Siempre Cerca Nunca Juntos

Ella.

( Iker ) 

Hoy había sido un día bastante épico, había presenciado la escena de Gaia, Glenn y la nueva chica bonita que, según había escuchado, se llamaba Lina.

Todo había estado lo bastante tranquilo cuando de un momento a otro habían comenzado los gritos y las bofetadas. No me había extrañado ver a Kay interfiriendo en la escena, ya que Gaia era su mejor amiga, pero después todo parecía haberse complicado cuando la chica rubia acusó a Kay de ser mala amiga y Gaia se había puesto a llorar. Todo un dilema.

Tomé otro trago de mi limonada mientras miraba por la ventanilla de la casa de Gordon. Acostumbraba a venir todas las tardes después del instituto aquí para despejar un rato mi mente. La madre de Gordon no parecía importarle que siempre estuviera allí, de hecho siempre estaba muy contenta de tenerme alrededor.

-¿En qué piensas? –Preguntó Gordon mientras jugaba con su teléfono. Tenía el cabello negro muy largo, ya le tapaba prácticamente los ojos.

-En lo que pasó hoy en la cafetería –Dije sin tratar de esconder lo que pensaba. A Gordon no le gustaba que dijese que no estaba pensando en nada, cuando en realidad lo hacía.

-Eso fue lo bastante malo –Comentó éste mientras fruncía el ceño –Esa nueva chica tiene cara de ser problemática.

Me quedé en silencio. Siempre estaba tratando de no juzgar a nadie, así conociera a la persona o no, de hecho me consideraba muy pacífico para mi propio bien. Había tenido una etapa en mi vida donde siempre estaba tratando de meterme en problemas para poder ganar la atención de mis padres, pero eso ya era pasado.

-No me gustó como miró a Kay- Dije y al mismo tiempo me arrepentía. Tenía que dejar de importarme lo que ocurriera con ella, era su vida no la mía.

-¿Así que Kay? –Dijo Gordon mientras reía – Pensé que no te gustaba.

Era cierto, había tratado de convencerme de que ella no me gustaba, pero no era tan inmaduro como ella para tratar de negar algo que sabia que estaba ahí.

-Ya sabes que a mí me gustan muchas cosas –Dije mientras le sonreía burlonamente -¿Qué hay de ti?

-No me cambies el tema –Gordon no dejaba de reírse – También pensé que ibas a intentarlo con María.

Miré de nuevo a la ventana. María era una buena chica, muy atractiva, la verdad, pero carecía de algo y seguía sin saber qué era.

-No dije que tendría algo con ella –Murmuré mirando aún por la ventana –Solo estaba siendo amigable con ella como con todas, y ella lo confundió.

No me gusta coquetear con las chicas y después darles ideas equivocadas de mí, o que me etiquetaran como: mujeriego, machista, creído.

-Seguro –Contestó Gordon y siguió jugando en su teléfono.

Las siguientes dos horas pasaron lentas. No quería ir a casa aún, no tenía ganas de ir a mi habitación y encerrarme tan rápido como todos los días, pero ya se haría tarde y no querría que mi madre llegara y no me encontrara en casa.

-Creo que me voy ya- Le dije a mi mejor amigo y comencé a ponerme de pie. Por suerte la madre de él se había apiadado de mí y me había dado comida –Te recogeré mañana a la misma hora –Pasé por su lado y le alboroté el cabello.

-¿Quieres que te acompañe a casa? –Preguntó mirándome directamente a los ojos.

-¿Acaso no te cansas de mi grata compañía? –Me burlé de él –Dame un respiro campeón, ya sabes que hay Ikercito para todos. –Dije mientras reía más fuerte.

Cuando Gordon tenía doce años, se cayó en una piscina que le llegaba hasta los hombros y pensó que se iba a ahogar, había entrado en pánico y había empezado a gritar:

"¡Ayuda Ikercito, ayuda... No me dejes morir!"

Desde ese instante cada que se lo recordaba me fulminaba con la mirada y se hacía el molesto.

-Vete a la mierda, Adams. Largo de mi casa –Gruñó. Sonreí y salí de su casa.

Estaba a punto de entrar por la avenida que me llevaba directo a casa, cuando me desvié un poco y cogí hacia la biblioteca. En navidad había ido a comprar varios libros con Kay, pero ya los había leído todos, necesitaba más o pronto perdería la razón.

Entré rápidamente a la biblioteca y me encontré con la señorita Maia, la recepcionista.

-Tiempo sin verte –Me dijo ella mientras sonreía amablemente.

-¿Cómo has estado? –Pregunté educadamente mientras me acercaba a ella. La biblioteca estaba un poco vacía, no había muchas personas. Apenas habían iniciado las clases, pero solo era cuestión de tiempo para que esto pareciera la plaza.

-Muy bien, querido –Dijo sonriendo –Vienes por algunos libros –Afirmó y asentí –Entonces bienvenido al hogar del libro, toma el libro que quieras y regístralo antes de marcharte.

-De acuerdo, gracias –Comencé a caminar hacia la parte de atrás donde estaban los libros que más me llamaban la atención.



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Editado: 10.06.2018

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