Si te hubiera dicho que sí

Capítulo 51

Cuando el atardecer estaba haciéndose presente, el sonido del teléfono vibrando sobre la mesa me sacó de mis pensamientos. Miré la pantalla y mi corazón se aceleró de inmediato al ver su nombre.

Yoongi 💙 está llamando...

Tomé aire y deslicé el dedo por la pantalla antes de llevar el teléfono a mi oído.

—Hola, Yoongi —dije con una sonrisa involuntaria en los labios.

Hola, Rosie—su voz era suave, pero había algo en su tono que me hizo sentir una calidez inmediata—. ¿Puedo robarte un momento?

—Siempre puedes —respondí, acomodándome mejor en la cama mientras abrazaba una almohada.

Él soltó una risa baja, esa que me hacía sentir como si todo estuviera bien en el mundo.

—¿Podemos vernos más tarde? —preguntó con tranquilidad.

—Claro, sin problema —respondí sin dudarlo.

Bien, entonces paso por ti en una hora —dijo Yoongi con naturalidad, como si fuera la cosa más sencilla del mundo.

—¿Tan rápido? —pregunté con una ligera risa.

No quiero darte tiempo de pensar demasiado y que te asustes —bromeó.

Rodé los ojos con una sonrisa.

—Está bien, Darcy. Te veo en una hora.

Nos vemos, Lizzy.

Colgué la llamada con el corazón latiendo acelerado. Me quedé mirando la pantalla unos segundos antes de saltar de la cama para arreglarme. No importaba cuánto tiempo lleváramos con esta conexión entre nosotros, todavía lograba hacerme sentir ese nerviosismo de anticipación, esa mezcla de emoción y calma que solo él sabía provocar.

Me puse un suéter cómodo y mi abrigo favorito, sin querer pensar demasiado en el significado de esta salida. No importaba si ya sabíamos lo que sentíamos el uno por el otro, esto aún se sentía especial, como si cada momento con él fuera un nuevo comienzo. Cuando finalmente escuché el timbre de la puerta, tomé aire y salí. Y ahí estaba él, esperándome, recargado sobre su auto, con las manos en los bolsillos y esa media sonrisa.

—Hola, Lizzy —saludó Yoongi, con esa voz tranquila que siempre lograba calmarme y al mismo tiempo acelerarme el corazón.

—Hola, Darcy —respondí con una sonrisa tímida mientras me acercaba.

Él me observó unos segundos, como si estuviera grabando el momento en su memoria, y luego abrió la puerta del auto para mí.

—Vamos, hay algo que quiero mostrarte.

Asentí sin hacer preguntas, dejando que la emoción de la incertidumbre me envolviera. Mientras él conducía, el ambiente en el auto era cómodo, lleno de esa energía tranquila que siempre teníamos cuando estábamos juntos.

Después de unos minutos, nos detuvimos en un mirador que daba vista a la ciudad iluminada en la distancia. El frío de la noche nos rodeó en cuanto bajamos del auto, pero Yoongi se quitó la bufanda y, sin decir nada, la colocó alrededor de mi cuello con una suavidad que me hizo sonreír.

—¿Me trajiste hasta aquí solo para prestarme tu bufanda? —bromeé, acomodando la bufanda con mis manos.

—No exactamente —dijo él, metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo. Su expresión se volvió más seria, aunque sus ojos aún tenían ese brillo especial—. Quería hablar contigo.

Sentí mi pecho apretarse levemente.

—¿Sobre qué? —pregunté, aunque en el fondo ya intuía la respuesta. Tragué saliva, sintiendo cómo el nerviosismo crecía dentro de mí.

Yoongi exhaló suavemente, formando una pequeña nube de vapor en el aire frío de la noche. Dio un par de pasos hacia la baranda del mirador y miró la ciudad iluminada, como si necesitara ordenar sus pensamientos antes de hablar.

—Sobre nosotros —dijo finalmente, girando su rostro para mirarme.

Mi pecho se apretó con fuerza.

—Sienna, nunca he sido de los que ponen etiquetas a las cosas sin pensarlo bien. Pero tampoco quiero que esto se quede en un punto intermedio. Quiero que sepas que eres importante para mí, y no quiero seguir avanzando sin que tú estés segura de lo mismo.

Mi corazón latía tan rápido que casi podía escucharlo en mis oídos.

—Yoongi…

—Sé qué hemos pasado por muchas cosas, y que aún hay cosas en las que debemos trabajar —continuó, dando un paso más cerca—. Pero si algo tengo claro es que quiero estar contigo. Sin dudas, sin miedo, sin preguntas sin respuesta.

Sus palabras me envolvieron como un abrazo cálido en medio del frío. No había prisa en su voz, solo una certeza que me hizo sentir segura.

Yoongi tomó mi mano con suavidad, entrelazando nuestros dedos como si cada movimiento suyo estuviera impregnado de certeza. Sus ojos, iluminados por la tenue luz de la ciudad a lo lejos, reflejaban todo lo que sentía sin necesidad de palabras.

—Lizzy… —su voz era baja, firme, pero con un matiz de vulnerabilidad que me hizo contener el aliento—. No quiero que esto sea un "quizás", ni un "hubiera sido". Quiero que sea un "ahora". Un "nosotros".




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