보산광역시 -BUSAN
No estaba entre mis planes volver a mi querida Busan tan rápido, pero asi se dieron las cosas. Justamente porque no tenía planeado venir, no sentí gran emoción al llegar, pues me daba lo mismo. Quizá le daría una visita a mi mamá, pero eso sería mucho después porque obviamente debía decirle dónde estaba su malcriada hija, la desertora.
Por otro lado, Tae se mantuvo haciendo sus cosas en el trayecto del viaje, bastante ocupado y ligeramente tenso llenando unos papeles y otros documentos. Su ocupación lo hacía olvidarse de mí, salvo en las horas de la noche, en las cuales me daba un tierno beso en los labios. Nunca me faltó uno de esos besos de buenas noches.
Por mi parte, estaba dispuesto a hacer todo lo que Tae me pidiera sin chistar absolutamente nada. Si él me decía que me parara de cabeza, no dudaría. Porque es el único que me ha tendido la mano, me ha acogido con mucho amor, me ha protegido y sobre todo: está dispuesto a hacerme feliz.
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Llegamos a nuestro destino, a mi nuevo hogar con mi nueva vida. Tae me tomaba de la mano mientras subíamos las grandes escaleras por entre el verde pasto. La escalera daba una curva a la derecha que conectaba a otra escalera de escalones más pequeños igualmente blancos. Cuando subimos, pude ver la cuidad y las montañas azules por su lejanía junto a una pequeña cantidad de casas y rascacielos. Nuestra casa, alejada de la civilización, consistía en una alargada construcción de un piso. Sin embargo este detalle era fácilmente olvidado debido a la altura a la que se hallaba el techo. En su mayoría las paredes eran de vidrio, pues desde afuera se podía ver el interior de la misma.
- Quería que sólo fuéramos tú y yo. Lejos de todos. De la gente, de los problemas...
De la montaña fluía una cascada pequeña que recorría con rapidez las piedras de tonos grises, cayendo con ímpetu y desembocando en un lago redondo y visiblemente profundo. Rodeado de piedras. Un puente de roble color chocolate lo zurcaba, y en el interior del agua azulada y cristalina, peces rojos nadaban con tranquilidad. Definitivamente me había enamorado de esa vista, de ese paisaje.
- ¿Aquí vamos a vivir?- solté sin poder creerlo. Viendo estupefacto por el rabillo de mi ojo a aquel hombre que me abrazaba por detrás.
- ¿No te gusta? Si no te gusta puedo...
- Tae... ¡está preciso Tae!. Esto parece un sueño. Yo no merezco esto...
- Aunque tú creas eso, yo no comparto la idea. Quiero colmarte de lujos, hacerte feliz, cumplir tus caprichos Jimin. Aun cuando tú sientas que no lo mereces, no dejaré de mimarte y demostrate todo lo que siento por tí. No importa si tu corazón tiene dueño. Me adueñaré de él tarde o temprano.
El pulgar de mi amante, limpiaba mis lágrimas con una sonrisa.
- Oh, Jimin, no llores. No quiero verte llorar, quiero que de ahora en adelante te olvides de todo y sólo te concentres en nosotros ¿vale?
- Vale... vale Romeo. Pero, dime algo, ¿Que se hicieron tus hombres y... el resto?
- Ellos siguen trabajando para mí pero ya no están tan cerca. Es que en Daegu era más peligroso, sin embargo aquí las cosas son diferentes. Ya no necesito mi casa llena de gente.
- ¿por qué Tae-Tae?
-Porque te tengo a tí. Ya no voy a estar solo.
El corazón se me derritió cual mantequilla al comal bien caliente. O a la paila, como le digan. Este hombre no era sólo sensualidad, visualidad y billete.
Nos dirigimos al interior de la casa. Tae me daba un tour por todo el lugar, el cual se vería mucho mejor de día.
Cuando me mostró la cocina, me sentí ligeramente dolido. Sin embargo él me alentó diciendo que pronto estaría listo para volver a dicho lugar.
Entre otras cosas obvias como la sala, sala de estar, nuestra habitación, los cuartos donde se ponía la ropa (pues en nuestra habitación no había armario. La ropa era demaciada, asi que no cabía. Todo se guardaba en una extensa habitación donde estaban los zapatos, accesorios, gorras, chaquetas, correas y demás), la lavandería, una biblioteca pequeña, una piscina mediana techada al otro extremo de la casa, la cocina y el cuarto de baño, había un lugar específicamente para bailar.
Lo emocionante era que Tae y yo podríamos bailar juntos, como una linda pareja y aquello me movía el piso.
- Pensaste también en ello. Es lindo.
- Todo para que no dejes de mostrarme ese batallón de dientes blanquisimos, mi lirio.
- Tae... parece que voy a vivir con un poeta. Ajjaa, es raro.
- ¿Te incomoda?
- Me gusta. Y es gracioso y lindo.
- Entonces lo haré más seguido.
- Asi está bien. Mi príncipe.
- ¿Príncipe...? ¿Ahora soy tu príncipe?
- Sip. Eres mi príncipe. El principe que me salvó del dragón y me llevó a su castillo para ser felices por siempre.
- ¿Por siempre...?
- Por siempre.
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Editado: 27.05.2020