—¡¿Dónde estaban?! Ya van a dar las doce.— Mamá espetó apenas nos vio entrar a la sala. Íbamos tomados de la mano, pero ella aún no lo notaba.
—Sólo estábamos afuera.— Me encogí de hombros, riendo. Miré a Ash que rio conmigo.
—¡Sam! ¡No me digas que...!— Ella gritó muy emocionada, sabía que le fascinaría la idea de que el fuese mi novio. Asentí.
—¡Sí, mamá, Ash y yo somos novios!— Él y yo sonreíamos a más no poder.
Ella se apresuró a abrazarnos a ambos.
Sin darnos cuenta ya eran las doce, ya era navidad. Así que nuestro abrazo se prolongó un rato más.
Hasta que nos dimos un abrazo por separado cada uno.
Ash fue el primero en acercarse a nuestro pequeño árbol de navidad y tomar el regalo que ambos le habíamos comprado a ella.
Me apresuré a estar junto a él para los dos dárselo a mamá.
Él estaba bastante emocionado, se notaba en su rostro, al parecer hace tiempo no tenía una navidad en familia. Pero quiero pensar que me equivocaba.
—Te lo compramos entre los dos, estoy segura que te encantará.— Miré a Ash de reojo mientras ella sacaba el florero de la caja.
—Feliz navidad— susurramos los dos al unísono.
—¡Está hermoso!— exclamó acariciándolo. Realmente le había gustado. —¡Muchas gracias! No tenían por qué haberlo hecho.— Dejó de lado el regalo y se acercó a los dos abrazándonos. —¡Feliz navidad a los dos!
Enseguida de que ella nos dejará, él volvió a acercarse al árbol, tomando una pequeña cajita.
—Este es para ti, Sam. Espero que te guste... Feliz navidad.— Me entregó la cajita en la mano. Mamá ya se encontraba viendo en que lugar pondría su nuevo florero, por lo tanto sólo eramos él y yo. Haciéndome sentir como en una escena de una película.
Abrí la caja, observando lo que contenía, sin embargo no podía creer lo que venía dentro. Eran esos collares que vi en el centro comercial. Estaban los dos ahí, con unos dijes de la mitad de un corazón, las cuales uniéndolas encajaban a la perfección.
—¡Ash! ¡No tenías por qué hacerlo!— Me lancé a sus brazos, él era un chico increíble. —¡Era exactamente lo que quería y ahora podemos compartirlo!— Le di un pequeño beso en la mejilla.
—Lo sé— sonrió ampliamente. Su mirada se iluminó de una forma tan linda que no podía explicar lo que sentía al saber que yo lo provocaba.
Ash tomó un collar, colocándose detrás de mí y haciendo a un lado mi cabello para él mismo ponérmelo. Sonreí al mirarlo. Después hizo lo mismo con él suyo.
No me di cuenta cuando me tomó de la cintura y me daba un pequeño beso en los labios, intensificándose segundos después.
Ahora sí los dos nos complementábamos.
***
—¿Qué haces aquí?— Mire detrás de mí, reconocía esa voz, pero hace tiempo no la escuchaba.
Él se acerco a mí, para sentarse junto a mí en el banco que teníamos entre su patio y él mío. Al parecer nadie se molesto moverla, seguro no les impedía nada.
—Sólo estaba pensando.— Me encogí de hombros, volviendo rápidamente a mi posición anterior cruzando los brazos pues hacía frío.
—Pero ya pasa de la una de la madrugada.— Zac miró su reloj de pulsera comprobando la hora. —Es tarde, deberías ir adentro— sonrió.
No imaginé que él y yo volveríamos a hablar.
—Tengo que pensar muchas cosas— reí levemente. Si el supiera todo lo que tenía que hacer, me entendería.
Ash y mamá seguían viendo películas, pero hace un par de minutos ambos se quedaron dormidos en el sofá, sé que tenía que despertarlos y llevarlos a la cama, pero estaba agotada mentalmente que no quería hacer nada.
Había pasado la primera prueba, Ash no llamó a casa y nadie sabrá que estuvo conmigo por ahora, quería pensar que solamente estuvo tan feliz este día que hasta olvidó avisar y eso me hacía sentir menos culpable; igual mi misión estaba cumplida.
¿Y ahora qué?
Seguramente volveríamos a casa y todo volvería a la normalidad, sin embargo no lo creo, esto debía ser el principio de algo peor, nadie pide secuestrar a alguien así por nada, a menos que hayan pedido dinero por su rescate. Aún no entiendo nada de esto. Pero obviamente las personas cercanas a él ya deberían estar preocupadas.
—Sam... Sé que hace años no nos frecuentábamos igual que cuando eramos niños, pero puedo notar que te pasa algo.— Lo miré expectante, ¿Cómo era posible que él se diera cuenta de eso? —¿Es por tu novio?
—No, no.— Negué al instante recordando al chico que se encontraba adentro, dormido. —Apenas nos hicimos novios hoy— sonreí ampliamente acariciando el dije del collar que me regalo.
Él me miro frunciendo el ceño.
—¿Hoy? Pero si hace meses que vinieron juntos.— Ahora fue mi turno de fruncir el ceño, yo no entendía, era la primera vez que venía con Ash, y creo que en ningún momento me había topado con Zac esta vez.
—No... Creo que no lo conoces...— le dije tímida.
—Te vi con él cuando veniste, el chico rubio... Con un auto increíble.— Miró a un punto fijo como si estuviera recordando el auto.
—¡No, no, espera! ¡Él no es mi novio!— Me levanté alterada de mi lugar. No quería que él también creyera otra cosa.
Frunció de nuevo su ceño, mirándome más confundido.
—Pero... Te veía como si lo fueran... Y lo trajiste a casa...— balbuceó esperando una explicación.
—No... No lo sé... Él y yo... Sólo somos amigos, nada más.— Me encogí en mi lugar. Ya estaba haciendo más frío y lo mejor era que volviera adentro.
—Pues no lo parecían.— Movió sus cejas sugestivamente.
—No, él sólo me acompañó hasta acá porque mamá se sentía mal. Nada más.
—Seguramente querrá algo más de ti— lo dijo seguro.
—¿Qué? No lo creo... Sólo es un buen... ¿Amigo?— Lo dudé sin querer. Después de todo, no lo consideraba realmente un amigo, no conocía muchas cosas simples de él, era muy extraño.
—Tú lo dudaste... Hmm...— Puso su dedo índice en su barbilla, fingiendo pensar. —¿Pasa algo con él? ¿Es un narco?— rio fuertemente, yo lo miré mal. Si supiera todo lo que se dice de él... —No me veas así, sólo fue una broma, seguramente sus padres son unos empresarios millonarios... Porqué para traer ese auto... Se necesita mucho dinero.