Si Vis Pacem, Parabellum

IX

LA DIRECTORA

Había quince de las bailarinas en el escenario representando la nueva obra, y ninguna de ellas estaba haciendo su trabajo. Aunque estaba orgullosa de ellas, necesitaban más entrenamientos. 

De entre las bailarinas vi salir a tres hombres de negro armados.

-¡Paren!

A mi lado se presentó una mujer de cabello rapado y rictus serio. Esto parecía importante.

-¡Largo! –grité, y las bailarinas abandonaron el escenario.

Acompañada de dos de los hombres, subí al escenario donde la luz nos enfocaba como si fuéramos una obra teatral, no se podía negar el símil.

-La Alta Mesa y la Ruska Roma tienen un acuerdo –dije.

-Sí, y usted ayudó a John Wick.

-Tenía un ticket.

Como Directora y salvadora de miles de vidas huérfanas, tenía varios propósitos y metas en mi trabajo. Uno de ellos era el entrenar a eficaces y tenaces asesinos, basándome en una metodología de esfuerzo y capacidad. Como último recurso, a éstos se les ofrecía un ticket, un salvoconducto. Si bien, la mayoría de ellos no requería de esta oportunidad, si había un pequeño porcentaje que lo necesitaba en su carrera. Pero eso significaba la ruptura con la Ruska Roma y conmigo.

-Un ticket no supera a la Alta Mesa. Su penitencia será pagada con su sangre. Ahora, quiero que me muestre las manos y jure su fidelidad.

Puse mis manos en acto de rezo y las extendí hacia la adjudicadora.

-Yo he servido y serviré.

El hombre calvo de mi izquierda atravesó mis manos unidas con una espada.

Dolió, pero más dolió el momento de sacar la espada de entre mi carne y huesos.

Ella se acercó a verme la herida con expresión divertida, y se fue del escenario junto con sus esbirros mientras mis manos se desangraban.

 




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