La semana pasó sin contratiempos, los días se habían vuelto monótonos, como todos los días, llegue temprano a clases, conversar con mis amigas y quedarnos una hora por la tarde en la biblioteca para avanzar en los proyectos pendientes que se entregaban pronto.
—¿Por qué siempre llegas tan temprano? —Pregunto Seung Joo, uno de los compañeros de clases con los que mejor me llevaba, al igual que mis amigas.
—Odio llegar tarde. —Levante la mirada del libro, encontrándome con Seung Joo ahí de pie, aun con su mochila en el hombro.
—Eso explica muchas cosas —dijo con una suave sonrisa sentando a mi lado.
Cerré el libro dejándolo sobre mi regazo —no tiene nada de malo, además, a lo mucho son unos 20 minutos, no es la gran cosa.
—Yo prefiero dormir esos minutos extras T/N —dijo riendo.
—Bueno, cada quien tiene sus prioridades —respondí, encogiéndome de hombros, aunque no pude evitar sonreír un poco. Seung Joo siempre lograba hacerme reír, era ocurrente, lo que lo hacía agradable al conversar.
—¿Y qué estás leyendo ahora? —preguntó, echando un vistazo al libro que había dejado sobre mi regazo.
—Es un clásico, orgullo y prejuicio —respondí—. Ya sabes, uno de esos clásicos que tenemos que analizar para el ensayo final. Elegí este, que por suerte estaba en la lista.
—Ah, suena aburrido —dijo con una mueca exagerada—. Siempre te veo leyendo cosas mucho más interesantes.
—No es tan aburrido si te das la oportunidad de entenderlo. Es un buen libro, en mi opinión —admití con una leve sonrisa.
—Hmm, tal vez debería darle una oportunidad entonces —dijo, rascándose la barbilla como si estuviera considerando seriamente mi sugerencia—. Aunque prefiero las historias más directas, menos “misterios de las emociones”.
—Esa es tu forma elegante de decir que prefieres cosas con menos sentimientos —repliqué entre risas.
Seung Joo rió también y levantó las manos en señal de rendición.
—Vale, lo admito. Pero de todos modos, me gusta que te intereses por cosas así. Siempre estás pensando en algo más profundo, eso es lo que te hace interesante.
Sus palabras me sorprendieron un poco. Aunque Seung Joo y yo solíamos bromear y pasarla bien en clase, no era común que él me hiciera un comentario tan directo y personal. Me hizo sentir un leve calor en el rostro, algo que no esperaba.
—Gracias… supongo —dije, tratando de no darle demasiada importancia.
Sus amigos llegaron y él entró al aula, no sin antes despedirse —Nos vemos luego, intelectual —dijo, dándome un ligero golpe en el hombro antes de irse.
Tomé mis cosas para adentrarme al salón, mi cabeza estaba sumida en las páginas de mi novela favorita, cuando, de repente, casi choqué contra alguien. Levanté la vista y allí estaba él: Yoongi. El silencio entre nosotros duró apenas un segundo, pero sentí que el tiempo se ralentizaba.
—¿Estás bien? —preguntó con su voz suave, una mezcla de sorpresa y curiosidad.
Mis palabras se atascaron un instante en mi garganta, pero logré asentir.
—Sí… lo siento, no estaba mirando. —Sonreí tímidamente, incapaz de sostenerle la mirada mucho tiempo.
Miró el libro que aún sostenía entre mis manos, el que había estado leyendo antes de perderme en mis pensamientos.
—Orgullo y prejuicio… —comentó mientras leía el título. Mi corazón dio un pequeño brinco. No esperaba que reconociera el libro, y mucho menos que mostrara interés.
—Es uno de mis favoritos. Aunque ya lo he leído varias veces, siempre descubro algo nuevo. —Las palabras salieron sin pensarlo demasiado, una pequeña confesión que de alguna manera se sintió más personal de lo que debería.
Yoongi sonrió, una de esas sonrisas ligeras que apenas alcanzan sus ojos, pero que, por algún motivo, calan hondo.
—Es un clásico. Siempre he pensado que la forma en que Austen construye la relación entre Elizabeth y Darcy es interesante… todo el orgullo, los malentendidos… —Hizo una pausa, como si dudara si seguir hablando—. Es como si estuvieran atrapados en sus propias mentes, ¿no? Creando una versión del otro que no es del todo real.
Asentí, sorprendida de lo acertado de su comentario. Era la primera vez que alguien describía de esa manera lo que yo también sentía al leer la novela.
—Sí, creo que por eso me gusta tanto. Ambos se ven atrapados por sus prejuicios, por cómo creen que debería ser el otro… pero al final descubren que estaban equivocados.
Yoongi asintió, pensativo.
—Supongo que todos hacemos eso a veces… nos quedamos con lo que pensamos que sabemos de alguien, en lugar de darle una oportunidad de mostrarse como realmente es. —Sus ojos se posaron en los míos un instante antes de que desviara la mirada hacia la ventana.
Hubo un breve silencio después de eso, pero no fue incómodo. Me di cuenta de que había algo en su manera de estar, una tranquilidad que contrastaba con la inquietud que yo solía sentir. Él parecía moverse por el mundo sin prisa, como si todo tuviera su momento, sin necesidad de forzar nada.
Yoongi me miró nuevamente, esta vez con un gesto leve en su rostro, como si estuviera a punto de decir algo más, pero la campana que anunciaba el inicio de clases lo interrumpió.
—Supongo que es hora de entrar, luego tendremos tiempo de seguir conversando sobre libros—dijo, volviendo a su usual calma.