Si Te Hubiera Visto Antes Que Ella...

Capítulo 12

- Yoongi, eso se pone arriba. 
- Oh, claro. ¿En la azotea? 
- Si. Busca los casilleros. 

Asentí y subí las escaleras con un poco de afán, hechando ojo para todos lados finalmente encontrando el lugar de los trapeadores y los productos de limpieza. Tomé uno junto a un balde para llenarlo de agua y detergente que se disolvía lentamente agotando mi paciencia. 

Bajé las escaleras esquivando con tal agilidad a mis compañeros para llegar a la mesa número 7 donde un pequeño había votado su bebida gaseosa. Y como estaba en mi semana de prueba, ¿adivinen a quien te tocaba hacer el peor trabajo? 

Sin embargo la paga era buena, y como un túnel oscuro el cual recorría, solo anhelada ver la luz del otro lado. Osea, el dinero. 

Primero se secó el líquido para meter el trapeador al agua y volverlo a meter. Hice el procedimiento dos veces para luego recoger el balde, subir las escaleras y lavar todo. 

- ¡Min!
- Si señor. 

Bajé las escaleras para tomar el puesto junto a mi compañero Hoseok, quien lavaba los platos en tanto yo los secaba y ponía en su lugar. Él normalmente era muy simpático por lo que había visto, pero algo era seguro: cuando estaba trabajando, era trabajando. Se olvidaba de todo y se concentraba exclusivamente en ello. A decir verdad su inglés era un poco gracioso debido a la interferencia de su lengua nativa, y para darles un detalle físico, se podría decir que era un chico realmente atractivo. Su apariencia en conjunto era lo que "mataba", por decirlo asi, pues sus ojos eran normales, su piel, su cuerpo, pero todo en conjunto era realmente atractivo. 






Tic, toc, tic, toc... 





El agitado día por FIN había concluido y de manera exitosa. Allí me di cuenta de que mi lugar de trabajo era más famoso de lo que pensaba, y es que la gente se amontonaba esperando su turno sin importar los minutos de espera. Lo gracioso era que los coperos (quienes tenían que atender, colaborar con los meseros), se encontraban enloquecidos por el asinamiento del lugar. Es que era mucha gente. 

En todo caso el ambiente me ha gustado, puesto que no se tiene que involucrar tanto el uno con el otro, simplemente van a hacer su trabajo y listo. Asi me gustaba. 

- Que tengas una buena noche. 
- Lo mismo. Nos vemos. 
- Acuérdate del delantal.
- Si, claro. 

Tomé un taxi a casa mientras me desabrochaba los primeros botones de la elegante camisa que portaba. O más bien la camisa me portaba a mí, pues era un poco grande. Sin embargo junto al pantalón negro que tenía, los zapatos altos de charol y mi cabello negro me daban un aspecto impecable. 


Me asomé a la ventana observando las calles con total detalle, aprendiendo y grabando en mi mente el camino que debía recorrer por mucho tiempo. Hasta que encontrara otro trabajo, pues la ayuda economía de mi padre se había acabado hace rato. 

- Se ve tranquilo... 
- ¿La ciudad?- el señor maduro y de aspecto gastado, me miraba de vez en cuando por el retrovisor. 
- Si. Ahora que nadie ha vuelto a desaparecer...
- Si. Es alentador salir a las calles sin tener temor. Aunque siempre queda esa sed de justicia que nunca se sació. 
- Eso no es problema. La vida se encargará de devolverle lo que ha sembrado. 
- Sin embargo, y no es porque sea religioso, pero tiene mucha razón Job cuando dice que los malos son recompensados. 
- Claro, pero lo dijo cuando estaba equivocado. El mal en nada aprovecha, y yo sé que ese idiota va a pagar.
- Como diga joven. Sólo le compartí mi pensamiento.
- Igualmente. A la derecha señor. Gracias. 



Pagué al hombre y me encaminé a mi hogar. La razón por la que no me llevaba mi carro era por la paga del parqueadero, a eso sumándose lo cansado que salía como para ponerme a manejar.

Cuando llegué a casa, mi celular empezó a vibrar. Eran mensajes del oficial Jeon. Y eran muchos, a decir verdad. 

- Bienvenido amor- Charlotte me recibió con un beso en los labios el cual correspondí. Me senté en la sala para atender a Jeon en tanto mi novia me atendía a mi. Me dió un leve masaje luego de una cena espléndida. 


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Pero todavía no acabo de entender. A ver, Jimin se perdió yendo a la universidad pero luego se salió de las clases de danza, se desapareció su ropa ¿y aún asi me dices que se lo robaron? 

Es que no lo conoces, Jimin no haría eso. Además él no conoce a nadie y...

Cálmate Min. Yo lo estoy buscando por si algo, pero ten en claro que la explicación más lógica es que se fue. 

Pero es que

Te daré noticias. Sólo sé paciente. Si tienes algo más que agregar, no sé, indicios, algún amigo de Jimin, dilo.Tú lo conoces bien asi que podrás sacar buenas conclusiones.

Si, me pondré en ello. Gracias por todo, encerio. 

No agradezcas, esto lo hago por Jimin, no por tí. 


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¿Indicios? ¿situaciones? ¿un amigo? ¿un posible sospechoso? ¡Vamos! 

Eso no tenía sentido. Jimin sólo se la pasaba conmigo. Aunque... todo esto parece una cobarde huída. Pero hay está el problema, Jimin nunca se iría asi, sin decir nada. 

- ¿Te fue bien en el trabajo, precioso?
- Ehh- terminé de escribir algunas cosas en las notas para bloquear el celular y ponerle atención a la peliroja que, frente a mí, se sentaba de forma nada sofisticada. 

Sus piernas estaban dobladas, con sus codos apoyados en sus rodillas y una taza humeante en sus manos. Para no variar, su cuerpo vestía una camisa color azul rey algo olgada, puesto que era mía. 
Debajo sólo tenía unas bragas negras de elegante confección y encaje. 

- Si. Si me fue bien. Algo cansado pero nada del otro mundo. 

Charlotte rió levemente, tomando un sorbo de su té. 

- Algún día iré a comer allí para que me atiendas. 
- Oh, por favor, no. Allí es muy agotador y... 
- Ya dije, voy a ir- una sonrisa gatuna surcó sus labios en tanto me mantenía la mirada. Deja su té sobre la mesa para caminar a paso lento y en silencio a mi dirección, con esa coquetería algo mal intencionada a mi opinión. 

Finalmente dejó mi celular de lado para sentarse en mis piernas de tal forma que su rostro quedaba justo frente al mío, viéndome intensamente. De inmediato sentí el peso de su cuerpo sobre aquella zona, pero sólo me provocó sorpresa.

Pasé mis manos al rededor de su cintura y muy desafiante me le quedé viendo. ¿Se me estaba ofreciendo? 

- ¿Me quieres, Yoongi? 



Dios Santo....




¿¡DE TODAS LAS JODIDAS PREGUNTAS QUE PUEDE HACERME, JUSTO AHORA Y EN ESTE TIEMPO ME HACE ESTA!? 

¿Qué le digo? ¿Qué le digo?




- Princesa, ¿A qué te refieres? 

Su sonrisita delicada y suave me dió a entender que ella realmente estaba dispuesta a... a ello. Y no volvió a abrir sus labios, pues sus dedos se deslizaron bajo mi cálida prenda descubriendo su piel. Y yo en mi estado de shook, sólo fuí abriendo los ojos en tanto me alarmaba. 

Todabía sigo siendo un hombre, y no pude evitar calentarme al ver sus curvas, su delicado cuerpo empezando por su clavícula bien marcada, unos preciosos y bien levantados pechos de lindos pezones rosados y redondos. Su vientre con un camino que delineaba esa lasciva caída a su hombligo semejante a una graciosa taza y más abajo esa... joder. Ahora mismo parezco un maldito depravado, ¿¡Pero cómo no mirar!? ¡SERÍA UN DELITO! 


Ella dejó en el sofá mi prenda para quitarse el cabello de los pechos y dejar todo ese monumento celestial de los arcángeles a mi vista y total disposición. 

- D-dios- tomé la camisa para ponerla sobre su cuerpo torpemente, pero ella fue más rápida y terminé acariciando sus senos. Suaves, la textura perfecta, la delicadeza más sutil.

Sus labios me sorprendieron chocandose con los míos para comerlos suavemente. Ella sabía que asi me mataba. Pero mi cabeza que es una completa vergüenza, me empezó a recordar de forma automática las veces que había visto a Jimin casi desnudo. De la cintura para arriba.

Y mi hambre de carne de hizo presente junto a las ganas de entregarme a la lubricidad pura junto a ella. E imaginandolo a él también. 

Mis manos se deshicieron de mi ropa torpemente, pues lo hacía con brusquedad y desesperación. Ella fue a dar debajo mío sobre el sofa, son sus piernas a los lados de mi cadera, entonces aproveché para pegarla más a mi cuerpo. 

La muy maldita de reía de mí, lo cual me prendió más, y terminé por arrancarle la última prenda que cubría sus partes nobles. Ella se lo había buscado, y yo anhelaba algo de acción luego de tanto tiempo. 



 




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