Siempre Cerca Nunca Juntos

Un viaje nocturno.

-Lo siento tanto -Le susurré a Gaia mientras la abrazaba fuertemente.

Tras haber leído la carta me había quedado totalmente callada. No sabía qué decirle, no cuando el amor de su vida le había dejado claro que jamás le olvidaría.

-¿Qué tiene ella? -Preguntó en un susurro, mientras lloraba aún más fuerte.

Las dos estábamos acostadas en su cama mirando el techo; algunas gotas de la recia lluvia salpicaban el cristal de su habitación.

-¿Cómo se atreve a decir que aún me ama después de lo que hizo? -Sus palabras estaban más llenas de dolor que de rabia.

Sabía que Glenn no se había alcanzado a explicar con ella de lo que realmente había sucedido, pero Gaia seguía negándose a querer escuchar a alguien.

-Fue un accidente... -Nunca debí haber dicho eso.

-¿Accidente? -Exclamó ella mientras se ponía de pie y me miraba como si hubiese asesinado a alguien -¿Cómo dices que es un maldito accidente? -Gritó ella furiosa mientras me miraba con rabia. Mi corazón había comenzado a latir desesperado en mi pecho.

-A lo que me refiero es...-Me cortó fríamente.

-Cállate -Sus ojos eran fríos -Sé que Glenn es tu mejor amigo. Yo también lo soy, pero ya veo de qué lado estás -Traté de hablar pero fue imposible, sabía que solo la alteraría más -Vete de mi casa, quiero estar sola.

-Por favor, Gaia -Rogué, no quería dejarla sola -No me has dejado explicarme.

-¿Recuerdas cuando tu hermano se murió? -Preguntó ella, y sentí que mi mundo se tambaleaba. Sabía que no me gustaba hablar de él -Sólo lloraste el día de su entierro, de resto solo callabas y mirabas al vacío como si hubieses perdido todo, pero yo estaba ahí, para ti, junto a ti -Lágrimas corrían de nuevo por las mejillas de ella -Pero nunca fue suficiente para ti, porque habías perdido lo que más amabas y nadie podía consolarte. Pues déjame decir que no es muy diferente para mí -Sus palabras eran como aguijonazos para mi corazón -Yo también acabo de perder lo que más amo, y nadie puede consolarme, porque Glenn está muerto para mí.

Me había quedado mirando a Gaia por lo que había parecido una eternidad, pero luego simplemente me había marchado como ella me lo había dicho. Quería pasar por su dolor sola, entonces la dejaría, si me quería a su lado, me llamaría.

***

Las calles estaban despejadas y la lluvia salpicaba todo el pavimento volviéndolo de un color más oscuro, ya se estaba ocultando el sol. Había estado más tiempo en la casa de Gaia de lo que había previsto.

Comencé a caminar lentamente por la avenida para poder llegar al centro de la plaza. Había pensado llamar a mi padre para que me recogiera pero era mucho mejor caminar bajo la lluvia mientras pensaba.

A la mayoría de personas no les gustas lo días oscuros, nublados y fríos, pero para mí eran los mejores, aun mas cuando podía dormir todo el día.

Un auto comenzó a andar lentamente tras de mí. Por inercia comencé a caminar más rápido mirando para todo los lados, pero no era que mi vista fuese la mejor ya que las gotas de agua caían más de seguidas y me empapaban toda.

-¿Vas a correr? -Me detuve de una, suspirando. Esa voz.

-¿Iker? -Pregunté mientras me cubría con la mano la cara para evitar que la lluvia me cayera en los ojos.

-¿Quién más? -Murmuró mientras me miraba enarcando una ceja -Y por el amor a Dios ¿Qué haces afuera con esta lluvia? -La preocupación en su voz casi me hizo sonreír -Súbete antes de que cojas un resfriado.

Rodeé el auto y me subí rápidamente. Ya había dicho que amaba la lluvia pero me había comenzado a congelar ahí afuera.

-¿Qué crees que hacías? -Preguntó él mientras me miraba de arriba abajo.

Me sonrojé. Aún llevaba puesto el uniforme del instituto, la camisa la llevaba pegada al cuerpo y dejaba ver el color de mi sostén.

-Me entregaba en cuerpo y alma a la madre naturaleza -Bromeé y me vi recompensada con una gran sonrisa.

-Ya veo -Su mirada aun no me dejaba -Pero mírate, estás mojada por todas partes.

Mi mejillas se encendieron y el soltó una carcajada.

Debía de estar muy contenta por estar bromeando con Iker, pero no era del todo cierto. Estaba algo inquieta porque no me había contestado el mensaje y luego lo que había dicho Claudia sobre ellos...

Me había planteado preguntárselo de frente, pero no podía.

-Siento mucho lo de hoy -Dijo él de repente, mientras arrancaba el auto.

-¿Qué cosa? -Pregunté mientras trataba de escurrir un poco mi falda.

-Lo de Claudia -Al escuchar su nombre me tensé y probablemente él lo notó -Fue muy desagradable -Murmuró y arrugó el ceño.

-No pasa nada - Y era verdad.

-Claro que pasa -Insistió él - No debes dejar nunca que nadie te trate mal, Kay. Ella no es ni por poco mejor que tú.

Su actitud era sorprendente.



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Editado: 10.06.2018

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