Al salir de la cafetería, fuimos a buscar un espacio en los jardines para pasar el rato que nos quedaba de descanso. Eran agradables los momentos así, donde el clima era frío, pero seguía siendo agradable.
—¿De qué hablabas con Yoon Gi? —preguntó Sujin mirándome fijamente con ese toque de entusiasmo en su voz, haciendo que las demás voltearan a verme con complicidad.
—De nada en realidad —intenté sonar casual, aunque conociéndolas, no dejarían de preguntar hasta que les contara con lujo de detalles algo que habían visto perfectamente.
—No te hagas la tonta, vimos cómo intentaba hablar contigo y te decía algo —dijo Juni con ímpetu —. ¿Qué te dijo?
—No fue nada importante —empecé, intentando minimizar el momento, pero Juni ya había levantado una ceja—. Solo me ofreció de su almuerzo, me negué. Después me preguntó si quería de su jugo y yo le dije que no, porque ya tenía el mío. Entonces me dijo que teníamos gustos similares, refiriéndose a la bebida, eso fue todo, nada especial.
—“Nada especial” —repitió Sujin, alargando las palabras con un toque de ironía—. Venga, no nos tomes por tontas. Hemos visto cómo te mira, y cómo tú lo miras a él.
—No es nada, en serio, ya les he dicho que no planeo volver a enamorarme, y no quiero hacerme ilusiones ahora con eso, de verdad, y si comenzamos con este tipo de emociones, creo que no habrá vuelta atrás, al menos dejémoslo por un poco más de tiempo—dije sonriendo levemente —. Por favor, no hagamos un gran drama ahora.
—Bien, te dejaremos tranquila, no queremos abrumarte, pero sabes que puedes confiar en nosotras. Cualquier duda que tengas sobre esto, sabes que puedes acudir a nosotras —sus palabras me dieron aliento, haciendo que me liberara de un peso que no sabía qué cargaba.
—Gracias por entender —fue lo último que dije, ya que el profesor había entrado.
Y así fue, cambiamos de tema, donde yo dejaba de ser el centro de atención. Sabía que era algo que les entusiasmaba, pues no era común ver cómo una de tus amigas empieza a tener este tipo de interacciones, pero no me gustaba mucho ser yo quien tenía que hablar, no ahora.
Me alegraba que entendieran, que tomaran en cuenta de que yo no era de hablar mucho y que les contaría todo en su momento, porque ahora no estaba lista, porque ni siquiera podía descifrar qué era lo que sentía y pensaba con lo que estaba pasando.
***
Al terminar la última clase, me sentía agotada. El sueño me pesaba y las consecuencias de no haber dormido bien se hacían sentir. Todo lo que deseaba era llegar a casa y dejar atrás el bullicio del día.
Mientras salía del aula, el alivio de la libertad se mezclaba con el cansancio. Apenas había tenido tiempo para pensar en algo más cuando escuché una voz familiar que me llamaba.
—¡Hola, prima! —Voltee sorprendida al ver a Ha-Na esperando cerca de la puerta del aula. Pero lo que me sorprendió aún más fue la presencia de Jimin a su lado. Su sonrisa calmada y su postura relajada me molestaban.
—Hola, T/N —saludó Jimin con su voz suave y tranquila, como si todo estuviera en orden. Su tono me irritó, como si no hubiera pasado nada entre nosotros.
—Hola, chicos —respondí, intentando mantener una sonrisa, aunque me resultaba difícil. La presencia de Jimin me recordaba demasiado la herida que había dejado en mi corazón. Cada vez que lo veía, me enfrentaba a la realidad de que aún dolía.
Mientras me acercaba, mi mente se debatía entre el deseo de mantener la cortesía y el impulso de huir de ahí, Jimin y Ha-Na estaban allí, conversando como si nada hubiera pasado, mientras yo lidiaba con las emociones que aún no había logrado superar, me sentía algo patética.
Me esforzaba por parecer relajada, pero la tensión en el aire era palpable. Este encuentro inesperado solo añadía una capa más de complejidad a un día que ya se sentía interminable.
—Mi mamá quedó en pasar por nosotros. ¿Nos acompañas? —preguntó Ha-Na, consciente de que la cercanía de Jimin no era lo más cómodo para mí en este momento. En realidad, me habría gustado decir que no y tomar mi propio camino a casa, pero sabía que mi mamá se molestaría si rechazaba la oferta de regresar con mi tía.
—Sí, me voy con ustedes —respondí, aunque aún dudaba, tratando de ocultar mi malestar.
Un torbellino de emociones me invadía, mezcladas con el cansancio que sentía, y mi único deseo era volver a casa lo antes posible. Mientras caminábamos juntos por los pasillos hacia el estacionamiento, mi mente se debatía entre la incomodidad del momento y el agotamiento que no me dejaba tranquila.
—¿Cómo has estado, T/N? —preguntó Jimin con su habitual calma—. Hace tiempo que no te veía. Parecía que me evitabas.
—Bien, y no, no te estaba evitando —mentí, era lo único que podía hacer para no hablar de ello —. La verdad es que simplemente no te había visto.
Su sonrisa indicó que había notado mi evasiva, y eso me hizo sentir aún más incómoda.
—No has cambiado nada, a pesar de que ha pasado casi un año desde la última vez que conversamos —comentó, su tono sin esfuerzo resaltaba la familiaridad que aún existía entre nosotros.
Observé a Ha-Na en silencio, comprendiendo ahora que había orquestado este encuentro con la esperanza de que yo hablara con Jimin. Su intención era clara, y su presencia se sentía como una pieza clave en este incómodo reencuentro.