Sujin y yo nos abrimos paso entre los estudiantes, el bullicio de la cafetería nos envolvía mientras intentábamos llegar a la fila para conseguir algo de comida. La verdad, ya estaba empezando a tener hambre, pero la aglomeración de gente hacía que avanzar fuera una tarea imposible, después de conseguir, algo, Juni apareció a nuestro lado, con una bandeja en la mano y una gran sonrisa en su rostro.
—¡Chicas! —exclamó—. Encontré una mesa, pero está justo al lado de la ventana. Tenemos que apurarnos antes de que alguien más la tome.
—¡Qué suerte! —respondió Sujin aliviada—. Vamos, antes de que alguien se nos adelante.
Con nuestras bandejas en mano, nos dirigimos hacia el fondo de la cafetería, donde, como había prometido Juni, había una pequeña mesa libre. Nos apresuramos a sentarnos antes de que alguien más la reclamara. Desde nuestro lugar, se podía ver a través de la gran ventana que daba al patio trasero del edificio. Era un espacio tranquilo, casi oculto del bullicio de la entrada.
—Bueno, al menos tenemos dónde sentarnos —dije, dejando caer mi bandeja sobre la mesa—. Pensé que tendríamos que buscar algún otro lugar fuera de la cafetería. ¿Dónde está Taemi?
—Sí, y ahora que tenemos mesa, Taemi no vino a clases hoy — dijo Juni —está algo enferma, pero tal vez mañana este con nosotras
—¿Qué le paso? — pregunté, empezamos a conversar durante el almuerzo —¿Está todo bien?
—Sí, no te preocupes, tenía migraña, y ya sabes, con el bullicio de las clases y de esto, fue mejor que se quedase en casa, aunque se perderá de esta primicia —dijo con emoción dándome una mirada expectante—. ¡Cuéntanos más! Sujin me dijo que te encontraste con Yoongi esta mañana.
Sentí cómo la mirada de Sujin se posaba sobre mí, esperando ansiosa a que les contara más detalles. Respiré hondo, intentando mantener la calma.
—No fue gran cosa —empecé a decir—. Solo nos cruzamos por casualidad en el pasillo y hablamos un rato. Me preguntó por el libro que estaba leyendo.
—Eso ya lo sabemos —dijo Juni, sonriendo como si supiera algo más—. Pero, ¿qué más? Tiene que haber algo más.
—¡Sí! —Sujin añadió con entusiasmo—. ¿Qué te dijo exactamente?
Justo cuando estaba a punto de responder, vi a Yoongi entrando en la cafetería. Mis palabras se quedaron atascadas en mi garganta. Él parecía estar buscando una mesa con su grupo de amigos, y por un segundo nuestras miradas se cruzaron. No era una mirada larga ni intensa, solo un breve momento, pero lo suficiente para que mis mejillas comenzaran a calentarse.
—Oh, Dios… —murmuró Sujin, notando mi reacción—. Está aquí, ¿verdad?
—Lo está —confirmó Juni, siguiendo la dirección de mi mirada—. Vaya, parece que esto se pone interesante.
Intenté disimular mi nerviosismo, volviendo la vista a mi bandeja, pero sabía que mis amigas ya estaban completamente atentas a la situación.
—No se pongan dramáticas —dije, riendo un poco—. Fue solo una conversación.
—Sí, claro —dijo Sujin, levantando una ceja—. Pero no cualquiera hace que te pongas así, T/N.
—No estoy “poniéndome” de ninguna manera —protesté, aunque mi tono no era convincente ni para mí misma.
—Ajá —respondió Juni, con una sonrisa de complicidad—. Bueno, si no pasa nada más, entonces cuéntanos más del libro que estaban discutiendo. Quizás así podamos entender mejor la situación.
—Es una novela de romance —empecé, agradeciendo el cambio de tema—. Pero tiene muchos elementos sobre cómo las decisiones pequeñas pueden cambiar todo. Es una de esas historias donde te preguntas qué habría pasado si los personajes hubieran hecho algo diferente.
Mientras les explicaba la trama, me di cuenta de lo irónico que era estar discutiendo sobre elecciones cuando me encontraba en medio de una situación incierta con Yoongi. ¿Qué habría pasado si no lo hubiera conocido esa mañana? ¿Y qué sucedería si seguía cruzándome con él?
Las preguntas seguían rondando mi mente, pero por ahora me concentré en disfrutar el momento con mis amigas, tratando de no pensar demasiado en lo que el destino podría tener preparado.
—Me encanta la trama, aunque ciertamente se siente como algo conocido —dijo Juni con una sonrisa suave, mientras me veía a los ojos y yo asentí.
—Suena bastante profundo, T/N —comentó Yeji, quien había llegado en medio de mi explicación y ahora se acomodaba en la mesa—. Esos libros que te hacen pensar «¿y sí…?», suelen quedarse en la mente más de lo que uno espera.
Asentimos, sabiendo que sus palabras tenían algo de verdad.
Aunque no era mucho de compartir lo que leía con alguien más, y menos de esa manera, ver que a ellas también les interesaba se sentía bien, ahora entendía la insistencia de Sujin porque leyera alguno de sus libros favoritos, o algunas recomendaciones.
—Miren, miren —dijo, bajando la voz—. Ahí está Yoongi otra vez. —Juni dio suaves golpecitos en mi brazo.
Aunque había intentado mantener la compostura, no pude evitar que la curiosidad se apoderara de mí. Siguiendo la dirección de su mirada, lo vi sentado al otro lado de la cafetería, con un grupo de amigos. Parecía relajado, como si el caos a su alrededor no lo afectara en absoluto. De vez en cuando, reía ante algo que alguien decía, pero de vez en cuando sus ojos se desviaban ligeramente hacia nuestra mesa.