Siempre

Capítulo VIII

Ella era polvo de estrellas en un mundo lleno de luces artificiales.

 

Ron Israel

 

Arami

De niños nos enseñaron que podríamos obtener todo lo que quisiésemos, si poníamos todo el empeño y el mayor esfuerzo en el, nos dictaban las mismas charlas motivacionales entre ellas el cuento de la gota de agua y la piedra. “A través de la constancia, la gota de agua pudo agujerear a la piedra” moraleja: si eres constante y perseverante conseguirás todo lo que te propongas. Lo que no nos contaron fue que la gota de agua a causa de su constancia se ensució con los pedazos de la piedra, ya no era clara, estaba sucia. Siempre me pregunté ¿qué fue lo que hizo la piedra para que la gota de agua quisiese destruirla?

Muchas veces en busca de conquistar nuestros sueños, pisamos cabezas, apagamos esperanzas, succionamos los sueños, ya en la cima observamos la desolación que nuestro egoísmo ha producido, no encontramos calma y al final son los inocentes quienes limpian la escena del crimen.

Hace mucho tiempo en mi país se desató una gran guerra, nuestros países vecinos habían aniquilado a la mayor parte de la población, no quedaron muchos hombres y niños; las mujeres tomaron la posta de la nación, con el sudor y el amor que solo una madre puede sentir, aquellas mujeres tomaron en sus brazos a un Paraguay destrozado que lentamente iba desangrándose.

Uno de los más sangrientos enfrentamientos ocurrió en Acosta Ñu, donde niños tuvieron que enfrentar a verdaderos soldados, cuentan que muchos de los niños al querer salvar sus vidas se hacían los muertos en el campo de batalla, pero, la suerte no les sonrió; ya que el ejército enemigo incendió el lugar y disparaba aquellos que huían del fuego.

Pero, el horror no termina ahí, los soldados acorralaron el hospital a donde fueron enviados los niños heridos y lo incendiaron, en aquel lugar solo se encontraban niños heridos y algunas enfermeras, cuentan que los soldados mataban a las madres que intentaban socorrer a los prisioneros.

En la desesperación de salvar a sus hijos, una de aquellas mujeres tomó en brazos a su criatura y corrió hacía la mansión de los Márquez. Éstos eran terratenientes españoles, que no lucharon en la guerra, se desentendieron de la misma.

La pobre madre pidió a gritos que la dejasen pasar con su hijo herido, pero, el dueño de casa mandó a cerrar todas las puertas, nadie saldría y nadie entraría a la mansión.

Aquel niño murió en los brazos de su madre frente a la mansión, pero el sufrimiento para aquella mujer no terminaría ahí, ya la habían despojado de su esposo, de su único hijo y ahora la despojarían de sus bienes materiales, ya en la calle sin nada más que la ropa que llevaba puesta, pidió ayuda una vez más a los Márquez, nuevamente estos le cerraron las puertas de la mansión.

Pasaron meses fríos y calurosos, la mujer ya no poseía fuerzas para levantarse del suelo, cuentan que el señor de la casa la tomó de los cabellos para sacarla del camino, entonces la mujer lo maldijo, a él y toda su descendencia, enloquecerían y caerían uno por uno, no habría ningún primogénito a salgo, todos pagarían por la crueldad de su ante pasados.

El ante penúltimo primogénito de los Márquez fue el padre de Amambay y la última fue ella, por eso nuestra familia ha sido cruel con ella, su existencia representaba a la maldición de aquella mujer. Debes pensar que estoy loca, lo estoy.

Mi familia siempre se ha caracterizado por tener miembros con la enfermedad de Huntington, siempre la padecieron los primogénitos. ¿Crees que el accidente de los padres de Amambay fue eso, un accidente? Pues no fue así, ese accidente lo provocó él tras enterarse de que padecía la enfermedad.

Mi abuela quiso terminar con el mal de raíz y para eso debía quitar a Amambay del camino, creo que intento envenenarla fue por eso que mi tía Tamina la alejo de la familia.

Por estas razones también la repudiaron a ella y a Yeruti, una vez más los inocentes pagando los platos rotos. Nunca supimos a donde habían huido hasta hace dos años, unos conocidos comentaron a mi abuela que habían visto a Amambay y a mi tía Tamina por Madrid y que Yeruti había muerto, otro punto para la maldición, mi abuela dijo que mi tía Tamina se lo merecía por ayudar a la maldita.

No sé en qué momento mi abuela se contactó con Amambay, ésta le relató absolutamente todo, poco tiempo después llegaba a Paraguay la muerte de Amambay, noticia bien recibida.

Yo no sabía lo que estaba pasando hasta hace cinco meses atrás cuando mi tía Tamina arribo a la casa de la abuela con un papel en la mano. Le echó en cara que era su culpa la muerte de mi tío y de su nieta, aquel papel era un análisis que indicaba que Amambay también era portadora de la enfermedad, mi abuela se lo hizo saber, creo que ella no lo resistió y optó por quitarse la vida.



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En el texto hay: amor, leyendas y verdades, muerte tristeza y amor eterno

Editado: 24.09.2018

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