Si tan solo pudiera estar contigo

Caos

6. Caos

Algo golpeó mi pecho con fuerza y este es impulsado hacia adelante haciendo que vomite.

—Está viva —escuché a lo lejos.

Y de nuevo no escuché nada más.

***

Abrí los ojos de golpe y observé una habitación gris con luces amarillas, fue entonces cuando sentí mi cuerpo dolorido y noté parte de mis brazos vendados, sin embargo, me levanté de la camilla con algo de esfuerzo quedando apoyada a ella, a esa hora en el cuarto de enfermería todo estaba desordenado y silencioso.

—Despertaste —escuché que dijeron.

De repente mi rostro fue tapado y mi cuerpo arrastrado por alguien, forcejeé, pero antes de darme cuenta fui lanzada al suelo.

Me quité la tela que habían puesto en mi rostro y lo que encontré me dejo aún más confundida, a mí alrededor había varios jóvenes con los rostros igual de confundidos mirándose unos a otros en búsqueda de algo y me di cuenta que:

Ninguno sabía qué hacíamos ahí.

Al instante una pantalla en el salón empezó a reproducir algo, la imagen no se veía bien, pero la voz era clara, quién hablaba era El Jefe.

—... que pasó en la prueba, lo que sufrimos fue un error de cálculo, la prueba salió mal y ocasionó algunos desastres, pero nada más pasó, pueden estar tranquilos, todos vayan a sus casas.

La pantalla se apagó, pero estaba claro que no nos hablaba a nosotros, porque eso no fue un error de cálculo...

—Fue un ataque —dijo una voz.

Mis ojos se movieron en su búsqueda y...

—Oh por Dios —No, no fui yo, pero estaba igual de impresionada.

Todos quedamos en completo silencio.

En el centro del salón estaba ahora El Jefe.

Cabello castaño perfectamente peinado, rostro fino y ojos azules, venia vestido totalmente de negro, su postura era serena y su mirada fría, pero la tensión que ocasionaba su presencia en el salón era casi palpable, El Jefe no solo desprendía temor, si no también poder, mucho poder y era eso lo que nos daba miedo.

—Han cruzado la frontera, la guerra ha tocado Artemia —Fueron sus únicas palabras antes de marcharse.

***

Aún había preguntas, todavía había dudas, incluso se sentía el miedo como una asquerosa bolsa de basura que pesaba sobre nuestros hombros.

Había heridos por todos lados y un impresionante desorden en la sala, sumando a eso las caras de preocupación de todos cuando nos contaron la historia de los ataques y de Artemia.

“…Hace mucho tiempo atrás todas las tierras eran una, no existían las diferencias, pero se dice que un día la oscuridad reinó en esas tierras, uno de los grupos con los que convivían se volvió salvaje… acabaron con cientos de vidas, familias, pueblos, mascotas, eran incontrolables, docenas de cuerpos muertos se encontraban en las laderas de las montañas cada noche, con el pecho abierto y sin órganos, otros deshollejados y algunos sin rostro,  buscaban acabar con todo aquel que fuera diferente a ellos de la manera más sangrienta y casi lo logran, pero un pequeño grupo de personas logró escapar, se separaron de ellos, aprendieron a defenderse, a controlarlos, pero no a acabarlos, porque ellos son salvajes y nosotros éramos las víctimas, sin embargo, ellos nunca han dejado de buscarnos para terminar con nosotros de una vez por todas”

En resumen, según nos explicaron, tanto ellos como nosotros fuimos creados para defender o atacar a toda costa, pero ellos fueron creados como aquellos Vikingos de tiempo atrás, salvajes, sangrientos, sin una pizca de miedo a morir y con ganas de cortar cabezas, por eso se le llama tierra negra al otro lado, dicen que el color de la tierra es gracias a la sangre que se ha derramado en ellas.

Muchos del grupo que iban a mandar a Tierra negra eran muy jóvenes y tenían miedo, sus ojos asustadizos y sus manos temblorosas mientras preparaban sus armas los delataban y eso claramente nos ponía en desventaja.

“Endemoniadamente frio”

Nos habían dicho que era el lugar por las noches, pero no podríamos encender ninguna fogata, por precaución.

Frío también era como debían ser nuestras emociones en la batalla, sin expresión, sin demostrar nada con la mirada, tal como nos habían enseñado durante toda la vida.

“Se aceptan errores de esos en el entrenamiento, pero no en la batalla, no si quieren permanecer con vida, si saben lo que piensas pierdes”

Eso termino por convencernos de la realidad de la batalla.

—Esta vez no creo que después del caos salga el arcoíris. —susurré por lo bajo.

***

No atacaremos mañana, estamos en desventaja, debemos mantener guardia baja y revisar el perímetro, en resumen:

1. Obtener información.

2. Traerla al campamento.

3. Crear una estrategia.

—Se repartirán en 5 grupos de 10 personas, liderados por aquellos que tienen 19 o más rubíes —Informó una mujer junto a El Jefe.

9 novatos y un líder.

—Los líderes son: Kellem, Hemerson, Lamper, Salen y Aymslowe.

De repente mi respiración se cortó ¿Esto realmente estaba pasado?

¿Yo? ¿Aymslowe? ¿Líder? con 18 rubíes, imposible.

Era imposible y el silencio en el salón me confirmaba que todos pensaban lo mismo.

—Es imposible —anuncié —. No tengo 19 rubíes.

Sin embargo, la mujer no dijo nada.

—Tiene razón —se acercó el jefe—. No tiene 19 rubíes.

Mi cuerpo se llenó de alivio.

—Tiene 20.

Y el alivio se esfumó.

—¿Qué? —Pregunte, pero, el jefe solo me miró y luego se retiró del salón de nuevo.




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