2 Semanas después...
El tiempo pasó muy rápido desde que llegué aquí, y eso también conlleva a que mis vacaciones han terminado.
Ahora ya conozco mejor la ciudad, y no tengo que pedirle a Calum que me acompañe a cada lugar que necesito. Y nuestra amistad, a pesar de llevar un par de semanas, ha ido mejorando.
El chico emo, no volvió en estos días y eso que Alex y Chris juraban que él iba más de dos veces por semana.
Quizá lo asuste. Lo dudo, pero mi forma de verlo no era como a cualquier cliente más.
Me fue mejor que no se apareciese por ahí. Mi sueño lo sentí tan real, que me dio mala espina o algo así, volver a verlo. Más bien creo que tenía miedo de que eso fuese realidad.
¿Y si... esa fue la causa por la que no volvió?
—¡Vamos Sam!— Escuché el grito de Calum del otro lado de mi puerta.
Hoy sería nuestro primer día de clases.
Corrí hacia la puerta para poder ver y salir con mi amigo hacia la universidad.
—Ya estoy lista Cal— me quejé apenas le abrí la puerta.
—Perfecto, muévete si no quieres llegar tarde.— Me jaló del brazo y me arrastró al ascensor.
Forcejeó con él. Logré zafarme de su agarre y corrí de nuevo a mi departamento. Él rápidamente se giró a ver qué haría.
—Tenía que cerrar la puerta, tonto.— Me encogí de hombros. —Recuerda que siempre lo olvido.
Caminamos hacia el campus universitario, para nuestra suerte era muy cerca de nuestros departamentos, mejor dicho así buscamos un edificio.
Llegamos a la entrada del campus, Calum se dirigió hacia la dirección contaría a la mía, pues su aula estaba en otro edificio. Antes de irse, me dijo que nos veríamos aquí mismo a la hora de la salida.
Caminé hacia mi edificio, busqué el aula "314".
Suspiré aliviada al encontrarlo rápidamente, la puerta se encontraba abierta así que entré sin generar tanta atención. Aún no llegaba mucha gente.
Era demasiado incomodo, ninguno nos conocíamos, así que nadie hablaba. Unos estaban con sus teléfonos, otros solo miraban el lugar y a los que recién llegaban.
No sabía donde sentarme. Hasta que vi un lugar en el fondo solo, y no lo pensé dos veces.
Debido a que llegué casi a la hora que comenzaba la clase, no tardó en llegar el maestro. Todos dejaron de hacer lo que hacían para fijar su vista en el hombre de mediana edad que acababa de entrar.
—¡Buenos días jóvenes! soy el doctor...— No terminó de presentarse porque la puerta se abrió bruscamente.
—Disculpe... ¿Aquí es el área de leyes?— habló agitadamente un chico rubio y alto. Pasó su mirada por todo el salón.
—No, aquí es el área de medicina. Leyes es el ala de enfrente— le respondió el maestro.
El chico seguía buscando algo o más bien a alguien con la mirada, nada discreto cabe destacar. Me pareció muy extraño, pero quizá busca a alguien muy importante para él.
Su mirada se cruzó con la mía.
—Muchas gracias, profesor. Y lamento interrumpir su clase.— Volvió a mirarme. Su mirada era linda, para qué negarlo, un muy lindo color azul. Sonrió. Y cerró la puerta tranquilamente.
¿A quién le sonrió? Me pregunté y observé a mi alrededor para ver si esa sonrisa era para algún compañero. Pero, no lo sé, todos seguían con su vista al frente.
Olvidé ese tonto momento, para concentrarme en la clase.
La hora del descanso se acercó muy rápido o era yo que en realidad estaba ansiosa por entrar a la universidad.
Fui hacia la cafetería, tenía hambre.
Esperé encontrarme con Calum ahí, ya que era la única persona que conozco aquí.
Pero jamás creí que me encontraría con él... de nuevo.
Ya había tomado mi almuerzo, y hacía mi camino buscando una mesa para sentarme y disfrutar mi comida.
Hasta que lo vi, estaba solo, como el primer y último día que lo vi; otra vez sentía mucha intriga hacia él, quería saber por qué siempre estaba solo.
Había decidido que hoy hablaría con él, estaba decidida a saber qué era lo que me intrigaba de él. Aunque no sabía cómo empezar la conversación y que al verme llegar no volviera a asustarse o que pensará que lo acoso. Caminé hacia su mesa pero alguien se me adelanto, el chico rubio que interrumpió mi clase, se sentó en la mesa con él, me quedé quieta, ahora si ya no sabía qué hacer. Creo que el destino no quería que me acercará a él. Justo en ese momento Calum se atravesó frente a mí, obstruyendo mi vista hacia ellos.
—¡Sam! Creí que no te hallaría, llame a tu teléfono, pero no me respondías así que me resigné a venir a almorzar solo— sonrió.
—Lo siento, no lo escuché y pensé que querías buscar amigos.— Le recordé que era lo que él buscaba apenas entráramos a clases.
—Lo intenté, pero todos mis compañeros son unos engreídos sólo por tener cierta cantidad de views en youtube— rió levemente. —Busquemos un lugar para descansar.
Pasamos varias mesas delante de nosotros, pero no encontrábamos nada, hasta que vimos una vacía a un lado del "chico misterioso 1 y 2". Él 1 es el del restaurante y el 2 es él rubio del salón. Cómo no sé sus nombres los llamaré así.
—¡Oye Sam!— susurró Calum mirando de reojo la mesa de esos chicos.
—¿Qué pasa?— Fingí no saber nada, sin despegar la vista de mi plato.
—¿No es él "chico misterioso"?— Hizo comillas con sus dedos. Y los señaló con la cabeza.
Miré hacia ellos, no sólo para hacerle creer a Calum que no los había visto, si no para tratar de escuchar de qué hablaban.
—Sí es Cal, ¿Por qué?.
—Por nada, sólo lo reconocí. Jamás creí que estudiará... y aquí menos.— Se encogió de hombros. Lo mire mal. —Bueno, es raro verlo aquí. Pensé que te emocionarías.— Fruncí el ceño. —¿Qué? Era tu prospecto— rio.
—No lo era.— Me quejé. —Puede escucharnos.
Y creo que sí lo hicieron, porque en ese momento ambos voltearon a vernos. Calum les sonrió y ellos se giraron rápidamente.