-Sigue mirando al frente-.Me ordenaba una y otra vez mientras conducía el coche.
A decir verdad, no estábamos muy lejos de casa, pero los copos de nieve que caían arraigados se pegaban al parabrisas. Tuve que conducir lentamente, lo último que quería era terminar estampada contra un árbol, o peor, una casa.
Iker, quien continuaba buscando algo "Célebre" para escuchar, se giró para mirarme. Sentí su penetrante mirada por toda mi cara. Apreté el volante con más fuerza.
-Así que... -Habló él, sin apartar la mirada –Me estabas evitando. –No fue precisamente una pregunta, así que no decidí responderla. Pero como ya sabía, él no me lo pondría tan fácil- Sigo sin entender porqué eres tan esquiva. Llevámos años conociéndonos.
Esa afirmación no era del todo cierta, sólo por un lado. Conocer a una persona no es solo verla todos los días por los pasillos haciendo algunas estupideces y eso era precisamente lo que ocurría. Cada que me topaba con Iker, yo estaba haciendo alguna clase de escualidez frente a él.
-No soy esquiva –Dije un poco más tímida de lo que pretendía. Me pateé mentalmente.
-¿No? –Una sonrisa traviesa había aparecido en su boca.
Cuando mis ojos hicieron contacto con los suyos, sentí que el corazón se me iba a salir por la boca.
Sus ojos. Siempre eran tan cálidos, nunca había visto nada igual. Por un momento, solo nos dedicamos a mirarnos el uno al otro, pero él sin borrar aquella sonrisa traviesa. Estuve tan tentada a...
Un pequeño salto me hizo volver a la realidad. Había entrado entre varios baches de la avenida Hvel y no me había dado cuenta, por suerte no nos habíamos estrellado. Estábamos cerca de llegar a casa cuando volvió a hablar.
-Tú ni siquiera has querido conocerme – No entendí bien sus palabras, hasta que volví de nuevo mi atención hacia él.
Ahora estaba mucho más serio, sus ojos habían tomado un matice más oscuro y su figura estaba tensa.
-¿A qué te refieres?- Contraataqué, no muy segura de lo que él quería decir. Giré un poco el volante a la izquierda para entrar por la calle que nos llevaba directo a nuestra zona de residencia.
-¿Mi color favorito? –Preguntó, lo miré como si hubiera perdido la cabeza ¿Por qué sabría su color favorito? Fruncí el ceño y decidí tratar de adivinar.
-¿Rojo? –A casi todos los hombres les gustaba ese color.
-No- Respondió, pero ahora estaba sonriendo de nuevo. El chico tenso de algunos segundos había desaparecido. Después de un corto silencio añadió – Amarillo.
-¿El qué? – Parqueamos en la acera de mi casa, y toda su atención ahora estaba en mí. Mentiría si no dijera que estaba algo nerviosa pero fascinada. Iker Adams estaba hablando conmigo.
-Es tu color favorito –Me quedé en silencio totalmente. Era cierto, el amarillo era mi color favorito. No sabía cómo lo sabía. No porque el amarillo me encantara usaba siempre ropa de ese color.
-¿Cómo sabes?- Me aventuré a preguntar.
-Sólo se trata de mirar más allá de ti misma –Susurró él – Nos vemos luego –Estaba a punto de bajarse del auto, pero lo detuve.
-¿Y el tuyo? –El me miró unos segundos y sonrió lentamente.
-El gris- Si alguien estuviera escuchando esta conversación, se daría cuenta que no estábamos tratando de coquetear, solo eran simples preguntas. Pero por el modo en que él me miraba y respondía en susurros, hacía que todo mi cuerpo se estremeciera, -Pero no cualquier gris –Siguió él, sin darme tregua –Ese gris pálido, como el de tus ojos.
Contuve el aliento.
-Respira, Kay, respira- Me decía una y otra vez. Sus ojos estaban sobre los míos, y no me atrevía a apartarlos.
-Buenas noches- Se acercó lentamente. Su aliento dulce y cálido chocó contra mis mejillas, sus labios hicieron contacto con mi piel, una densa y magnifica corriente embargo mi cuerpo.
Se retiró rápidamente y después desapareció en la oscuridad de los árboles y yo aún con el corazón a mil por hora.
***
No podía dormir. Mis padres habían llegado hacia dos horas, pero apenas habíamos cruzado palabras. La cosecha los había dejado cansados.
En ese instante la pared blanca de mi cuarto me parecía interesante. A decir verdad, no podía sacarme da la cabeza la mirada de Iker. Todavía tenía el hormigueo que sentí cuando sus labios me tocaron.
Cerré los ojos y suspiré. No iba ni debía ilusionarme. Sabía que él no era una mala persona, pero no quería nada que no pudiera tener en orden, y cuando estaba con él no existía un orden precisamente. Además solo quería su amistad.
-Repítelo hasta que te lo creas –Susurré en la oscuridad, y eso fue exactamente lo que hice hasta dormirme.