La noche del domingo avanzaba lentamente, pero mi mente no dejaba de girar. Los mensajes de Jimin seguían ahí, en mi teléfono, como si esperaran una respuesta que aún no sabía si quería dar. Me había limitado a leerlos, repasarlos no más de dos veces, era desgastante buscar un significado que tal vez ni siquiera existía.
Jimin: Quiero ser honesto contigo, Tn. Hablé con Ha-Na… Porque necesitaba entender lo que pasó entre nosotros, la amistad que tuvimos, es difícil, a pesar del tiempo, aceptar que se terminó. Me di cuenta de que no fui justo contigo… ni conmigo.
Jimin: No esperé que todo sea como antes, pero no podía seguir ignorando esto. Necesitaba decírtelo.
Mi pecho se sentía pesado. Las palabras eran claras, pero las emociones detrás de ellas eran un caos. No sabía si sentir alivio, rabia o confusión. Lo que sí sabía era que algo en mí se removía cada vez que veía su nombre en la pantalla.
Mi dedo se detuvo sobre el teclado, pero no escribí nada. ¿Qué podía decirle? ¿Qué todo estaba bien? No era cierto. Había pasado tanto tiempo intentando entender por qué nuestras vidas tomaron caminos diferentes, y justo cuando creía haberlo dejado atrás, aparecía de nuevo con palabras que removían heridas que apenas habían cicatrizado.
Después de varios minutos de silencio, mi teléfono vibró nuevamente. Otro mensaje.
Jimin: Espero no incomodarte con esto. Sé que fui egoísta antes, y tal vez lo sigo siendo al escribirte ahora. Solo quiero que sepas que siempre te he valorado más de lo que fui capaz de demostrar.
Suspiré y dejé el teléfono a un lado, recostándome en mi cama. Las luces cálidas de mi habitación proyectaban sombras suaves en el techo, pero ni siquiera eso lograba calmar mi mente. Las palabras de Jimin se mezclaban con la imagen de Yoongi, con su sonrisa tranquila y su forma de hacerme sentir como si todo estuviera bajo control, al menos por un rato.
Finalmente, tomé el teléfono de nuevo, decidida a responder, aunque fuera para poner un límite.
Yo: Jimin, agradezco que te tomes el tiempo para decir todo esto.
Por la amistad que tuvimos, por todo lo que compartimos, y a decir verdad, no sé cómo procesarlo ahora mismo.
Entiendo lo que dices, es solo que necesito espacio para pensar. Todo lo que sucedió, fue complicado para mí.
Dijimos adiós, ¿lo recuerdas?
El peso de esas palabras se sentía como un ancla en mi pecho. “Dijimos adiós, ¿lo recuerdas?” No sabía si se lo decía a él o a mí misma. Habíamos cerrado un capítulo, o al menos eso pensé, pero ahora parecía que alguien estaba tratando de pasar las páginas en reversa.
Apagué la luz de mi lámpara de noche, dejando que la penumbra llenara la habitación. La oscuridad solía ser un refugio, pero esta vez, parecía amplificar el ruido en mi mente.
Un último vistazo al teléfono reveló que no había más mensajes. Tal vez Jimin había entendido mi necesidad de espacio, o tal vez solo estaba dándome tiempo antes de decir algo más. No importaba. Esa noche, necesitaba encontrar la manera de desconectar, de dejar que mi mente se calmara, aunque fuera por unas horas.
Me giré en la cama, buscando una posición cómoda mientras las palabras seguían rondando en mi cabeza. La verdad era que aún no sabía si estaba lista para enfrentar todo lo que el mensaje de Jimin implicaba. Pero al menos, por ahora, había sido honesta con él y conmigo misma. Tal vez eso era un pequeño paso hacia adelante.
* * * * * *
El lunes por la mañana llegó con un aire frío que anunciaba que el otoño estaba en su punto más álgido. Las hojas crujían bajo mis pies mientras caminaba hacia la escuela, ajustando mi bufanda alrededor del cuello para protegerme del viento. Había dormido poco, con la mente aun dando vueltas entre los mensajes de Jimin y la conversación con Yoongi del día anterior.
Caminé por los pasillos hacia el almacén donde habíamos quedado de vernos para revisar las cajas de adornos. Al llegar ahí ya estaban Yeji y Yumi, quienes ya estaban sumergidas en una conversación mientras revisaban algunas cajas.
—¡Buenos días! —saludó Yeji con una sonrisa radiante. —¿Cómo estuvo tu fin de semana?
—Ajetreado, como siempre —respondí, quitándome el abrigo y colocándolo en el respaldo de una silla.
—¿Ajetreado con tareas o con algo más? —preguntó Yumi con ese tono pícaro que ya conocía tan bien.
—Con tareas… y algo más, supongo —admití, lo que hizo que ambas alzaran las cejas con interés.
—¿Algo más? —repitió Yeji, inclinándose hacia adelante como si quisiera extraer más información.
—Nada importante, solo… Jimin me escribió —dije finalmente, tratando de sonar casual, aunque sabía que no lo lograría con ellas.
Sus ojos se abrieron con sorpresa al instante. —¿¡Jimin!? ¿Qué quería? —preguntó Yumi, claramente alarmada y curiosa al mismo tiempo.
—Solo… disculparse. Dijo que ha estado pensando mucho en mí últimamente. Ya sabes, lo de siempre —intenté restarle importancia, aunque sabía que no era algo tan sencillo de ignorar.