Si te hubiera dicho que sí

Capítulo 59

El fin de semana se pasó más rápido, y los días siguientes también, haciendo que a nosotros llegara el estrés de volver a los exámenes y las sesiones de repaso. Sujin, Yeji, Yumi y yo nos encontrábamos caminando entre los pasillos de la biblioteca buscando un lugar libre.

Finalmente, encontramos una mesa vacía cerca de la ventana, donde la luz tenue de la tarde se filtraba a través del cristal, dándole un aire acogedor al espacio. Nos sentamos con un suspiro casi sincronizado, dejando caer nuestras mochilas sobre la mesa.

—No sé ustedes, pero yo necesito un milagro para recordar todo esto antes del examen —murmuró Yumi, sacando sus apuntes y dejándose caer contra el respaldo de la silla.

Sujin rio por lo bajo mientras organizaba sus libros. —Solo necesitas concentrarte, Yumi. Si te dejaras de quejar tanto, podrías aprender el doble.

—Eso suena muy aburrido —replicó ella, haciendo un puchero antes de girarse hacia mí—. Rosie, dime que tú tampoco te sientes lista.

Sonreí, acomodando mis hojas y bolígrafos sobre la mesa. —No lo sé, creo que estoy sobreviviendo… apenas.

—Bueno, al menos alguien tiene esperanza —bromeó Yeji, dándome un pequeño empujón con el hombro antes de abrir su laptop.

Nos sumergimos en nuestros apuntes, repasando fórmulas, resúmenes y preguntas clave. El murmullo de la biblioteca se mezclaba con el sonido de páginas pasando y teclas siendo presionadas. Por momentos, el estrés de los exámenes desaparecía en la compañía de mis amigas, pero aún podía sentir el peso del cansancio acumulándose en mis hombros.

—Hagamos esto más interesante —propuso Sujin después de un rato—. Cada vez que alguien se equivoque en una respuesta, tiene que comprarle café a las demás después del estudio.

—Eso no es justo, perderé en la primera ronda —se quejó Yumi, pero terminó aceptando con una sonrisa.

Las risas y el estudio continuaron, haciendo que la tarde pasara más rápido de lo esperado. A pesar del cansancio y la presión de los exámenes, me sentía agradecida por tenerlas a mi lado.

Mi teléfono vibró suavemente sobre la mesa y, sin pensarlo mucho, lo tomé para revisar la notificación.

Yoongi: "¿Sigues en la biblioteca?"

Yo: "Sí, tratando de no perder mi dignidad académica."

Yoongi: "Voy para allá. Les llevo algo de café."

Sonreí involuntariamente al leer su mensaje, sintiendo una calidez en el pecho. No importaba lo agotador que fuera todo, con él y con mis amigas a mi lado, sentía que podía con cualquier cosa.

El sonido de las páginas pasando y los murmullos en la biblioteca se convirtieron en un suave ruido de fondo mientras intentábamos concentrarnos en los apuntes. Pero, a pesar de todos mis esfuerzos, mi mente se desviaba de vez en cuando hacia la idea de que Yoongi estaba por llegar.

—Rosie, tu cara —susurró Yeji con una sonrisa divertida—. Estás demasiado sonriente para estar estudiando ecuaciones.

Rodé los ojos, pero no pude evitar reírme. —Solo… Yoongi dijo que pasaría por aquí con café.

—¡Dios, lo amo! —exclamó Yumi en voz baja—. Justo lo que necesitamos para sobrevivir esta tarde.

—Honestamente, cada día me convenzo más de que él es una buena influencia para ti —agregó Sujin con una sonrisa.

Seguimos repasando por unos minutos más, pero cuando el sonido de pasos familiares se acercó a nuestra mesa, supe que era él. Levanté la vista y ahí estaba, con su abrigo negro, bufanda roja y una bandeja con cuatro cafés en las manos.

—Café para las estudiantes más dedicadas de la biblioteca —anunció con su tono tranquilo, colocando la bandeja sobre la mesa.

—¡Eres nuestro salvador! —exclamó Yumi, tomando su vaso con entusiasmo.

—Si necesitas algo, lo que sea, estamos en deuda contigo —añadió Sujin, tomando su café y suspirando al sentir el calor en sus manos.

Yoongi solo sonrió y me pasó el mío con un gesto suave. —¿Cómo vas?

—Sobreviviendo, pero con esto la probabilidad de que apruebe aumentó un poco —bromeé, sosteniendo mi café con ambas manos para absorber el calor.

—Bien. No quiero que te estreses demasiado —dijo él, bajando la voz mientras se sentaba en la silla vacía junto a la mía—. Solo haz lo mejor que puedas, Rosie.

Mi corazón se calentó con sus palabras. Sabía que no solo era un comentario casual; realmente le importaba cómo me sentía y quería asegurarse de que estuviera bien.

—Gracias, Yoongi—susurré, mirándolo con una sonrisa.

Las chicas nos miraron con ojos brillantes, claramente disfrutando la escena.

—Ay, Dios, están en su propia burbuja otra vez —se quejó Yumi con diversión—. ¿Deberíamos darles privacidad?

Yoongi rio por lo bajo y negó con la cabeza. —No se preocupen, no voy a robarles a su amiga… por ahora.

Me reí y rodé los ojos, pero no solté su mano cuando él la tomó bajo la mesa, entrelazando nuestros dedos con un leve apretón.

—Bien, bien, volvamos al estudio antes de que me quede dormida sobre la mesa —dijo Sujin, revisando sus notas.




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