Si tan solo pudiera estar contigo

Tierra negra

7.Tierra negra.

La reunión de ayer había durado cinco horas, explicaron la misión, repartieron las armas y nos mandaron a nuestras habitaciones. 

Resumiendo, tendríamos que ser discretos, no habría comunicación con nadie en Artemia, no debemos confiar en nadie, inspeccionaremos todo el día y a las 12 iremos a una base oculta y lo más importante, estaba prohibido romper las reglas de la misión.

La camioneta se había puesto rumbo al punto asignado hace aproximadamente media hora y desde hace 15 minutos solo había árboles y tierra a nuestro alrededor, teníamos un mapa para llegar a la base y estábamos vestidos con un traje negro que nos protegía de algunos golpes, por fuera se podía ver el sol escondiéndose detrás de las verdes montañas, la vista era perfecta para relajarte, entonces agaché mi cabeza un segundo y cuando la alcé pasó de nuevo.

Las mismas tres sombras en la punta de la montaña, altas, oscuras, gruesas y con figuras distorsionadas me estaban mirando, o eso parecía, alzaron la mano, uno detrás del otro, como si estuvieran saludando a la nada o a algo en especifico que no lograba descifrar, eran extraños, no parecían humanos, parecían...

De repente todo se volvió un desastre.

Un golpe, el rechinar de las llantas y el mundo girando, habíamos chocado algo, la camioneta giraba, mi cuerpo impacta con los de mis compañeros y se escuchaban los quejidos. Una, dos, tres vueltas, mi cabeza golpeó contra la ventana y de la nada todo oscureció.

***

Los golpes de la lluvia me despertaron, todo era oscuro, lo único que alcanzaba a ver eran sombras y mi cabeza palpitaba intentado comprender lo último que había sucedido, la silueta del bosque se asomaba por la ventana. El bosque, la misión y una camioneta vacía me aclararon la mente, estaba en la camioneta y me habían abandonado.

La camioneta seguía volcada, las gotas de lluvia golpeaban cada vez con más furia los cristales y el aire frío que entraba por las ventanas rotas inundaba todo el espacio, no iba a dejar de llover por ahora eso era seguro. Tomé mi bolso, mi reloj marcaba las 10:56 tenía que llegar a la base antes de las 12. Me puse una chaqueta que traía y tomé la manija de la puerta.

Regla número 1

Prohibido salir de la camioneta hasta llegar al lugar asignado.

Empujo la puerta y salgo con mi bolso en el hombro, afuera el olor a tierra me recibe y las gotas me empapan de inmediato. Empecé a caminar hacia el norte, podría llegar sin mirar el mapa, pero tardaría por la oscuridad del bosque. La luz de la luna era escasa por las inmensas ramas de los árboles, la lluvia y el camino rocoso me hacía tropezar, mi visión era borrosa por las pesadas gotas de lluvia, pero lo más tenebroso de todo era el silencio absoluto, en este bosque no había sonidos de animales, no había aullidos de lobos en medio de la noche, ni el croar de las ranas pasando por la tierra pantanosa, solo un extraño silencio total.

Las hojas de los árboles chocando unas con otras por la fuerte brisa, el sonido de los golpes de las gotas contra la tierra y los imparables truenos que estremecen mi piel. La noche era tenebrosa.

Un trueno y un relámpago.

De repente, me había quedado helada, estaba viendo la brújula cuando un ruido me sobresaltó y tuve que girarme.

Nada, no había nada detrás de mí.

Otro ruido, voltee, nada.

Otro más, una ráfaga de viento me atacó.

Iba a voltear cuando una sombra apareció y desapareció al instante, fue solo segundo, pero detallé su silueta alta y gruesa, como un hombre, pero con un cuerpo más brusco de lo normal. Otro relámpago y un trueno, la sombra volvió a aparecer, esta vez más cerca y más rápida, la sentía a mi alrededor, sentía como me acechaba de cerca, saqué mi arco, mis manos temblaban, escuche un estruendo y giré, no había nada, mi corazón palpitaba rápido y aun bajo la lluvia sentía el sudor recorrer mi piel, se movía muy rápido de un lado a otro y la oscuridad era su aliado, estaba en desventaja, casi no veía por la lluvia y la tierra era resbalosa, escuche un estruendo aún más fuerte y cerca e hice lo que tenía que hacer.

Regla número 2

Prohibido huir.

Corrí, corrí lo más rápido que pude alejándome de la sombra, la sentía cerca, pero no paré, el cabello estorbaba mi rostro y tenía la respiración pesada, sentía calor y sentía frío, veía el bosque y no veía nada y seguía corriendo con todas mis fuerzas, las ramas de los árboles raspaban mis brazos y sus raíces golpeaban mis piernas, y de un momento al otro el suelo fue reemplazado por un vacío, estaba cayendo, el viento pasaba por mis costados con fuerza, hasta que...

—Mierda! —No fui yo.

Algo me detuvo, alguien estaba agarrando mi brazo y me alzaba con cautela sacándome de aquel pozo, cuando volví a tocar el piso y me equilibre lo vi.

Una poderosa figura de rostro atractivo, cabello oscuro pegado a la frente y ojos oscuros por la noche estaba enfrente de mí, su ropa estaba pegada al cuerpo y se notaba su contextura gruesa y formada, era alto e intimidante, su presencia me causó escalofríos sin razón.

—¿Estas bien? —preguntó, no me miraba.

No respondí, no quería, no podía ¿O sí?

Regla número 3

Prohibido hablar con extranjeros.

—Estoy bien, gracias.

No respondió, pero su mirada se cruzó con la mía, se acercó más a mi, parecía buscar algo en mi rostro, como si...

—¿Nos conocemos? —susurró de cerca.

Lo examiné, esos ojos, ese cabello, ese rostro.

No recuerdo haberlo visto nunca.

—No lo creo —se acercó más, la lluvia se hizo suave, su rostro era más claro.

—Te conozco —Afirmó.

Nuestras manos rozaron.

De pronto, un recuerdo pasó por mi mente y me alejé de inmediato.

No puede ser.




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