Volví a tomar mi teléfono después de calmar mi agitado corazón ante la propuesta de salir mañana con él. Tomé captura de pantalla y sin dudarlo la envié al chat grupal con mis amigas.
No habían pasado ni dos minutos desde que envié la captura cuando mi teléfono comenzó a vibrar sin parar. Las respuestas en el chat grupal empezaron a llegar una tras otra.
Yeji: ¡¿Es en serio?! ¡¿Pero en qué momento?!
Sujin: ¡Esto no me lo esperaba para nada! ¿Mañana? ¿Es una cita entonces?
Yumi: Esto es material de novela, T/N. Necesitamos todos los detalles.
No pude evitar sonreír ante la avalancha de mensajes. Mis amigas siempre lograban emocionarse por las cosas más pequeñas, pero en este caso, compartían su entusiasmo. Era raro sentirme así, tan emocionada por algo que ni siquiera sabía cómo iba a terminar.
Yo: No es para tanto, chicas. Solo vamos a tomar un café.
Sujin: ¿“Solo”? Por favor, eso suena a la típica primera cita casual.
Yeji: ¡Literalmente es el comienzo de algo! ¡Nos lo debes contar todo después!
Reí en voz baja mientras respondía con algo simple, intentando no darle demasiada importancia, pero la realidad era que mis nervios seguían ahí, presentes, recordándome que mañana, por primera vez en mucho tiempo, algo iba a cambiar en mi vida. Había pasado tanto tiempo evitando esta clase de situaciones, tratando de mantener mis sentimientos bajo control, que ahora me encontraba a las puertas de algo desconocido.
Me acosté en la cama, mirando al techo y luego al teléfono, donde el chat grupal seguía iluminándose con mensajes de mis amigas, especulaciones, consejos y bromas. Cerré los ojos, respirando hondo, intentando calmar mi mente.
Yo: Claro que les contaré, pero no hagan que empiece a hacerme ilusiones.
Escribí más para mí, tratando de no malinterpretar esta salida que tendríamos, que no sé si debía catalogarla como una cita.
Yumi: Amiga, tienes que sentir esa emoción. Un amigo no te invita a salir un domingo por la tarde de esa manera.
Sujin: Siiii, los chicos de último grado no buscan amigas que acaban de ingresar a la preparatoria, ahí hay algo. Aprovecha la oportunidad.
Sonreí al leer los mensajes de Yumi y Sujin. Sabía que lo decían con buena intención, pero la verdad era que todavía no estaba lista para hacerme ilusiones. No después de todo lo que había pasado antes con Jimin, porque yo había confundido nuestra amistad y no quiero repetir eso. Aun así, sus palabras resonaban en mi cabeza mientras trataba de mantener los pies en la tierra.
Yo: No me hagan caso, ya veremos qué pasa mañana. Solo espero que no sea raro.
Yeji: Raro no va a ser, ¡confía en ti misma! Y si lo es, igual nos contarás todo.
Reí suavemente. Sabía que no me dejarían tranquila hasta que les diera todos los detalles, pero eso me hacía sentir acompañada, como si, sin importar lo que pasara, ellas estarían ahí para escucharme y apoyarme.
Apagué el teléfono y me acomodé en la cama, tratando de despejar mi mente para poder dormir. Pero a pesar de mis esfuerzos, la idea de la «cita» no dejaba de rondar en mi cabeza. Era difícil no pensar en lo que podría significar.
Sabía que estaba exagerando, que tal vez no era nada más que una simple salida, pero una parte de mí no podía evitar soñar con la posibilidad de que fuera algo más como mis amigas lo decían.
Al final, mis pensamientos se mezclaron con el cansancio, y poco a poco me fui quedando dormida, con la esperanza de que el día siguiente me trajera respuestas… o al menos, una tarde agradable.
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Me había desesperado más temprano de lo normal, como si no tuviese suficiente con haber despertado en varias ocasiones durante la noche. Me sentía nerviosa. El sol de la mañana apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando me desperté, mucho antes de lo que esperaba. Me quedé un rato en la cama, mirando el techo, y luego hacia mi teléfono, donde la alarma aún no sonaba. Era demasiado temprano, pero mi mente ya estaba a toda velocidad pensando en la «cita» con Yoongi.
A veces odiaba esos días en los que no dormía lo suficiente o los domingos que me levantaba mucho más temprano que de costumbre. Aunque hoy estaba bien, sentía ese toque de nervios y felicidad, a este punto se estaba haciendo inevitable el hecho de no ilusionarme. Suspiré, preguntándome por qué me ponía tan nerviosa. Después de todo, habíamos quedado en que solo sería una tarde tranquila. Aunque claro, eso era fácil de decir hasta que realmente estuviéramos en ese momento, los dos frente a frente.
Me levanté lentamente y fui directa al baño, pensando en cómo debería arreglarme. “Casual, nada fuera de lo normal”, me repetí mentalmente mientras me lavaba la cara. Pero al ver mi reflejo en el espejo, me di cuenta de que no iba a ser tan sencillo. Quería verme bien, pero no que pareciese como si me hubiese esforzado demasiado.
Después de desayunar y matar el tiempo un rato con mis pensamientos, llegó el momento de enfrentar el gran dilema: ¿qué me pongo? Abrí el armario y me quedé mirando las prendas como si de repente ninguna fuera suficiente. Después de ver varios atuendos, y que ninguno me convenciera, opté por unos jeans cómodos y una blusa suave de color beige de cuello alto, algo sencillo, pero que me hacía sentir bien. Añadí unos pendientes pequeños y mi abrigo favorito. Me veía casual, pero arreglada, justo lo que buscaba. Deje de pensar en el outfit que había elegido antes de volver a dudar. Mientras me peinaba, revisé el teléfono, buscando algún mensaje nuevo. Nada. “Tranquila”, me dije, aunque mi corazón latía un poco más rápido de lo que esperaba. Después de un último vistazo en el espejo, agarré mi bolso y me detuve en la puerta, respirando hondo antes de salir de casa.