La tina de color blanco, se encontraba rodeada por velitas amarillas en forma redonda asemejando graciosas coquitas, las cuales reposaban justo en el borde mientras una gran cantidad de rosas flotaban sobre el agua que desprendía un rico aroma. En una esquina, cerca de la majestuosa tina, una mesa mediana, redonda de madera color marrón sostenía un vino, al rededor pequeñas porciones de diferentes bocadillos en cuatro platos. En uno habían unas galletas con crema cada una con su cereza encima, en la otra una decoración de fresas y moras creativamente colocadas. En el centro, unas enormes y jugosas fresas rojas contenidas en una vasija transparente para resaltar el sabor del vino, junto a dos sencillas copas de vidrio.
Se podía ver desde la comodidad de la tina, una vista a la ciudad muy relajante, amplia y meramente mundana. Pues una gran ventana se posaba junto a la ya mencionada, la cual también estaba rodeada por cortinas de tenues colores melón.
Con mucho cuidado se fue despojando de sus prendas dejando todo sobre una silla que allí había. Finalmente se metió despacio disfrutando la temperatura y sumergiendo su cuerpo hasta la altura de los hombros.
- Este lugar es hermoso. Todo es como un sueño...
Se encogió en su lugar, apoyando su rostro sobre sus brazos contemplando la vista, los colores y los olores. Unos golpes en la puerta le sobre saltaron, seguidos de un "¿puedo pasar?".
Tae se encontraba del otro lado a la expectativa, esperando ser rechazado, pero para su sorpesa:
- Si, claro.
El ingresó cerrando la puerta tras de sí.
Jimin se sentó más erguido y lo siguió con los ojos hasta que se sentó a su lado, luego de haber puesto la ropa en otro lugar. Jimin hacía sus manos como coquitas para hecharse agua sobre los hombros. Uno que otro petalo se pegaba a su piel.
- ¿No te vas a bañar?
- ¿Me estás invitando, Jiminie? - el mencionado se mordió duramente la lengua, y he aquí la facilidad con la que se le enreda después-
- Y-yo, e-es decir, c-como entraste y-y, y-yy
- Tranquilo. Si quiera hacerlo ya te tendría en mi piernas brincando como un conejito. Pero por ahora dejemos asi.
Jimin tragó duro en un fallido intento de controlarse. La mirada del mayor lo acosaba.
- ¿Estás bien? ¿Quieres estar solo?
- N-no, no quiero estar solo.
Jimin negó volteando su cuerpo para ver mejor al chico a su lado. Éste tomó la mesita de color marrón para ponerla más cerca y, tomando el vino, sirvió una copa que dió a Jimin. Luego se sirvió una para él.
- Salud- Tae extendió su copa, en tanto Jimin le daba un leve choque con la suya. Amos tomaron un sorbo en total silencio. Tae como era su costumbre, puso la copa entre sus dedos y se cruzó de piernas.
Tomó uno de los bocadillos de fresa, degustando el exótico sabor que cosquilleaba su paladar. Jimin le vió curioso, para luego recibir la pequeña y elegante porción a la puerta de sus labios, siendo ofrecida por esos hermosos dedos largos. Estaba delicioso...
- Lo siento mucho. Por lo de hoy.
Sus palabras disfrazadas de dolor, fueron calidamente aceptadas por Jimin, quien sonreía con un poco de tristeza.
- Está bien Hyung. ¿Sabe? Yo me prometí que dejaría en paz a Yoongi en cuanto ella regresara.
- ¿Y a donde tenías planeado ir?
- ¿Ir?
- Si. ¿O pensabas vivir con ellos luego de su regreso?
- Vivir con ellos no es una opción. Es que es complicado, creí que ella no regresaría y-yy y luego... no sé a dónde ir, yo...
- Me tienes a mí.
Era cierto. Jimin ahora podía contar con Taehyung y eso valía mucho. ¿Por qué no había pensado en eso antes?
- H-hyung, yo no quiero ser una carga, yo, la verdad es que yo...
- Creo que no te quedó bastante claro lo mucho que te amo, ¿verdad? Si quieres te lo repito, no hay problema. Lo hago con mucho gusto.
- ¡H-hyung, no diga esas cosas!- Parece que ojos de miel le hacía sufrir la "muerte blanca", con cada comentario que hacía. Sin dejar la lubricidad de lado para no variar.
- Eres precioso. Sólo bastan una palabras para que te pongas rojito Jiminie. Me encantan tus reacciones. Pero dime, ¿acaso no te gusto? ¿nisiquiera un poco?
- Tae-Tae...
¿Cómo podría decirle que estando tan enamorado, sólo tendría ojos para su chico, sin importar lo bien que Tae lo enculara?
- No me respondas ahora. Con el tiempo lo sabrás mi pequeño lirio.
- ¿Por qué me dices asi?
- Porque eso es lo que eres, un fresco y delicado lirio azul. Es en honor a tus ojitos que me tienen hechizado.
Jimin trataba de no mirar a su mayor, quien disfrutaba su comportamiento. Claro que a Jimin le empezaba causar curiosidad este sensual ojos de miel, pero muy por encima.
- Sé que es extraño, - El mayor llenó la copa de Jimin, quien no dudó en volver a ingerir tal bebida de un trago- mi confesión, el apartarte de Yoongi...
- Quiero que sea feliz- admitió.
Su sonrisa falsa mostraba una faceta muy lamentable suya. Quizá una de las peores. - Ella sabrá como hacerlo olvidar de mí.
- ¿Entonces no vas a escribirle?- La copa del pelirojo fue llenada nuevamente, para ser tragada con despecho y rapidez. Soltando un ruido algo grotezco debido a lo caliente que le recorría la garganta.
- Claro que lo haré. Le diré a Yoongi todo lo que no le dije.
- ¿Y luego?
- Luego me olvidará.
Admitió al borde del llanto, siendo arrastrado por el licor y el dolor que taladraban su corazón. Entonces no pudo evitarlo y se entregó al llanto, tornandose rojo y formando un ambiente muy lastimero. Tae odiaba ver a su precioso llorar, pero ello le hacía bien dado que estaba seguro de que, éste lloraría hasta que no quedaran lágrimas. En ese momento él estaría a su lado, sería ese hombro en el que Jimin lloraría, ese apoyo que necesitaba, ese cuerpo que usaría para olvidar... para desquitarse...
Jimin dejó caer la copa en la tina, estendiendo sus brazos a Tae, quien se terminó mojando en el proceso, pero no soltó a Jimin ni un momento.
- Duele mucho Tae, duele mucho, duele, duele...
Tae sólo lo escuchaba en silencio. Sus hipidos, sus sollozos y su llanto. Acarició su piel y su cabello muy cariñosamente, pegándose más a él.
Jimin se quedó dormido en sus brazos.
Ojos de miel lo tomó como a un bebé en sus brazos para envolver el cuerpo contrario en una bata blanca y posteriormente cargarlo. Entonces el cuerpo de Jimin fue transportado en los fuertes brazos de su amante, quien lo vistió con delicadeza y lo dejó sobre su cama a su lado.
Esa noche no apagó las luces de las lámparas, pues quería quedarse dormido viendo la belleza de su ángel. Sin dudar un momento, en besarlo por unos minutos porque ya no se resistía, y Jimin desde su borrachera sentía esos labios familiares.
"Estos labios... ya los he probado antes... mucho antes"
Sonrió cuando Tae se apartó, y éste no dudó en sonreirle en respuesta y abrazarlo. Pegarlo a su pecho, puesto que no habia nada más suave, cálido y de mejor tacto que el cuerpo de Jimin.
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Editado: 27.05.2020