Siempre Cerca Nunca Juntos

El tiempo.

(3 años atrás.)

La tarde se sentía húmeda, afuera las grandes farolas de mimbre alumbraban la carretera de cemento que estaba mojada por la densa lluvia de la noche anterior.

Mi madre había salido a comprar algunas cosas, mientras Cam y yo arreglábamos la casa.

Hoy era un día especial, los estudiantes de música se graduaban a las afueras de la biblioteca, y mi hermano era uno de ello. Había estado mucho tiempo trabajando duro en el establo para poder pagar sus clases de música, pero por fin podría graduarse y todos estábamos feliz por ello, especialmente yo, sabía que era el sueño hecho realidad de él.

-Kay!!!- Escuché que mi hermano me llamaba desde su habitación, la cual estaba enseguida de la mía. Caminé algunos pasos hasta llegar a ella -¿Qué tal? –Preguntó apenas entré por la puerta y me quedé maravillada al verlo. Se veía bien.

Cam era mayor que yo por tan solo dos años, no hacía mucho acababa de cumplir los dieciséis pero parecía de más edad.

Su cabello rubio sedoso estaba cortado ligeramente por encima de su frente. Sus ojos grises deslumbraban su cara con esa típica sonrisa de arrogancia suya. Ese día se veía más guapo de lo normal, llevaba un esmoquin negro que se ajustaba bien a su cuerpo.

-Te ves genial, Cam –Susurré mientras sonreía.

Ahora que él había terminado su instituto de música, solo le faltaba  dos años para terminar el colegio y se iría muy lejos del pueblo. Con solo pensarlo mis ojos se llenaron de lágrimas. Cam y yo éramos mucho más que hermanos, éramos mejores amigos. Siempre estábamos ahí para el otro, sin importar los altercados y con solo tener la idea de que algún día se iría a otro lugar hacia que quisiera llorar por horas.

-Oye, no estés triste –Se acercó a mí con cara preocupada mientras me abrazaba. Un olor a miel revuelto con colonia masculina llegó a mis fosas nasales –Nunca te dejaré sola, Kay, pase lo que pase.

Sus palabras siempre tenían efecto en mí de una manera positiva.

-¿Lo prometes? –Cuestioné sin quitar la mirada de sus ojos.

-Lo prometo –Sonrió y me besó la mejilla- Venga, vamos a buscar tu vestido de cenicienta.

***

No podía dejar de reír. Mi madre me había comprado un vestido rosa que me llegaba hasta encima de las rodillas y me gustaba mucho. Era el que yo había querido, pero según Cam, el vestido solo se vería más hermoso si me dejaba el cabello suelto. Él estaba tratando desesperadamente de peinarlo sin tener resultados.

-Por amor a Dios, Kay –Suspiró –Ese cabello tuyo tiene vida propia.

Más risas salieron de ambos pero continuó con su trabajo.

-Por fin –Sonrió orgullosamente y me giró hacia el espejo.

Mi cabello estaba peinado hacia atrás con varias ondas en las puntas, al parecer Cam había aprendido a peinar gracias a mamá, era un chiste. Aunque tenía que admitir que me veía bien, pero no tanto como él.

Mientras Cam era solo cabello rubio, el mío era castaño y más rebelde de lo normal. Las personas siempre decían que Cam había salido a mi madre y yo a mi padre, y era cierto. Mi madre era rubia y de bellos ojos grises, un gran cuerpo y una fantástica sonrisa de comercial.

Por otra parte, mi padre era castaño, alto, sus ojos también eran grises pero de un tono más oscuro, como los míos y tenía algunos rasgos bien marcados en su cara, pero por desgracia eso fue lo único que no había heredado de él.

-Eres hermosa, Kay–Dijo Cam, mientras sacaba algo de su bolsillo –Ten, lo compré para ti.

Me quedé mirando lo que tenía en sus manos. Era un pequeño collar de oro con una K y C talladas en ella, era divina. Estaba a punto de agradecerle a mi hermano por el detalle cuando él volvió a hablar.

-No dejes que nunca nadie diga que no eres hermosa -Sus ojos estaban sobre los míos, pero eran penetrantes y sentí miedo ¿Por qué me estaba diciendo eso? Parecía una despedida –No dejes que nadie juegue con tus inseguridades, y si alguna vez te enamoras de algún chico, ese chico tiene que entender lo maravillosa que eres. Eres única y siempre lo serás, y no lo digo porque seas mi hermana, lo digo porque soy tu mejor amigo y necesitas saberlo.

Lágrimas picaban en mis ojos. Algo estaba mal, lo sentía.

-Cam ¿Qué sucede? –Pregunté alterada.

-Nada, cariño. Nada –Limpió mis lágrimas –Solo quiero decirte lo que pienso, a veces puede ser demasiado tarde.

***

Iba sentada en la parte trasera del auto de papá, mientras mi madre hablaba en la parte de adelante muy emocionada. La graduación había sido un éxito. Cam había decido quedarse un rato con algunos de sus amigos para celebrar su logro.

Cuando el auto parqueó en la entrada de casa me bajé lentamente. Estaba algo cansada, había sido un día largo pero estaba feliz por mi hermano. Había llorado como una magdalena cuando había dicho que gracias a mi era quien era.



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Editado: 10.06.2018

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