Han pasado algunos días desde que cree los perfiles falsos, pero estoy segura de que no cree la suficiente necesidad de llamar a los Sick Boys para el rescate. Sin duda fue uno de mis planes originales pero no voy a fallar en ese sentido.
Creo que al final de todo puede ser un sueño simplemente tonto unirme a una organización que solo combate delincuentes. Para no pensar en mi fallido plan, paso el día con Maya tomándonos un rico batido de banana y fresa, pensando en inscribirme al gym o quizás hacer algún deporte.
—Ya no tienes esa idea loca — dice Maya.
—Sí, quiero unirme a ellos y lo sabes — digo.
—No crees que te lo tomas muy a pecho — dice Maya.
—Sabes que tengo mis convicciones sumamente claras — digo.
—Para unirte a ellos, no crees que lo mejor es resolver un caso de verdad y así vean de lo que eres capaz de hacer — dice Maya.
Se me prende el foco de la idea, ella tiene razón, no necesito crear perfiles falsos o denuncias porque serían muy obvias, si quiero que los sick boys estén al pendiente de mí tienen que ver mis capacidades investigativas en acción.
—Maya eres la mejor— digo mientras tomo mi mochila y me voy feliz.
Lo primero que hago al llegar a casa es meterme a mi computadora y navegar en las turbias y peligrosas aguas del mar digital o también conocido como la red profunda.
Hace tiempo que no navegaba y lo mejor de todo es que si quiero averiguar de algo o de algún caso turbio es la web “Danger Zone” un lugar de maleantes en donde puedes contratar sicarios y encontrar las mejores drogas. Afortunadamente no soy un adicto y si necesito vengarme no necesito matar a alguien, solo basta con dañarlo en internet para que aprenda la lección.
Eso me recuerda a uno de los chicos que me molestaban. Recuerdo a Bryan, estábamos en la secundaria y pasaba molestando todo el día, hay fue donde poco a poco fui conociendo mi determinación y mi habilidad para aprender, había leído en un foro de internet como hackear los teléfonos y eso fue lo que hice. Me infiltre en las fotos del teléfono de Bryan y encontré fotos de chicas desnudas y sin mencionar que le gustaba vestirse con vestido y tacones, sus fotos aparecieron en el tablón digital de la escuela.
En ese momento no sabía cómo hacer que mi trabajo fuera reconocido desde el anonimato, solo firme con una S como marca de agua. Bryan desde entonces me dejó de molestar y nunca supe si fue porque sabía que era yo o simplemente fue la vergüenza.
Siguiendo en búsqueda en el foro no encuentro nada interesante, pero quizás si busco algo de crímenes en la ciudad, pueda ayudar. No me refiero a los asesinatos o robos, sino a crímenes virtuales.
Entonces lo mejor que puedo hacer es buscar en el mapa en vivo de ciberataques, pero de apoco siento que la idea se me viene a la cabeza. Crear un ataque de denegación, es algo arriesgado porque podría disfrazarme con una IP oculta o sobrepuesta, pero si quiero que ellos me encuentren sería un error de novatos y ellos creerían que soy una delincuente más a la cual meteran a la cárcel.
Que tal si lo mejor es que yo haga una especie de cacería, no mejor aún, lavado de criptomonedas. No sé, pero me vuelvo loca con tantas ideas que se me vienen a la mente. Trato de calmarme, mis niveles de ansiedad deben bajar y mis ideas locas deben dejar mi cuerpo por lo que estoy pensando hacer.
Me alejo de la computadora un momento y me acuesto para poder reflexionar lo que hago. Recuerdo haber visto un folleto en donde puedes formar parte de la policía cibernética, pero es un proceso que lleva meses y un año para que puedas ser aceptado, además no sé si lo valgo. No soy alguien a quien le guste seguir los procesos o ser quien sigue las reglas, debe de haber alguna forma de hacerlo.
En ese momento me recuesto en mi cama y debido al cansancio mental que sola me cree, caigo dormida.
—Cállate— dice una voz susurrante.
Abro los ojos y cuando miro el reloj son las 11:54 pm, casi media noche y alguien está haciendo ruido. Mamá y papá siguen de viaje y no volverían hasta dentro de tres días.
Me levanté sigilosamente y tomé un bate de béisbol, cuando jugaba en mis tiempos de adolesencia. Abro la puerta lo más despacio que puedo y veo la parte de abajo de mi casa y son unos sujetos que llevan algo brillante en sus chaquetas. En ese momento las luces se encienden y es ahí donde salgo despavorida y trató de atacarlos.
Los tipos tratan de golpearme, pero esquivo cada puñetazo. Logró darle a uno en la boca para tirarle un par de dientes, su cómplice me toma por atrás y trata de arrojarme al suelo. Ya tirada es donde intento golpearme, pero yo simplemente bloqueé el golpe y me liberó para huir, en ese momento se escuchan sirenas de la policía y salen huyendo.
—Está bien señorita — dice el policía.
—Sí, un poco dañada mentalmente, pero estoy bien — digo mientras me ayuda.