La casa se encontraba vacía, algo extraño, pero agradecí en silencio. Ahora solo quería encerrarme en mi mundo y dejar que la tormenta interna que se había formado al fin se desatara.
Una lágrima tras otra empezaron a escapar cuando cerré la puerta de mi habitación sin poder evitarlo. Me sentía avergonzada por todo lo sucedido, y ver a Jimin hoy me había sacudido más de lo que esperaba. Cada silencio compartido, cada mirada esquiva, me recordó ese dolor que creía enterrado.
Dos años no eran suficientes para sentirme mal, por confundir las acciones, por pensar que todo era mutuo, pero hoy su silencio hizo abrir las heridas de nuevo, y abrir más.
Mi teléfono rompió el silencio que se había formado cuando trataba de olvidar. Su nombre estaba ahí, podía leer el nombre de Jimin ahí, haciendo que omitiera la llamada una y otra vez, hasta que conteste.
—No es el momento Jimin —respondí con la voz quebrada, casi en un susurro.
Él se mantuvo en silencio por un momento, aparentemente sopesando mis palabras. Finalmente, Jimin rompió el silencio con una voz suave pero firme.
—Entiendo que te hayas sentido confundida. A veces, las cosas no salen como esperamos, y es fácil malinterpretar las señales. Lo que sé es que lo que sentimos en aquel momento fue real, aunque no haya resultado como pensábamos. —Su respuesta me sorprendió, pero seguía doliendo —Tal vez este encuentro sea una oportunidad para cerrar algunos capítulos y seguir adelante. Y, aunque las cosas hayan sido complicadas, valoro lo que compartimos.
—Gracias por todo Jimin, pero simplemente sé que nada puede llegar a ser como antes, ya no hay una posibilidad de recuperar esa amistad que formamos con el tiempo, así que esto es un adiós.
Hubo un momento de pausa, como si ambos intentáramos aceptar lo inevitable. Finalmente, su voz rompió ese último hilo de conexión entre nosotros.
—Adiós T/N. —y eso fue lo último que escuche antes de que mi corazón se volviera a romper.
Y con eso, colgó. Ese pequeño "adiós" fue como una estocada final, un cierre doloroso pero necesario. La herida que había intentado curar durante dos años se volvió a abrir, tan cruda y fresca como aquella vez en que dejé esa carta en su mochila, esperando un futuro que nunca llegó. El recuerdo llegó y no se detuvo, hasta que viví todo en mi memoria nuevamente.
Mis manos temblaban mientras deslizaba la carta entre sus libros. El papel, cuidadosamente doblado, contenía todas las palabras que nunca había tenido el valor de decirle en persona. Todo eso que había comenzado a sentir con el paso del tiempo, cada vez que lo volvía a ver. Sentí un nudo en el estómago al dar ese último paso, dejando mi corazón expuesto en unas cuantas líneas de tinta.
Quería retractarme, quitar la carta antes de que él la viera, fingir que nunca había sucedido. Pero sabía que ya no había vuelta atrás. Lo había escrito todo. Cada sentimiento, cada confesión silenciosa, cada vez que nuestras miradas se cruzaban y mi corazón latía más rápido, todo estaba allí, en esas palabras.
Querido Jimin:
No soy buena con las palabras, y mucho menos ahora, siento los nervios a flor de piel. Estoy tratando de expresar lo que siento realmente y no encontré mejor manera que hacerlo así, así que espero que me permitas hacerlo de esta manera, en papel. Quería que supieras algo que he guardado dentro de mí por mucho tiempo, y aunque tengo miedo de lo que puedas pensar después de leer esto, siento que no puedo seguir manteniéndolo en silencio.
Desde que te conocí, hubo algo en ti que me atrapó. Al principio no sabía qué era; tal vez tu sonrisa, o la forma en que haces que las personas a tu alrededor se sientan cómodas sin siquiera intentarlo. Con el tiempo, me di cuenta de que lo que sentía por ti no era solo amistad, aunque durante mucho tiempo intenté convencerme de que lo era.
He disfrutado cada momento que hemos pasado juntos, desde las conversaciones casuales hasta esos momentos más profundos en los que parecía que podíamos hablar de cualquier cosa. Me he sentido afortunada de tenerte en mi vida, y la verdad es que lo que siento por ti ha ido creciendo de una manera que no puedo ignorar.
Sé que esto puede parecerte inesperado, pero necesito ser honesta contigo: me gustas, más de lo que puedo explicar. Me gustas por la persona que eres, por la manera en que me haces reír, por lo fácil que es estar a tu lado. Y sí, me he imaginado que tal vez podríamos ser algo más que amigos.
No estoy esperando que respondas de la misma manera. Sé que no puedo controlar cómo te sientes, y acepto cualquier respuesta que puedas darme. Solo quería ser sincera contigo porque ya no podía guardar estos sentimientos para mí misma. Independientemente de lo que suceda, valoro mucho nuestra amistad y lo que compartimos, y espero que eso no cambie, aunque entiendo si necesitas espacio después de esto.
Gracias por leer esta carta, y por todo lo que has sido para mí hasta ahora.
Con cariño,
T/N
Era la carta de alguien que había guardado sus emociones por demasiado tiempo, tratando de encontrar el momento perfecto para decirlo. Había intentado ser valiente, pensar que tal vez él podría sentir lo mismo, que todas esas pequeñas señales entre nosotros podían significar algo más. Pero en el fondo sabía que no sería así.