Si tan solo me hubieras querido

Cap. 27. Una discusión, un acuerdo.

Cuando entró a la sala, escuchó risas que provenían de la sala y vio la tele encendida, luego observó a su bella niña y a aquel hombre que tanto había amado, que tanto mal le había hecho, se preguntaba que hubiera ocurrido si tan solo él la hubiera querido, la hubiera visto como ella lo había mirado, pero, eso ya no podía ser. Ya no más, todo había quedado en el pasado.

— ¡Mami¡
Exclamó la niña con emoción para luego aventarse a sus brazos, a lo que la aludida respondió inmediatamente y la recibió en un cálido abrazo.

Ver a su pequeña siempre la animaba después de un largo día, o un difícil día, ya que sus hijos se habían convertido en su mayor inspiración.

— Hija, te extrañe.
Contestó abrazándola fuertemente. 
— Yo también, Mami. Mira, papá vino por mi a la escuela.
— Oh, eso veo.
Respondió dedicándole una seria mirada. 
— Sí, hubieras visto la cara de mis compañeros cuando lo vieron, fue tan gracioso. Soy tan feliz.
— Me alegra cariño. Bueno, pero ahora ve a lavarte las manos que vamos a cenar.
— Está bien, mami. Ahora vuelvo, papá.
— Está bien, mi princesa.

La chiquilla se fue y ellos quedaron solos. Katerin lo miraba seria, quería respuestas y él se las daría, de eso estaba segura.

— ¿Me puedes explicar porque fuiste a su escuela sin mi permiso?
— Antes de que me empieces a gritar, te tengo que recordar que yo soy su padre.
— Podrás serlo, pero eso no te da derecho de ir por ella cuando se te pegue la gana, primero me tienes que avisar.

Ella se había preocupado por la extraña llamada que le había hecho la ama de llaves, por eso había regresado más temprano de lo usual a su casa.

— ¿Qué?, ¿Estás hablando en serio? Ahora no puedo ver a mi hija sin tu permiso.
— Oh,y justamente ahora te nació de repente el amor por ser padre.
— Ya, Katerin, te estás pasando. Sé que en el pasado me equivoque, pero, no es para que me lo estés repitiendo a cada rato, además me he comprometido con nuestra hija. Ya ves como esta de feliz al tenerme cerca.
—Bueno, en eso tienes razón, pero...

Aunque a ella le molestara su presencia, tenía que admitir que Sandy se encontraba aún más sonriente por la compañía de su padre.

— Ya te dije, que no la voy a lastimar, por favor, créeme.
— Trato, pero aún no puedo. Fue demasiado daño que recibí de ti, que ya no puedo confiar más. 
Confesó mirándolo detenidamente.
— Sí, lo sé. Fui un verdadero estúpido. Lo sé y me arrepiento, pero, sólo te pido que me dejes por lo menos hacer las cosas bien con ella.

Katerin respiro profundamente, exhalo y contó hasta 10, finalmente se tranquilizo.

— Está bien, pero, cuando vayan a salir a otro lugar, por favor avísame. ¿Sí?
— Está bien, te lo prometo Katy.
— Bien, ahora vamos a la mesa.
— ¿Me estas invitando a cenar?

Alejandro se emocionó, una pequeña luz de esperanza se iluminó para él. Ella lo estaba comenzando a tratar bien, esa era una buena señal o eso era lo que creía.

— Sí, ya que Sandy es feliz contigo.
— Oh, me parece bien, gracias.
— Sí, sí, vamos.
Dijo mientras se dirigía al comedor, allí ya los esperaba su ansiosa pequeña.

— Papi, irás por mí, mañana ¿otra vez?
— Claro que sí, princesa. Por ti, lo que sea.
— Amm... Hasta casarte con mamá.
— Sandy, no. Come.
Respondió Katerin seria.
— Sí, hija. Hazlo que tu madre ha dicho.
— Pero, papá.
Se quejó haciendo un puchero.
— Luego hablamos de eso, por ahora come, ¿sí?
— Está bien.

Después de la cena, Alejandro llevó a su pequeña a su habitación, le leyó un cuento hasta que la chica quedó profundamente dormida.

Al bajar, ya lo esperaba Katerin con un gesto serio.

— Alejandro, tenemos que volver a hablar.
— Totalmente de acuerdo.
— He considerado mejor la situación, y llegué a la conclusión que vengas más seguido a ver a Sandy, que pases más tiempo con ella, claro, si tú tienes tiempo.
— Por supuesto que lo tengo, gracias Katy.
— No me lo agradezcas, prueba me que yo este equivocada y que ya has cambiado.
— Está bien.

Él tenía unas ansias locas de abrazarla, pero sobre todo de besarla, volver a probar aquellos labios suaves como el algodón y dulces como la miel.
Aunque tenía en mente eso, decidió resistirse, ya que si de lo intentaba, obtendría seguramente una respuesta negativa por parte de ella y no la culpaba, todo esto se lo había ganado a pulso.

Después de un largo silencio, miró su celular y se percató de que ya era tarde.

— Bien, creo que es hora que me vaya, ya son las 11:58 pm.
Dijo Alejandro mientras se dirigía a la puerta.
— Espera.

Alejandro se detuvo y la regreso a ver. Ella lo miraba con una mezcla de sentimientos, no estaba segura pero ya no habría vuelta atrás.

— Si quieres puedes quedarte a dormir, ahí hay un cuarto de huéspedes.
Prosiguió.
— Gracias, Katy.
— De nada, recuerda lo que te dije de demostrarme que me equivoco.
— Está bien, lo haré.
— Eso espero.
Dijo ella mientras le indicaba donde estaba el cuarto, luego de eso, subió a su recámara.

Se cuestionaba a sí misma, que si lo que hacía realmente estaba bien o si se había equivocado.
Mientras, Alejandro estaba emocionado de que Katerin estaba confiando nuevamente en él y que le había dado esta oportunidad. Pensaba que aún había esperanza para que ellos dos volvieran, que ahora con la niña los dos serían inmensamente felices, que podría recuperar todo aquel tiempo que había perdido por su insensatez y su inmadurez. Le devolvería la alegría al alma de ella, le pagaría con creces lo que la había hecho padecer.

Por otra parte, Katerin se encontraba animadamente hablando con Michael.

— ¿Cómo te fue cariño?
Preguntó Michael con interés.
— Bien, en el trabajo logre firmar un acuerdo con unos empresarios. Y en casa, Sandy y Alejandro me dieron un susto. Pero, todo está bien. Por cierto, permití que Alejandro se quedará en el cuarto de huéspedes.
Contestó Katerin con tranquilidad.
— Oh, está bien. Yo confío en ti, sé que lo que haces es por el bien de tu hija.
— Gracias, amor. Me da gusto que me comprendas.
Agradeció Katerin con una sonrisa.
— Bien, ahora es momento de que duermas. Descansa, cariño.
— Igualmente, amor.
Se despidió mandándole un beso.




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