Si te hubiera dicho que sí

Capítulo 35

Las cuatro caminamos juntas entre risas hacia el salón donde estaban Juni y Taemi. El bullicio de los estudiantes llenaba los pasillos, pero nuestro pequeño grupo parecía ajeno al caos. Las bromas y los comentarios de mis amigas mantenían el ambiente ligero.

—¿Crees que Taemi y Juni también quieran formar parte de este debate sobre Yoongi? —preguntó Sujin con una sonrisa traviesa, como si ya estuviera planeando algo.

—Por favor, no las metas en esto —respondí, riendo y llevándome una mano a la frente—. Ya tengo suficiente con ustedes tres.

—Demasiado tarde —dijo Yeji, adelantándose un poco para asomarse al salón—. ¡Chicas! Tienen que escuchar esto.

Juni y Taemi levantaron la vista al escucharnos entrar. Ambas nos saludaron con sonrisas curiosas, especialmente al ver la expresión avergonzada en mi rostro.

—¿Qué está pasando ahora? —preguntó Juni, dejando a un lado sus apuntes.

—Nuestra querida Tn recibió un regalo de alguien muy especial —respondió Yumi, cruzándose de brazos dramáticamente.

—¿Un regalo? —repitió Taemi, arqueando una ceja—. Ahora sí quiero saber más.

Suspiré, sabiendo que no tenía escapatoria. Saqué la caja de macarons de mi mochila y la coloqué sobre la mesa, junto con la nota que había venido con ella.

—Fue de Yoongi —admití, mirando las reacciones de todas mientras mi rostro se calentaba.

Juni dejó escapar un leve silbido, mientras Taemi tomaba la nota y la leía en voz alta.

—"Un pequeño agradecimiento por hacer todo más brillante" —repitió, antes de mirarme con una sonrisa—. Es muy lindo. Y también bastante directo, ¿no crees?

—Demasiado directo, diría yo —murmuré, aunque la sonrisa en mis labios me traicionaba.

—Bueno, directo o no, es claro que le importas mucho —añadió Juni—. Así que, ¿qué piensas hacer al respecto?

—Agradecerle, como ya dije antes —respondí, encogiéndome de hombros—. No quiero apresurar las cosas.

—Eso está bien, pero tampoco lo mantengas esperando demasiado —dijo Taemi con tono comprensivo—. A veces, las oportunidades se pierden por pensar demasiado.

Sus palabras resonaron por cada espacio de mi mente. Me quedé en silencio asimilando un poco mientras observaba los colores pastel de los macarons en la caja. ¿Estaba pensando demasiado? ¿Debería simplemente dejar que las cosas fluyeran?

Antes de que pudiera responder, Juni cambió el tema, hablando de los preparativos para el festival y los últimos detalles que faltaban. Levante la mirada hacia ellas y agradecí internamente por el cambio de tema.

Después de terminar el almuerzo, me despedí de mis amigas, quienes no tardaron en burlarse de mí y desearme suerte. Salí del bullicio de la cafetería y me dirigí hacia el jardín principal donde había quedado de verme con Yoongi. Caminé por los pasillos, escuchando ligeros cuchicheos de nuevo.

Sentía los latidos de mi corazón un poco más rápido de lo normal, aunque no sabía si era por emoción o nerviosismo. Los pasillos estaban llenos de estudiantes, algunos riendo, otros enfrascados en sus conversaciones. Sin embargo, no pude evitar notar que algunas miradas parecían seguirme.

—¿Es ella? —escuché murmurar a alguien mientras pasaba cerca de un grupo de chicos apoyados contra una pared.

—Sí, es Tn. Siempre está con sus tres amigas —respondió otra voz.

—¿En serio está con Yoongi? Pensé que él… no sé, estaría con alguien más de su círculo —dijo una chica con tono curioso, aunque no malintencionado.

—¿No se llama Lizzy? —preguntó una de ellas.

El comentario, aunque apenas audible, llegó directo a mi pecho. Mis pasos se hicieron un poco más lentos mientras intentaba ignorarlo, pero las palabras parecían resonar en mi cabeza. «Alguien más de su círculo». ¿Qué significaba eso exactamente?

—Debe ser buena en algo para que él se fije en ella —bromeó otra voz, haciendo que apretara un poco los puños en los bolsillos de mi abrigo.

El frío del aire golpeó mi rostro mientras trataba de seguir caminando como si nada. Cada paso parecía más pesado, como si esas palabras fueran pequeñas piedras que se acumulaban en mi mochila, haciendo que el peso fuera cada vez más difícil de cargar.

«Debe ser buena en algo para que él se fije en ella».

Esa frase en particular resonaba en mi mente, acompañada de las miradas rápidas de curiosidad que me lanzaban cuando creían que no los veía. Apreté más los puños dentro de mis bolsillos, intentando ignorar esa punzada en el pecho que parecía crecer con cada pensamiento. Pasé de largo, tratando de no dejar que esos comentarios me afectaran, pero era imposible no sentirme pequeña bajo esas miradas y palabras que no hacían más que generarme inseguridades.

Cuando finalmente llegué al jardín, lo vi de pie junto a uno de los bancos. Su figura destacaba bajo la luz del sol, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Parecía estar revisando algo en su teléfono, pero al levantar la vista y verme, una sonrisa inmediata iluminó su rostro.

—¡Hey, Lizzy! —dijo, levantando una mano en señal de saludo.




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