Nos quedamos en la cocina durante un rato, charlando de cosas simples. Yo le conté a mi madre algunas anécdotas de la noche, de las risas en la casa de Yoongi y el ambiente tan acogedor que nos rodeaba, y ella escuchaba atentamente. Yoongi, por su parte, parecía relajado, como si ese momento tan familiar le resultara cómodo.
La conversación fluyó fácilmente, y cuando mi madre empezó a preparar algunas cosas para llevar a la abuela, Yoongi y yo nos quedamos un momento en el salón, mirando el árbol de Navidad decorado. Las luces parpadeaban suavemente, y el silencio se llenó de una quietud agradable.
Yoongi se acercó a la ventana y miró hacia afuera, donde la nieve comenzaba a caer con suavidad. El aire de la Navidad se sentía más fresco afuera, pero dentro de la casa todo era cálido, familiar. Yo sonreí y me acerqué a su lado observando hacia el jardín cubierto por una capa de nieve.
—Chicos, ¿Nos vamos? —pregunto mi madre desde la cocina.
La voz de mi madre nos sacó suavemente del momento, y Yoongi se giró hacia ella con una sonrisa.
—¿Ya nos vamos? —preguntó él, como si estuviera disfrutando del ambiente tanto como yo.
Mi madre apareció en el umbral de la cocina, con su abrigo ya puesto, lista para salir.
—Sí, ya es hora de irnos a casa de la abuela —dijo, su tono amable, pero firme, como si supiera que queríamos más tiempo, pero también entendía que la noche tenía que seguir su curso.
Yoongi miró hacia mí, como buscando mi opinión. Vi en sus ojos esa pequeña duda, como si quisiera seguir aquí, pero no quería interferir en lo que mi familia ya había planeado.
—¿Te gustaría venir con nosotros? —pregunté, sintiéndome un poco nerviosa al ofrecerle esa opción, aunque lo deseaba profundamente.
Él se quedó en silencio por un momento, observando la escena: mi madre esperando en la puerta, la casa cálida y acogedora, la Navidad de alguna manera invitando a quedarse un poco más. Finalmente, asintió.
—Claro, me encantaría —respondió con una sonrisa ligera.
Mi madre parecía satisfecha con la respuesta y asintió también, encantada de que Yoongi aceptara acompañarnos.
Nos preparamos rápidamente, y poco después, salimos hacia el coche. La nieve había cubierto el camino, pero las luces del vecindario brillaban cálidamente, iluminando nuestro camino. Mientras conducíamos hacia la casa de la abuela, la noche parecía continuar envolviéndonos en esa atmósfera de calma y alegría.
El trayecto hacia la casa de la abuela fue tranquilo, con la suave música navideña llenando el auto de mi madre mientras las luces de la ciudad parpadeaban a través de la ventana. Yoongi y yo compartimos una conversación ligera, riendo de vez en cuando por pequeñas anécdotas, pero había algo en el aire que hacía que todo se sintiera más profundo. La Navidad, la nieve, y el calor de la compañía creaban una atmósfera mágica que no quería que terminara.
Cuando llegamos a la casa de la abuela, la calidez que salía por la puerta era acogedora. Mi madre nos invitó a entrar, y al instante, la abuela nos recibió con los brazos abiertos, abrazándome primero y luego a Yoongi, quien parecía un poco tímido, pero también genuino en su cordialidad.
—¡Qué alegría tenerlos aquí! —exclamó la abuela, sonriendo ampliamente—. ¿Quién es tu amigo mi pequeña Rosie? —pregunto la abuela haciéndome sonrojar, pero sonreí al instante.
—Es mi novio abuela, te presento a Yoongi —dije con una sonrisa.
La abuela nos miró con sorpresa, pero en seguida su rostro se iluminó con una sonrisa cálida y aprobatoria. Sus ojos brillaron al escuchar la palabra "novio", y su expresión cambió de curiosa a encantada.
—¡Ay, qué bien! —exclamó con una risa suave, mientras se acercaba a Yoongi para abrazarlo nuevamente, esta vez con un toque aún más afectuoso. —Es un placer conocerte, Yoongi. Rosie siempre habla mucho de ti, pero hoy al fin puedo ponerle rostro a esas historias.
Yoongi, algo tímido, sonrió y se inclinó un poco para abrazarla, aceptando con humildad el gesto de bienvenida. Mi abuela, como siempre, tenía ese don de hacer que cualquiera se sintiera bienvenido de inmediato, y Yoongi no fue la excepción.
—Gracias, señora —respondió Yoongi, con la misma cortesía que había mostrado antes, pero con una suavidad en su voz que me hizo sentir aún más tranquila.
Nos invitaron a pasar al salón, donde la familia ya se había reunido alrededor de la mesa, llena de platillos navideños. El ambiente estaba lleno de risas y conversaciones cálidas, pero la mirada de la abuela seguía atenta sobre nosotros, como si no quisiera perderse ningún momento.
—Vengan, siéntense, siéntense —dijo la abuela, señalando un par de sillas junto a la chimenea. Yoongi y Yo nos sentamos juntos, y aunque al principio fue un poco incómodo, rápidamente comenzó a sentirse como algo natural. Mi familia estaba tan relajada, tan abierta, que cualquier duda que Yoongi pudiera haber tenido parecía desvanecerse rápidamente.
El aroma a pavo, pan recién horneado y especias navideñas llenaba el aire. La casa estaba decorada con tanto cariño que sentí como si todo estuviera preparado para una ocasión especial. Yoongi se veía un poco impresionado por la calidez y la cantidad de detalles en cada rincón. Sabía que, para él, esta experiencia de una Navidad en familia era nueva, y me sentí feliz de poder compartirla con él.
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Editado: 21.02.2025