Si tan solo me hubieras querido

Cap. 26. Mentiras y más mentiras.

Alejandro la miró detenidamente, sus palabras aún resonaban en su mente. Una y otra vez. Katerin le había dicho que su amor ya se había acabado.

— Tú mientes y lo sabes. No quieres admitir que aún me amas. Yo lo sé, y lo pude comprobar allá en la oficina.
Respondió exaltado.
— No, eso no fue amor. Eso fue pura actuación, lo hice por venganza.
— No es cierto, tú mientes. Y lo sé.
— Cree lo que quieras.
Contestó con indiferencia.

Alejandro ahora fue él que trató de tranquilizarse. Se negaba a que todo lo que había pasado entre ellos dos en aquella oficina sólo fuera producto de una actuación.

— Cómo tú digas.
—Pues sí, no lo quieres aceptar.
— Ya sé porque niegas que me amas. ¿Es por Michael?
Preguntó con su ceño fruncido.

El repentino cambió de humor le desconcertó a Katerin, lo miró detenidamente con enfado.

— A él no lo metas en esto.
— Ya ves, como lo defiendes. Pero estoy seguro que no lo amas sólo lo estás usando, ¿por qué no sé lo dices?
— Eso no es cierto. Yo sí lo amo.
Respondió tratando de no levantar la voz.
— Que no.
— Claro que lo es. Además, tú que vas a saber.
Siseo furiosa.
— ¿Qué es lo que según no sé?
Preguntó con un duro gesto.

Alejandro se negaba a aceptar que Katerin sólo había jugado con sus sentimientos. Él se aseguraba así mismo que en realidad ella lo amaba y que sólo lo quería castigar por todo el daño que le había hecho.

Sin embargo, lo que Katerin sentía por Michael era genuino. Ella lo amaba en verdad.

— Él me apoyo, él me cuidó, estuvo conmigo cuando más lo necesite. Cuando tú me corriste. Él fue mi refugio, él me hizo quererme a mí misma, a no esperar que alguien más me amará sino que a mí misma me debía amar. Él me dio esa seguridad y me hizo creer en mí. Algo que tú no lo hiciste.
— Muy maravilloso, cuando lo vea le daré las gracias.
— comentó con sarcasmo.
— No me importa lo que digas. Él es mejor que tú. Él me mostró que una pareja debe apoyarse y ayudarse en las buenas y en las malas. Que el uno al otro debe ayudarlo a mejorar y no a despreciar lo.

Alejandro no estaba pensando con la cabeza, ya se había dejado llevar por los celos. Y eso le estaba dando menor ayuda con Katerin.

— Ahora resulta que él es un gran sabio. Anda, cásate con el gran Michael, el gran samaritano que te acogió. ¿Qué? Acaso no pagaste ese asilo con...
— Lárgate de mi casa, no quiero verte. Huye de aquí, ¿si?
Katerin le dio una fuerte bofetada. Él estaba a punto de insultar la.
— No, no quiero. Quiero que me escuches.
Bramó Alejandro tomándola de los brazos.
— Ya escuche suficiente. Ahora lárgate, antes de que despiertes a Sandy.
Contestó Katerin soltándose de su agarre.

Luego de un instante, recapacito. Supo que lo que estaba haciendo no iba a ayudar en nada con ella. Solo estaba empeorando las cosas. La mirada de ella era sólo de completo enojo hacia él. Ya no era aquella radiante mirada ni sonrisa que solía darle cuando eran marido y mujer.

Alejandro estaba comenzando a creer que en realidad ella no mentía.

— Está bien, me iré, pero esta conversación queda pendiente.
— respondió enojado y saliendo de la casa.

Katerin se quedó sola, con ganas de llorar de impotencia. Ya no quería ver más a aquel que había causado solo infelicidad. Era el padre de su hija, pero, no iba a permitir que le amargara aún más la vida, ella iba a ser feliz a como de lugar con el hombre que había demostrado que realmente la amaba.

Ella no podía dejar que todo esto le afectará, debía de ser fuerte, para ella y para su niña que la necesitaba.
Ahora mismo debía de poner todo en orden, antes de que todo fuera demasiado tarde.

«No puedo tener compasión para alguien que no la tuvo conmigo»  pensó para sí misma.

...

Al siguiente día...

— Mami, y, ¿papá?
Preguntó la chiquilla llena de curiosidad.
— Se fue, dijo que volvería más tarde.
— Yupi.
Dijo alegre.
— ¿Te alegra mucho?
— Sí, me alegra que tengo padre. ¿Sabés? En escuela los niños se burlaban de mí. Decían que yo no tenía padre, que me había abandonado porque no me quería. ¿Verdad que eso no fue cierto?

Katerin se sintió afligida, por un momento su corazón sintió una punzada. No le gustaba para nada escuchar ese tipo de comentarios hacía su nena.

— No, hija. Claro que no, ya sabes como son tus compañeros, no les creas.
Contesto abrazándola con cariño.
— De acuerdo, mamá.
— Ahora alístate, que nos vamos a la escuela.
— Sí.

Después se fueron a la escuela. Dejó a la niña a la entrada. Luego se fue directamente a ver su empresa.

Al llegar a su oficina, su amiga la recibió con un fuerte abrazo y una gran sonrisa.

— Katy, regresaste.
— Sí, Emily. Gracias por cuidar junto a Nancy de mi empresa en mi ausencia.
— No hay de que, por eso somos amigas. Y las amigas están para apoyarse.
— Sí, amiga. ¿Cómo te ha ido?

Katerin se sentía feliz por volver a su zona de confort, ahí donde estaba rodeada de buena gente que trabajaba con ella desde que había comenzado con su negocio. Ellos habían creído en ella.

— Aquí todo bien, y ¿a ti?
— Bueno, pude recuperar aquella empresa, evitar que se fuera a la quiebra y que muchos quedarán sin empleo.
Contestó con orgullo.
— Muy bien, me parece grandioso lo que has hecho.
—Sí, pero traje a mi ex esposo sin querer, además de que descubrió que Sandy es su hija.
— Ay, no. Menos mal que Samuel está en California con tus padres.
— Sí, lo bueno, aunque ya pronto volverá, la verdad no estoy segura de que él haya cambiado, además de que eso sería arriesgado, Alejandro sería capaz de querer quitarme uno de los niños y yo no puedo permitir que los separé.
Comento Katerin pensando en esa opción.

Ella se comenzó a preocupar, él no podía hacer eso, no iba a permitir que le robara la felicidad. Aunque, sabía que eso era algo que todavía no ocurría pero debía considerarlo.




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