Mis padres me miraban con una sonrisa, a estas alturas no dudaba de que ella ya le había contado todo, era inevitable ser yo quien le diera la noticia de mi “amistad” con Yoongi a alguien. Mi madre se levantó de la mesa y me sirvió la cena, y yo me senté a la mesa.
—¿Cómo te fue, cariño? —preguntó mi padre tomando un poco de agua sin apartar la vista de mí, y yo no pude evitar sonrojarme un poco.
—Me fue bien —respondí con una sonrisa —. Vimos una película de terror y después me trajo a casa.
—¿Es buen muchacho? —preguntó de nuevo mi padre, su tono ligero pero cargado de significado. Mi madre le dio un leve golpe en el hombro, como para detener su curiosidad, pero ya era demasiado tarde; todos los ojos estaban sobre mí.
—Solo quiero saber, Tn merece un buen chico —. Añadió, como si eso justificara la pregunta.
—Solo somos amigos, papá, no empecemos con lo mismo —respondí, forzando una sonrisa mientras movía el tenedor en mi plato. Intentaba mantener mi voz firme, pero sentí que temblaba ligeramente.
—Por ahora… —replicó él, medio en broma, pero sus palabras golpearon algo dentro de mí.
Ese “por ahora” resonó en mi mente como un eco incómodo. De repente, todo se sintió demasiado real, demasiado rápido. Era como si las palabras de mi padre hubieran desatado una oleada de inseguridades que no sabía que estaba conteniendo. ¿Era eso lo que Yoongi esperaba? ¿Qué las cosas evolucionarán? ¿Y si no estaba lista? ¿Y si volvía a equivocarme, como antes?
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, un tambor sordo que me recordaba las heridas que aún no estaban del todo cerradas. Esa vocecilla en mi mente, siempre presente, se hizo más fuerte, susurrándome que no debía confundirme, que solo buscaba una amistad, que no podía permitirme repetir los mismos errores.
Intenté concentrarme en la comida frente a mí, pero el apetito había desaparecido por completo.
—Bueno, cuéntanos de tu viaje, papá. ¿Cómo estuvo? —dije rápidamente, forzando una sonrisa y desviando la conversación. Necesitaba salir de ese tema, escapar de las emociones que empezaban a apretarme el pecho.
Mi padre, ajeno a mi batalla interna, comenzó a narrar una de sus anécdotas, su voz cálida llenando la habitación. Mientras hablaba, intenté aferrarme a sus palabras como si fueran un salvavidas, pero mi mente seguía volviendo a Yoongi, a sus gestos, a sus palabras, al beso en la mejilla.
Una amistad. Eso era lo que debía ser, ¿no? Entonces, ¿por qué me sentía como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, con el vacío acechando debajo de mí?
La cena continuó en medio de las historias de mi padre, llenas de risas y comentarios de mi madre que lo interrumpían para agregar detalles que él olvidaba. Por fuera, intentaba parecer relajada, sonriendo y asintiendo en los momentos adecuados. Pero por dentro, la tensión seguía creciendo.
Cuando finalmente llevé mi plato vacío al fregadero, mi madre me detuvo con una mano suave en mi brazo, haciendo que volteara a verla.
—Tn, ¿todo bien? Estás muy callada —dijo en un tono preocupado.
—Sí, mamá, solo estoy cansada —mentí, forzando una sonrisa que esperaba fuera lo suficientemente convincente.
Ella me miró por un momento, como si pudiera leer lo que estaba pasando por mi mente, pero no insistió.
—Bueno, sube a descansar. Seguro mañana te sentirás mejor —dijo, acariciando mi brazo antes de volver a la mesa.
Asentí y subí a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Me dejé caer sobre la cama, mirando el techo, mientras la tensión en mi pecho seguía allí, firme como una piedra.
Tomé mi teléfono, más por hábito que por otra cosa, y desbloqueé la pantalla. Había un mensaje de Yoongi.
Yoongi: Espero que no te hayas arrepentido de nuestra cita “no cita”. Fue una buena tarde, ¿no crees?
Leí el mensaje varias veces, mi mente dividida entre el impulso de responder inmediatamente y el deseo de no alimentar más mis propios pensamientos confusos. ¿Por qué tenía que ser tan amable, tan atento?, y ¿por qué mi mente me obligaba a dar un paso atrás? Cuando es más que claro que él no busca solo una amistad, ¿por qué todo me lleva a sentir que me estoy equivocando si no es así?
Él se ha encargado de no mantener la línea entre la amistad y… algo más.
Leí el mensaje de Yoongi y no pude evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en mi rostro. Pero esa sonrisa venía acompañada de un peso en el pecho, una mezcla de confusión y miedo que no terminaba de disiparse.
Tomé mi teléfono y lo sostuve entre mis manos, observando la pantalla como si el mensaje pudiera cambiar de significado si lo miraba el tiempo suficiente. Las palabras “cita no cita” resonaban en mi mente, jugando con las inseguridades que intentaba mantener a raya.
Finalmente, escribí una respuesta rápida, intentando que sonara casual.
Yo: No me arrepentí, fue una tarde agradable. Gracias por invitarme.
Esperé unos segundos, pero antes de que pudiera bloquear la pantalla, otro mensaje llegó.
Yoongi: Agradable no es suficiente. Espero que lo hayas disfrutado de verdad.