Si te hubiera dicho que sí

Capítulo 30

El cielo ya se había teñido de un azul profundo mientras caminábamos juntos por las calles del centro, con las luces de la ciudad brillando suavemente a nuestro alrededor. El frío de la tarde se hacía cada vez más notable, pero no podía evitar sonreír, disfrutando de la tranquilidad de estar juntos. Yoongi caminaba a mi lado, las manos metidas en los bolsillos de su abrigo, mientras sus pasos resonaban sobre el pavimento.

—Hace frío, pero… —Me detuve frente a una heladería, sonriendo de forma traviesa—. ¿Te parece si compramos un helado?

Él volteó a verme un poco sorprendido, levantando una ceja mientras dejaba escapar una risa suave. Me miró incrédulo, arqueando una ceja y soltando una pequeña risa.

—¿Helado? ¿Ahora? —preguntó, divertido, señalando el clima a su alrededor —. ¿En serio? No sé si es la mejor idea con este clima. Está helando aquí fuera.

Me encogí de hombros, con una chispa en los ojos. Aun con esa sonrisa juguetona en el rostro.

—Siempre es buena idea para un helado —dije con una sonrisa decidida.

Sin más discusión, los dos entramos en la cálida heladería. El cálido interior del lugar contrastaba con el aire frío del exterior, y el aroma de los dulces les dio la bienvenida. Después de elegir mi helado favorito, volvimos a salir al frío de la noche, y yo empecé a disfrutar del postre como si no fuera pleno invierno. Mientras Yoongi me observaba con una mezcla de incredulidad y diversión.

Sentía su mirada mientras caminábamos, viendo cómo me abrazaba a mí misma después de cada mordisco, claramente comenzando a sentir el frío que aumentaba. Aunque trataba de disimularlo, pero Yoongi no podía dejar de sonreír ante lo obvio.

—No sé cómo no estás congelando —bromeó él, sacudiendo la cabeza, con una sonrisa que parecía mezclar diversión y ternura, metiéndose las manos aún más en los bolsillos de su abrigo mientras caminábamos de nuevo.

—Es que está muy rico —respondí, pero el temblor en mi voz era innegable. El viento comenzaba a calarse en mi abrigo, y aunque intentaba no demostrarlo, Yoongi lo notó.

Sin embargo, a medida que seguíamos caminando, el viento se hacía más fuerte, y ya no podía evitar sentirlo. Aunque intentaba disimular, el aire helado empezaba a calar en mi piel. Me abracé a mí misma, frotándome los brazos para entrar en calor, pero no dejé de comer el helado.

Yoongi me observaba de reojo y, finalmente, dejó escapar una pequeña carcajada. Sin decir más, se detuvo y, con un gesto despreocupado, se quitó la bufanda que llevaba alrededor del cuello. Antes de que pudiera reaccionar, la envolvió suavemente en mis hombros.

—No puedo verte temblar mientras comes helado. Es contradictorio hasta para ti —dijo con una pequeña risa.

Lo miré sorprendida y agradecida, sintiendo el calor de la bufanda, pero también algo más. Había una suavidad en el gesto de Yoongi que hizo que mi corazón diera un vuelco.

—Gracias —murmuré, algo sonrojada.

—Tn, de verdad… vas a terminar convertida en un cubo de hielo —dijo, sin poder ocultar su diversión mientras ajustaba la bufanda—. Dame ese helado, anda. No puedes congelarte por eso.

Reí ligeramente al darme cuenta de lo ridículo de la situación y, aunque a regañadientes, le pasé el helado a Yoongi. Él lo tomó sin decir nada más y lo tiró en una papelera cercana.

—¡Oye! —protesté con una mueca, aunque sabía que él tenía razón.

Yoongi simplemente asintió, pero en lugar de solo eso, dio un paso más. Sin previo aviso, me abrazó como si fuera lo más normal, transmitiendo un calor inesperado. Yo lo miré aún más sorprendida, pero no me aparté de él. La calidez que sentía ahora no tenía tanto que ver con el abrigo o la bufanda, era su abrazo y los sentimientos que dejó en mí.

—¿Así estás mejor? —preguntó Yoongi, sonriendo ligeramente, con esa tranquilidad suya.

El frío parecía desvanecerse un poco, y aunque seguía siendo una noche helada, en ese momento no importaba tanto.

—Sí —respondí suavemente, agradecida y un poco sonrojada—. Mucho mejor. Gracias.

El aire frío de la noche envolvía todo a nuestro alrededor mientras nosotros estábamos en silencio, aún abrazados. Las luces titilaban a lo lejos, proyectando sombras suaves sobre el rostro de Yoongi. Sentía el calor de su cuerpo envolviéndome, y en ese momento, mi corazón latía tan fuerte que era imposible ignorarlo.

Despacito, como si el tiempo se detuviera entre nosotros, Yoongi se separó un poco del abrazo. Sus manos permanecían en mi cintura, y sus ojos buscaron los míos, reflejando una mezcla de ternura y duda. Era como si él estuviera esperando una señal, un pequeño gesto que le confirmara que estaba bien dar el siguiente paso.

Yo lo miré con una suave sonrisa, con el corazón acelerado y las emociones a flor de piel, lo miré fijamente, notando cómo la distancia entre nuestros rostros era cada vez más corta.

Mi respiración se hizo más lenta, más consciente. El momento se llenaba de una tensión delicada, pero no incómoda. Era esa clase de tensión que viene antes de algo inevitable, algo que los dos estábamos esperando, pero no me atrevía a precipitar.

El aire pareció detenerse entre nosotros. Sentí mi corazón acelerarse mientras la distancia entre ambos desaparecía lentamente. Sus ojos bajaron a mis labios, pero no se movió de inmediato, como si me estuviera dando la oportunidad de decidir.



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En el texto hay: yoongi, yoongi y tu, suga y tn

Editado: 19.01.2025

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