Si tan solo me hubieras querido

Cap. 22. La vida da sorpresas

Los detectives buscaron exhaustivamente hasta que dieron con el rastro de ella y descubrieron una cosa más. Algo que Alejandro desconocía.

— ¿Han logrado encontrar algo de ella? — preguntó Alejandro son curiosidad. 
— Sí, hemos encontrado más de lo que esperábamos. 
Comentó uno de ellos mientras sacaba de su portafolio un sobre.

— ¿Sí?

Alejandro estaba interesado por saber que era lo que los detectives le mostrarán. Con suma atención los miró.

— Al parecer Katerin tiene una hija — dijo un detective mientras le pasaba una fotografía a Alejandro.

Alejandro examinó aquella foto con determinación, la pequeña se parecía mucho a Katerin, no había duda que no fuera de ella.

—¿Están seguros que es su hija? — preguntó Alejandro con incredulidad. 
— Sí, estamos seguros. Según nuestros contactos la pequeña se llama Sandy. 
Contestó con seriedad. 
— Bueno, está bien, ya pueden retirarse. Ahora mismo les deposito el resto del dinero.

Los detectives asintieron, tomaron sus cosas y se retiraron. Alejandro quedó muy intrigado e interesado por saber quién era esa niña y por qué Katerin no le había dicho nada. Aunque, ahora que lo pensaba jamás le había preguntado si había tenido hijos.

«Necesito respuestas ahora, no puedo quedarme así. Ella es la única que me puede decir de que se trata todo esto»

Alejandro tomó el celular, le marco a su nuevo asistente. Él estaba determinado a ir este mismo día.

— ¿Sí, señor? — atendió su asistente. 
— Resérvame un vuelo a New York y un hotel para hoy — 
— Enseguida, señor. 
— Y por favor cancela todas mis actividades de este día y de los otros dos. 
Le ordenó mientras se arreglaba para salir de su oficina.

Al llegar a su casa, empacó la ropa suficiente para dos días, tomó su pasaporte y salió directo al aeropuerto, donde se dirigió por su boleto y espero hasta que su vuelo partiera.

...

En la noche voló a New York, al llegar se hospedó en un hotel que quedaba cerca de la casa de Katerin.

A la mañana siguiente, fue a la casa de Katerin. Quien estaba en la entrada de su casa, vestía un traje color lila y venía acompañada de una niña que la miraba con cariño.

— Mami, tienes que ir hoy — respondió la pequeña con entusiasmo.
— Cariño, sabés que tengo que estar ahí. 
— Mami, tú me lo prometiste — dijo haciendo puchero.
— ¡Cariño! No me hagas esa carita. 
Respondió Katerin tomando de los cachetes a la niña.

La actitud amorosa que Katerin estaba teniendo con la pequeña lo tomó por sorpresa, jamás había imaginado ese lado tan materno en ella. Siempre la había visto de manera fría y seductora, esto era algo nuevo para él.

— Anda, Mami — imploro  la pequeña con ternura.
—¡Ay! Está bien, mi princesita, iré. 
— ¡Yupi! — celebró la niña saltando de alegría.
— Katerin — gritó Alejandro desde la puerta.

Katerin se sobresalto, sus vellos se erizaron, volteo y observo a Alejandro, quien la miraba detenidamente tanto a ella como a la pequeña.

«¿Qué hace él aquí? ¿Cuando me va a dejar en paz? Pensé que todo estaba solucionado.» pensó Katerin.

— Linda, ve adentro y que te terminen de arreglar, yo voy en un momento. ¿De acuerdo, princesa?
— Sí, mami.
Respondió con entusiasmo y se fue directo a la casa.

En un instante, cambió el rostro dulce y cálido que tenía por otro menos amigable. Katerin se acercó con una mirada fría hacia la puerta donde Alejandro la esperaba con una sonrisa.

—¿Qué haces aquí? — siseo molesta.
— Nada, solo vengo a visitarte y así es como me recibes.
— Por favor, te pido de la manera más amable que te vayas, por favor, no eres bienvenido en mi casa — contestó con seriedad.
— Te vas sin decir nada y ahora me corres — respondió con incredulidad.
— Yo porque tendría que decirte algo, no tengo nada que hablar contigo, por favor déjame en paz.

«Ya no tengo porque lidiar con él, he decidido dejar todo en el pasado, no sé porque se empeña en venir a quitarme mi paz»

— No, no puede quedar así, recuerda que tenemos algo. 
— ¿Qué tenemos? No tenemos nada, te lo dije claro ese día, no quiero volver a verte. 
Respondió molesta dirigiéndose a su casa cuando de repente, la pequeña salió con emoción.

— Mami, Mami — exclamó con alegría la pequeña para lanzarse sobre Katerin.
—¿Qué pasó, cariño? — preguntó tiernamente a la nena.
— El tío Michael llamó y dijo que vendrá — contestó felizmente.
— Oh, que bien cariño, ahora ve adentro, ahorita te alcanzo, ¿sí? — dijo tiernamente mientras le apretaba suavemente la nariz.
— Está bien Mami, pero, ¿quién es ese señor? — contestó con curiosidad.

Alejandro al ver la curiosidad de la pequeña, se aproximó y se adelantó a presentarse antes de que Katerin lo corriera.

— Me llamó Alejandro, mucho gusto pequeña damita — se presentó con una sonrisa.
— Mucho gusto, señor. Mi nombre es Sandy.

Katerin cada vez se sentía ansiosa y nerviosa, sabía que esto era demasiado peligroso para ella. Su paz y su felicidad se desmoronaría.

— Cariño, haz lo que te dije, ¿sí? 
— Sí, Mami — respondió la niña para luego irse.
— ¿Es tu hija? — preguntó Alejandro sin creerlo.
— Sí, es mi hija. Pero eso a ti no te debe importar — contestó con un duro gesto.

Miles de preguntas se abalanzaron contra él, pero una entre todas destacó.

— ¿Quién es el padre? — preguntó curioso.
— Bueno, y eso a ti que te importa —respondió enfadada.
— De seguro es de ese Michelucho — comentó molesto.
— No tienes el derecho de preguntar nada, así que por favor, vete de mi casa — contestó molesta y sin decir más, se fue.

Alejandro al ver que lo había dejado y no veía señal de que apareciera, decidió volver a su cuarto de hotel. En donde, las dudas comenzaron a surgir y no desaparecían, al contrario, salían más y más.

«¿Quién es el padre de esa niña?» se repetía una y otra vez.




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