Si Te Hubiera Visto Antes Que Ella...

Capítulo 19

Nuestro precioso libertino, de pecaminoso cuerpo y aura casi divina, se había resistido muy bien todo este tiempo. Ocultando sus grotescos fetiches, sus manías voluptuosas, sus deseos más obscuros y sus ganas de poseerlo, en sentido figurado. 

Era duro. 

Resistirse, tener que encadenar literalmente a su bestia interior, calmando esa maldita y desesperante hambre de intimar. Era tan desesperante como tener sed, querer saciar esa sed, y justo frente a tí haya un vaso lleno de agua fresca y perlada por su fría temperatura. Quieres saciarte y refrescar tu paladar pero... no puedes tomar ese preciado líquido. Asi era. 


Un problema se sumaba al otro, pues sus gustos eran ciertamente egoístas y meramente exquisitos, por lo que NO iba a obligar a su lirio a cometer tales barbaridades. 


Era muy malo, y eso estaba claro. Sin embargo el papel de "daddy" no iba con él, y no le gustaba "someter", puesto que era fiel creyente de que complacía mucho más hacerlo con ese "alguien" que te trae ganas también. Algo recíproco. Pues a su juicio, se sentía una conexión física y emocional que alteraba los sentidos y lo más ardiente era jugar con los sentimientos. Porque ellos hacían parte de la deliciosa manía de nuestro personaje: amaba controlar mente y cuerpo de la criatura que iba a corromper. 

¿Por qué estimular solamente su cuerpo, si podía jugar con su mente y sentimientos? 

Podría empezar por un simple beso en los labios. ¿Por qué nos besamos? ¿para sentir placer? ¿fortalecer lazos emocionales? ¿un simple resabio? 

El tema es complejo, pero a lo que iba es que un acto tan simple como ese, podía ser tan nocivo como, aquí, la relación de estos dos desertores. Y más, si el acto se acompañaba de unas cuantas palabritas dulces. 

El pobre ya se daba por vencido, hasta que el tiempo de espera terminó. 

Lo contradictorio era que Jimin esperaba ser ferozmente asaltado por su amante en cualquier momento, algo tipo BDSM. Usaba ropa muy provocativa y reveladora, se acomodaba en poses sensuales, hablaba en un tono de voz lo más caliente que podía, todo para que el mayor no aguantara y le hiciera exactamente lo mismo de la otra vez, sin embargo la decepción llegó al nunca recibir tal delicioso asalto. 

Entonces fue él, quien tomó la iniciativa de hecharle leña al fuego. Con sólo unas palabras de sus eróticos labios rosados, actuaron como un pequeño fósforo encendido al interior de una casa saturada de gas. 


"Tae, cógeme. Quiero que me cojas duramente y no tengas piedad de mí y mis sollozos, no importa si empiezo a gritar por tu agresividad. Ya no aguanto más. Te necesito, a tus preciosas manos largas y bien formadas, tus labios finos y calientes, tu cuerpo todo delicioso y provocativo. Tu voz ronca que me enloquece, tu grueso miembro por el cual babeo, tus caderas y en conclusión: TODO tu ser. ¡Necesito tu tacto, tus palabras, tu lengua saboreando mi paladar! Que me susurres cosas dulces. Que me hagas sentir como el ser más deseable de esta tierra. ¡Cógeme, cógeme! Quiero que me veas a los ojos cuando te corras. Quiero gemirte lo más sucio que pueda para que veas lo muy cachondo que me pones, joder. Házlo, no tengas piedad. Te lo ruego, Tae. Amante mío".



Ante tal invitación fogosa y candente, no dudó ni un instante en lanzarse a Jimin cual fiera en celo a la velocidad de la luz. Esta vez no lo esposó de las muñecas, pues lo dejaría tocarse todo lo que quisiera. 

La manoseadera desesperada los conducía a una extensa jornada dividida en varias sesiones de por lo menos cincuenta minutos. 

Y ninguna parte de su enorme morada fue desaprovechada, pues cama, piso, tina, regadera, cocina, taburete, sofás, sillones, comedor; todos los espacios fueron aprovechados. 


El relirojo entre cerraba sus ojos luchando por aguantar un poco más. Con la boca abierta inhalaba bocanadas de aire sin despegar la vista de ojos de miel, encima suyo, el cual le sostenía las piernas abiertas sujetando de los tobillos. Alineó su miembro para entrar con mucha delicadeza al cálido agujerito palpitante, sintiendo la carne apretarlo y succionarlo deliciosamente. 

- M-muévete, Tae. 

Su voz estaba desgarrada por tanto grito y fricción en la zona, que le hacía doler la garganta. 

El amante se acomodó mejor y dirigió sus labios a los suaves muslos de Jimin, pasando su lengua y mordiendo, mandando cosquilleos al cuerpo debajo suyo. Trató con amor y delicadeza cada rincón de su piel, bajo la suplicante mirada la cual, muy confundida, trataba de entender por qué Tae no lo estaba destrozando como hace un momento. 

De repente sintió ser llenado por esa polla que le sacó una lágrima y tensó su cuerpo por la repentina estocada. De allí las caderas del mayor se movieron con más y más agresividad, tomando las manos de Jimin para aprisionarlas. En el acto, sus cuerpos chocaban duramente. 

Sus manos entrelazadas a los costados, Tae de pie y Jimin acostado frente a él, era el panorama de la exquisita pose. 

Jimin arqueó su espalda mientras su cuerpo se retorcía del placer, tomando fuerzas de donde no tenía, para sentarse en su lugar y besar a Tae, quien no dejaba de embestirlo. Lo tomó de las caderas para pegarlo a él, y respirar el mismo aire desesperadamente. 

Suspiros eran entre cortados. 
Miradas suplicantes. 
Una que otra lágrima. 
Dolor, placer, dolor, placer. 
Más sudor, más calor. 

El semen salió muy lentamente, embarrando los cuerpos de ambos. La exquisita esencia de Tae también salía despacio de aquella cavidad la cual se contraía violentamente. Jimin apretó un poco el glande de su mayor, logrando con éxito sacarle un poco de semen el cual chupó con gusto delante del mismo. 

Tae lo cargó como pudo, para encerrarse en la ducha y abrir la llave con el agua caliente. Aún sostenía el cuerpo algo pesado mientras el agua los recorría, limpiando sus impurezas, fluídos corporales y otras cosas que no querrán saber. 

 




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