Si Vis Pacem, Parabellum

XIII

ZERO

-Por favor, tomen asiento. Le avisaré de que han llegado –dijo Caronte, despidiéndose de nosotros en una sala-.

John se sentó en un sofá tapizado en color rojo. Me senté junto a él, pegado como chicle. Se incomodó por mi cercanía y se cambió al sillón individual de al lado.

-Debo decirte que tenía ganas de conocerte desde hace mucho –le dije a John, olvidando mi fachada-. Soy un admirador. John Wick. Y hasta ahora no me has decepcionado.

Del pasillo salió un perro disparado hacia John, quien se subió a su regazo y le lamió la cara.

-¡El famoso perro! –dije-. Le agradas. La verdad, a mí no. Me gustan más los gatos, personalmente.

-Hola perro –oí que le decía John-.

-Somos iguales, sabes. A ambos nos dieron el mismo obsequio.

-No, no lo somos.

-Sí lo somos.

-No es así. Ya, ya –le dijo al chucho para que dejara de lamerle la cara-.

-El gerente lo está esperando en la sala a de arriba –comunicó Caronte, quien había entrado en la sala-.

-Los dos somos maestros de la muerte. Señor Wick –dije antes de que se marchara-.

-Sentado, quieto. Buen chico.

Y lo vi salir de la sala, dejando al perro bien quieto en el suelo.

 




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