Guardé el teléfono antes de que Yeji pudiera asomarse y decir algo más que me hiciera dudar, aunque sin duda, los consejos que venían de ella o de las personas a mi alrededor, eran mil veces mejores en comparación a lo que decía esa vocecilla en mi cabeza.
Caminamos juntas hasta la salida del edificio, donde el aire fresco de la tarde nos envolvió. Era uno de esos días en los que el cielo estaba despejado, pero el frío se colaba entre la ropa, haciéndome ajustar mi abrigo.
—Entonces, ¿a qué hora vas al cine? —preguntó Yeji con un tono casual, aunque sabía que estaba intentando sacarme más detalles.
—A las seis, pero quedamos de vernos en la salida —respondí, mirando al frente para evitar su sonrisa.
—Mira que es pronto para citas de película —dijo, entre risas y levantando las cejas —. ¿Segura que no quieres cambiarle el nombre a esa salida?
—No es una cita, Yeji —dije, suspirando, pero el rubor en mis mejillas me delataba.
—Lo que tú digas, T/n. Solo no te olvides de las amigas cuando te sumerjas en el mundo del romance, ¿eh?
Me reí, aunque su comentario me dejó pensando más de lo que debería. Mientras ella se desviaba hacia su camino, yo me quedé parada unos segundos, dejando que el frío calmara un poco el calor que sentía en mi rostro. “No es una cita”, me repetí mentalmente, como si eso pudiera hacer que las mariposas en mi estómago desaparecieran. Tal vez debería tomar un poco de agua para aplacarlas.
Cuando retomé el camino hacia la salida principal, me encontré con Yoongi parado junto a la reja de la puerta. Llevaba su chaqueta negra de siempre y la bufanda roja que parecía ser su favorita. Me vio y levantó una mano a modo de saludo, su sonrisa despreocupada iluminando su rostro.
—¿Esperándome? —pregunté con un tono juguetón mientras me acercaba, respondiendo con una sonrisa a la suya.
—Digamos que no quería arriesgarme a que cancelaras —respondió, metiendo las manos en los bolsillos—. ¿Lista para sobrevivir a una tarde de terror?
—¿Escaparme? Por favor, tengo más valor que eso —repliqué, cruzándome de brazos mientras intentaba mantener mi compostura —. Pero espero que no seas de los que saltan del asiento a la primera escena de miedo —repliqué, sonriendo, burlándome de él, aunque soy yo la asustadiza. No soy muy fan del cine de terror.
—¿Ah, sí? —dijo, arqueando una ceja, claramente divertido—. Entonces, no me culpes si luego eres tú, quien termina diciendo que una película de terror fue una mala idea. —dijo, fingiendo indignación—. Aunque, si te asustas, para ser justos, puedes agarrarte de mi brazo.
Rodé los ojos, aunque sentí el calor subir a mis mejillas, riendo levemente.
—No voy a decir eso, y gracias por el gesto heroico, pero puedo manejarlo —afirmé, tratando de sonar firme, aunque el brillo en sus ojos me desarmaba un poco—. Además, si alguien se asusta, serás probablemente tú.
Yoongi se rio, ese tipo de risa baja y tranquila que parecía llenar el aire entre nosotros.
—Bueno, si eso pasa, ya tengo un plan B —dijo, señalando su bufanda—. Me tapo los ojos y problema resuelto.
—¡Qué valiente! —bromeé, riendo con él.
Ambos reímos, y durante unos segundos, hasta que él rompió el silencio.
—Pasaré por el cine ahora que es temprano, para apartar las entradas y asegurarnos un buen lugar. ¿Puedo pasar por ti cuando vayamos a ver la película?
—Claro, no llegues tarde —le contesté, mirando rápidamente hacia otro lado para que no viera lo mucho que estaba sonriendo.
—Yo nunca llego tarde, Lizzy —replicó, guiñándome un ojo antes de empezar a alejarse—. Ah, y no olvides llevar valor, lo necesitarás.
Me quedé allí unos segundos, observándolo mientras se alejaba con su paso relajado, tan tranquilo, sin darse cuenta de la sonrisa tonta que había dejado en mí, que dejaba en mí cada vez que conversábamos.
Lo vi alejarse y desaparecer de a poco en la distancia y yo me dispuse a seguir mi camino, aún faltaban casi cuatro horas para vernos otra vez… incapaz de borrar esa sonrisa tonta que seguramente llevaba en el rostro y la emoción de esa salida, haciendo que sintiera esa ligera emoción por volver a salir con él.
Me puse mis audífonos, sin prestar mucha atención a la música que resonaba en mis oídos. Llegué a casa con tranquilidad, saludé a mis padres que estaban ahí para luego subir a mi habitación. No tenía mucho que hacer, ya que era viernes. Me dejé caer sobre la cama un rato mirando hacia el techo antes de pensar en que ponerme.
Vi mi teléfono a mi lado y lo tomé después de unos minutos, abriendo el chat con Yoongi y releyendo su mensaje. No podía evitarlo. Cada palabra suya me hacía sentir algo que no estaba lista para nombrar, aunque ya habíamos hablado de ello.
Con una sonrisa tonta de nuevo y esas mariposas revoloteando en mi estómago, me levanté para comenzar a buscar qué podría ponerme, mientras hablaba con mis primas por videollamada.
Mis primas siempre eran mi mejor apoyo en momentos como este, al igual que mis amigas, aunque, claro, nunca perdían la oportunidad de hacerme sonrojar con sus comentarios.
—¿Así que una “salida casual”, eh? —dijo Yang Mi, arqueando una ceja mientras sostenía una taza de té entre sus manos.