Estoy por decirte que no duermo desde que te sueño.
David Sant
Alex
Sobre la costa del rio
una paloma muy blanca
detuvo su largo vuelo
de brisa, cielo y distancia.
El rio desde su cauce
le dio a beber de sus aguas
estrechándole en abrazos
la blancura de sus alas.
La paloma dijo al río que su vuelo continuaba
abrió sus alas al viento y se alejó por la playa,
fue tan fugaz esa dicha que, pensando en tu distancia,
soy el río que te añora y tú la paloma blanca
Para el cauce de aquel rio, la paloma en su llegada fue la ilusión del encuentro,
por un adiós que dejaba. Así también te alejaste, de lo profundo de mi alma dejándome triste y solo, por una nueva esperanza.
La paloma dijo al río que su vuelo continuaba
abrió sus alas al viento y se alejó por la playa,
fue tan fugaz esa dicha que, pensando en tu distancia,
soy el río que te añora y tú la paloma blanca;
soy el río que te añora y tú la paloma blanca.
Volver a leer la letra del chámame que a ella tanto le gustaba, simplemente era doloroso y sobre todo no paraba de pensar en las razones que Arami me había dado, eran absurdas, no encontraba pies ni cabeza a la situación. Debía conversar con alguien sobre lo acontecido y que mejor persona que Samara, era su mejor amiga.
-A ver Alex, lo que me acabas de contar es algo intensito, es más ni siquiera sé que pensar, me descoloca totalmente el tema de la maldición esa.
-Lo sé, yo tampoco le encuentro pies ni cabeza, pero, la cuestión es que ellos lo creían y a causa de esa creencia una familia fue destruida.
-Tienes razón, sin embargo, nosotros no podíamos hacer nada, esa es técnicamente su cultura, después de todo el trágico final era inevitable.
-Yo pienso que sí podíamos evitarlo, simplemente demostrando que ella no era una maldición, que había muchas personas que la queríamos y por sobre todo que la vida valía la pena vivirla.
- ¿Acaso no hicimos eso?, estuvimos a su lado en las buenas y en las malas, le demostramos centenares de veces que la queríamos con palabras y hechos, pero ¿cómo tapar una fuga si ni siquiera sabes que existe?
-No lo sé, solo quiero pensar que había una solución.
-¿Para qué? Ella ya no está, a veces veo en la biblioteca los libros que a ella le gustaban, pienso reiteradas veces en ella y una que otra lágrima se me ha escapado, pero, al final del día pienso ¿a quién le sirve todo este sufrimiento? Porque a mí me hace daño y creo que a ella no le gustaría verme llorar. Su recuerdo lo llevo en los ojos, luego pienso ¿a quién le sirve que la recuerde? Su recuerdo me hace mal, porque hice todo lo que podía y ni aun así se quedó a nuestro lado.
-Quizás tengas razón, su recuerdo son como escombros afilados esparcidos por el camino que al pisarlos abren viejas heridas y producen otras nuevas; el olvido es el remedio infalible para muchos males, pero, ella no era un mal; es irónico pensar que la sensibilidad es provocada por la muerte y el dolor. Nos damos cuenta de lo valioso que son las personas cuando ya no están y quizás hayamos hecho todo que debíamos en vida, pero, siempre quedará en algún rincón de la mente que pudimos haber hecho más, como decir más veces te quiero, te necesito, confío en ti, abrazar más de seguido; esos pequeños detalles hacen que una vida sea maravillosa.
Quizás a ella no le sirva que la recordemos, sin embargo, a mí me alienta a pensar que existió una mujer maravillosa, que su vida alumbraba la de los demás, pero, era tan frágil como la luz de una vela y que un día sopló un viento despiadado y la apagó, desde ese día solo es visible el humo que quedó como fiel recuerdo de que hubo un gran fuego y que se apagó, los cementerios están llenos de flores porque de las despedidas nacen las añoranzas y quizás el remordimiento sea más grande que el amor