Si te hubiera dicho que sí

Capítulo 50

Entre lo que fuimos y lo que podemos ser

El resto de la tarde transcurrió en un vaivén de pensamientos y emociones que no lograba controlar. Cada palabra de Yoongi resonaba en mi mente una y otra vez, como un eco incesante que me recordaba que, por primera vez en mucho tiempo, teníamos la oportunidad de hablar sin barreras, sin miedos, sin excusas.

Cuando llegué a casa, me encerré en mi habitación, dejando que el silencio me envolviera. Mi teléfono descansaba sobre la mesa de noche, y aunque quise escribirle algo, cualquier palabra parecía innecesaria. Habíamos esperado tanto para este momento, que lo único que podía hacer ahora era dejar que llegara.

Por la mañana, el aire frío del invierno se filtraba por la ventana mientras me preparaba para salir. No sabía cómo vestirme para una conversación que definiría lo que vendría después. ¿Casual? ¿Un poco más arreglada? Negué con la cabeza, sintiéndome tonta por pensar en algo así. Al final, opté por algo sencillo y cálido, algo que me hiciera sentir cómoda en medio de todo lo que aún no sabía cómo afrontar.

Mi madre me vio en la entrada mientras ajustaba mi bufanda y me miró con curiosidad.

—Saldrás temprano hoy —comentó con una sonrisa.

—Sí, tengo que… resolver algunas cosas —respondí, sin dar más detalles.

Ella asintió, como si entendiera que no debía preguntar más.

El camino hacia el café donde habíamos acordado encontrarnos se sintió eterno. Cada paso era un recordatorio de todo lo que había pasado entre nosotros, de cada palabra no dicha y de todas las veces que dejamos que el silencio nos ganara. Cuando llegué, lo vi sentado junto a la ventana, con una taza entre las manos y la mirada perdida en la calle. Mi corazón latió con fuerza. No había vuelta atrás. Respiré hondo y di el primer paso.

—¿Llevas mucho esperando? —pregunté suavemente al llegar a su mesa.

Me senté frente a él. Él me observó en silencio por un momento, y luego, con una sonrisa ligera, deslizó una taza hacia mí.

—No tanto. Me adelanté un poco, necesitaba ordenar mis ideas.

—Capuccino, sin azúcar. Como te gusta.

El simple gesto hizo que mi corazón se apretara con ternura. Tomé la taza entre mis manos, disfrutando del calor que se extendía en mis dedos y en mi pecho.

—Gracias —murmuré, mirándolo a los ojos.

Él se apoyó en la mesa, observándome con esa intensidad suya que siempre lograba hacerme sentir especial.

—¿Lista para hablar de verdad? —preguntó.

Asentí con una pequeña sonrisa.

—Sí. Esta vez, sin miedo.

—Lizzy… no quiero que esto sea otra conversación en la que nos andamos con rodeos. Ya hemos perdido suficiente tiempo así.

—Lo sé —respondí, entrelazando mis manos sobre la mesa—. Y tienes razón, no quiero seguir huyendo.

Él me miró con atención, como si estuviera esperando algo más, así que tomé aire y reuní el valor para decir lo que realmente sentía.

—Desde el principio, tuve miedo —admití—. Miedo de arruinar algo que ni siquiera había comenzado. Miedo de ser una distracción para ti, de no encajar en tu vida… Y cuando empecé a creer que realmente podríamos tener algo, el miedo se hizo aún más grande.

Hablé mientras Yoongi escuchaba en silencio, sin interrumpirme.

—Y cuando vi que te alejabas, que pasabas tiempo con ella… —mi voz bajó involuntariamente—. Pensé que te habías dado cuenta de que no valía la pena intentarlo conmigo.

Él negó con la cabeza de inmediato.

—Nunca fue eso, Lizzy —dijo con firmeza—. Jamás pensé que no valías la pena. Pero sentí que no podía hacer nada más si no estabas dispuesta a dar el paso conmigo.

Bajé la mirada, sintiéndome tonta y culpable por haberlo hecho sentir así.

—No te pedía que no tuvieras miedo —continuó él—. Solo quería que confiaras en mí lo suficiente para intentarlo juntos.

—Lo sé —murmuré—. Lo lamento, Yoongi. Lamento todo el dolor que te causé.

Él exhaló, pasándose una mano por el cabello en un gesto pensativo.

—Sigo sintiendo lo mismo por ti, Sienna Rose —dijo finalmente, usando mi nombre completo, lo que hizo que mi corazón se acelerara—. Pero no quiero que vuelvas a mí solo porque tienes miedo de perderme. Quiero que estés aquí porque realmente quieres estarlo.

Sus palabras fueron un golpe directo a mi pecho. ¿Quería estar con él? Sí. Lo sabía desde hace mucho. Pero… ¿Estaba lista para hacerlo sin que mis miedos me paralizaran de nuevo?

Lo miré a los ojos, y por primera vez en semanas, supe la respuesta.

—Quiero estar contigo, Yoongi —afirmé con certeza—. No porque tenga miedo de perderte, sino porque estar contigo me hace sentir que vale la pena enfrentar mis miedos.

Él me observó por un momento, como si quisiera asegurarse de que realmente creía en mis propias palabras. Luego, una sonrisa suave se dibujó en sus labios.

—Entonces… intentémoslo —dijo, extendiendo su mano sobre la mesa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.