Comenzó la búsqueda, divididos, con la tarea de encontrar a alguno de los dos objetivos, formando grupos de tres y dispersándose para agilizar la búsqueda. Sieg, con Silent y Rebecca, dos de los caballeros de la orden se movilizaron con los demás grupos hasta Montbarghant. El fuego había arrasado con todo el valle de Montbarghant, su paisaje nunca había sido especialmente alegre o colorido y el hambre era algo ya cotidiano para sus habitantes, pero con los años se habían acostumbrado a lidiar con las adversidades que supone vivir en estos tiempos. La gente había encontrado fuerzas en el trabajo duro, pero el fuego habría de carbonizar aquel vestigio de felicidad. Las grandes parroquias, los centros de comercios, las posadas y las casas se habían reducido a un fantasmagórico cementerio cubierto por una espesa niebla blanquecina en la cual solo quedaban con vida las débiles cenizas que revoloteaban en el viento. Del espeso bosque que rodeaba al pueblo solo quedaron escasos y débiles pilares blancos que se perdían a la distancia.
En el corazón del pueblo se encontraba un hombre cubierto por una manta de color verde bañada en cenizas sentado sobre los escombros de una catedral, frente a él se encontraban docenas de rocas ovoides dispuestas a modo de tumbas. El hombre escucho unos pasos a la distancia, espero a que estos se acercaran más y sin levantar la cabeza este comenzó a hablar.
-Aquí ya no quedan más que recuerdos, y cuando muera este pueblo pasara al eterno olvido. Si lo que buscas es un lugar para descansar te aconsejo seguir hacia el este, allí encontraras el pueblo más cercano, puedes ahorrar tiempo si atraviesas el bosque de cenizas- Dijo el hombre estirando una mano para señalar el camino
–¿Acaso son sordos o es que no entienden mis palabras? - Dijo el hombre alzando la mirada y revelando unos cristalinos y enrojecidos ojos –Oh, ya veo, son de esos caballeros ¿eh? Bueno, supongo que me han entendido, si te vas ahora llegaras al siguiente pueblo al anochecer, es mejor que quedarse aquí.
–Venimos por respuestas, anciano, -Responde Rebecca mientras observa y analiza al anciano en busca de algún poder demoniaco-
–Sieg, observa el lugar devastado por el fuego, lo que pudo ser un lugar hermoso alguna vez no es mas que cenizas.
– supongo que te preguntas que ocasiono este incendio ¿no es así?
Sieg asintió con la cabeza
– Pues lo mismo de siempre, la ambición desmedida y la crueldad de seres que abandonaron su humanidad hace mucho tiempo en control con esos demonios que abundaban, yo me salve porque no estaba en el pueblo cuando el incendio comenzó, soy un comerciante, me dedico traer telas de oriente., mi nombre es Bulsara por cierto.
Sieg se acercó hacia las tumbas improvisadas, se incó sobre una rodilla y puso su mano izquierda cubierta por un guante de cuero sobre una de las rocas.
– muchas de estas personas eran mis amigos, nunca llegue a tener hijos propios, pero la mujer con la que me case tenía dos hermosas niñas, Merha de 15 años y Zania de 7 años, habría dado todo tan solo porque sus muertes no hubiesen sido tan horribles.
La tenue luz del sol se hacía rojiza conforme Sieg meditaba frente aquellas improvisadas lapidas, -mientras Rebecca y Silent buscaban algún indicio de que un demonio pasara reciente por el pueblo- bajo lentamente la mano y toco las cenizas que bañaban lo que había quedado de aquel valle, se levantó aparentemente desanimado mirando el polvo blanco que había quedado en su mano y giro hacia la dirección que le había señalado el mercader, camino unos cuatro metros y luego se detuvo en seco, giro la cabeza hacia las tumbas y luego cruzo su mirada con la de Bulsara, hizo un ademan con la mano, invitándole a caminar con él, pero Bulsara se negó.
La voz de Bulsara era temblorosa y estuvo a punto de romper en llanto, pero logro contener las lágrimas, el caballero pudo percatarse de ello.
– Yo me quedare aquí a esperar que el frio de la noche me haga dormir para siempre.
Sieg, quien sintió una horrible tristeza se dio cuenta que el hombre ya no ostentaba deseo alguno de seguir viviendo. Pronto la noche caería como un ángel asesino, más pronto de lo que él se imaginaba. Rebecca y Silent habían encontrado una pista, había escencia de demonio muy reciente que había pasado por el pueblo, Rebecca, cuyo don es poder ver la marca fresca de un demonio cuando pisa la tierra, la que, normalmente queda impregnada por horas o días dependiendo de la fuerza del demonio. Aún quedaba un largo camino por recorrer.
Al adentrarse más al pueblo Sieg y los demás se toparon con una enorme y estropeada reja de metal negro que en otros tiempos decoraba la entrada a la ciudad y que era la única manera de atravesar las grandes murallas que la resguardaban, el frio era cada vez más amenazante, y los primeros copos de nieve comenzaron a caer, el centro urbano Montbarghant era conocida por ostentar un clima hostil y calles aún peores, no era extraño ver en los grandes pueblos que la muerte fuese moneda de cambio, pero aquel pueblo era el peor de todos, el crimen organizado lideraba el bajo mundo, nada ocurría en la ciudad sin que las ratas de alcantarillas se enterasen, y estas eran libres de esparcir sus pestes y enfermedades a través de las venas del pueblo ya que los señores encargados de ella., el arzobispo Dumarht y el líder de las fuerzas armadas Dranghyr aliento de dragón, y primer caballero de las fuerzas de Ghuranht kaz segundo señor de Montbarghant, ocupaban su tiempo en la manipulación, la intimidación y la conquista, de esta manera mantenían el control sobre la población y al mismo tiempo alimentaban su economía, manteniéndola entre los pueblos más corruptos y malditos en el mundo.
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Editado: 21.07.2019