Si tan solo me hubieras querido

Cap. 30. Te quiero, pero te respeto.

Alejandro tomo de los hombros a Katerin y le dio un beso en la frente. Luego le sonrió y se llevó a la nena a su habitación. Ella protestaba, ella esperaba que sus padres volvieran a estar juntos, pero, eso parecía difícil. Pero eso no significaba que fuera imposible.

Por otra parte, Katerin se encontraba muy confundida. Le había sorprendido bastante que Alejandro respondiera de esa manera. Ella juraría que él la habría besado, que él habría aprovechado esa situación. 
Sin embargo, él había  optado por no hacerlo. Aquello le resultaba extraño, pero, la había aliviado.

Al anochecer, después de haberle leído su cuento y dejarla dormida, Alejandro bajo y se disponía a irse. Pero, Katerin se interpuso entre la puerta de la salida.

— Tuviste la oportunidad de besarme, ¿por qué no lo hiciste?
Preguntó con interés, la respuesta de Alejandro le interesaba bastante. 
— Yo... Yo lo sé, pero, tú sabes que te quiero mucho, que quisiera estar a tu lado. También sé que ya no me amas, que quieres a alguien más y te respeto. Así que, por eso no lo hice.
Dijo Alejandro mirándola a los ojos.

Ella sintió un alivio en su corazón. Él la había respetado y eso le daba gusto. Al fin, ella comenzaba a ver que no se había equivocado en darle otra oportunidad.

— Gracias.
Dijo finalmente, dejándole libre la salida.

En aquel momento, ella estaba tan feliz. Alejandro al fin había entendido que el amor entre ellos dos ya no se podía dar. Él ya había cambiado para bien, y eso lo veía bien, hasta podía decir que estaba orgullosa de su cambio.

— No te preocupes con Sandy, yo hablaré con ella y la haré entender que no interfiera entre tú y Michael.
— Te lo agradeceré mucho.
— Nos vemos luego, cuídate.
Dijo saliendo de la casa.

Era cierto que la amaba demasiado, ahora, la dejaría ir. Si ella era feliz con él, ¿quién era para impedirle su felicidad? Él mismo la había rechazado por mucho tiempo, la había lastimado e incluso había tratado de deshacerse de ella.

No le había importado aquel amor que esa jovencita le demostraba, se había encargado de ir acabando poco a poco de sus ilusiones de estar felices en un futuro juntos, la había echado de su vida y ahora se merecía todo lo que estaba sucediendo. Él solo estaba cosechando lo que un día había sembrado.

Katerin comenzaba a arrepentirse de lo que le había hecho a Alejandro. Era cierto que él la había lastimado demasiado. Pero, no lo podía culpar por todo, ella había querido forzar a tener su amor, se había cegado por sólo tenerlo a él, sin importar lo que él quería o por darse el amor que ella se merecía. Solo estaba obsesionada por ser su esposa, de formar una familia juntos. Había soñado sola, sin hacer planes con él.

Ahora se acercaba su felicidad, pronto se casaría y todo lo que había sucedido quedaría en un capítulo más de su pasado. Alejandro sólo sería el padre de sus hijos, aunque, en los ojos de él la miraría con amor, sin embargo, lo único que podría sentir por él sólo sería aprecio.

Por otra parte, había un asunto que le preocupa bastante. Ella guardaba el mejor secreto, el cual era que no sólo había tenido a Sandy, sino que también había tenido a un niño al cual le puso Samuel. Este niño que tenía todo los rasgos de él, ahora se encontraba en casa de su madre. Aquella que la había perdonado y la apoyo después de que Alejandro la había echado de su casa.

Los dos niños eran mellizos, los había tenido en el mismo parto. Para ella fue una gran alegría, aunque, se había sentido triste por no haber tenido a él en ese gran momento.

Ahora que había probado haber cambiado, ella decidió que ya era hora que le contará sobre Samuel, total que el chico pronto regresaría.

Mientras peinaba a Sandy para llevarla a la escuela. La miró directo a los ojos.

— Sandy, sé lo que quieres hacer, pero, papá y yo ya hemos tomado nuestro camino.
— Mami, sé que ahora eres feliz con el tío Michael, pero, yo aún no puedo con la idea de que papá no esté cerca de nosotras.
— Te entiendo y te prometo que eso no cambiará. Tú siempre podrás verlo. Te juro que no te impediré que lo veas ni ninguna otra cosa. No importa lo que suceda, él siempre será tu padre. 
Dijo Katerin tomando las manos de su pequeña y mirándola a los ojos. 
— Me da gusto escuchar eso, Mami.
Respondió felizmente la niña.

...

Alejandro llevaba a Sandy a la escuela. La nena iba feliz de estar a su lado.

— Sandy, sé que tú quieres vernos juntos, a tu madre y a mí. Pero, debes de entender que ella y yo ya no estamos juntos. Que ahora tu madre ha encontrado la felicidad con alguien más y la debemos de respetar.
— Pero, papá...
— Por favor hija.
— Está bien.
Dijo triste.

La niña quería que ellos dos estuvieran juntos. Pero ya no tenía más opciones, ellos ya habían tomado una decisión y debía respetarlos.

La boda de Katerin y Michael se acercaba. Alejandro trataba de ocultar el dolor que estaba sintiendo, miraba a su pequeña y sonreía para no demostrarle lo que estaba sucediendo con él.

Katerin tenía todo listo, estaba a una semana de su boda. Su mirada demostraba determinación y entusiasmo, al fin celebraría un matrimonio donde las dos partes lo deseaban.

Alejandro fue su primer amor, con el cual no había sido feliz. Sin embargo, Michael era completamente diferente a él. Él había estado con ella en todo momento y le había demostrado el profundo amor y confianza que le tenía.

«Katerin aleja todos tus miedos y tus dudas, mereces ser feliz, mereces una segunda oportunidad en la vida. Todo va a salir bien.» Se dijo para ella misma, mientras se observaba en el espejo.

Su vestido colgaba en el armario. Los regalos de boda llegarían mañana. Michael estaba alegre, todo estaba yendo muy bien.

La empresa iba bien, Katerin había hecho un buen trabajo. Finalmente había salvado lo que el padre de Alejandro tanto había trabajado toda su vida por lograrlo.




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