami, hay que entrar seguro debes de estar cansada — dijo la niña con una sonrisa.
— Sí, cariño — respondió contenta.




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