Siempre Cerca Nunca Juntos

En problemas.

Estaba haciendo todo lo posible por controlarme. No era una chica agresiva, ni de poco, pero sentía la furia invadiendo cada parte de mi cuerpo, y cuando estaba enojada no me detenía a pensar en lo que estaba haciendo.

-¿Soy una arpía? -Preguntó Lina, riendo cruelmente. - Lo dice la chica que no le dijo a su mejor amiga que su novio amaba a otra.

Las personas se estaban acercando alrededor como hormigas atraídas por dulce, y lo odiaba. No me gustaba ser el centro de atención, pero como dije, estaba lo suficientemente furiosa como para que me importara.

Glenn estaba tratando de tranquilizar a Lina pero esta vez, no me iba a quedar callada. No cuando ella había destruido la vida de dos personas muy importantes para mí.

-¿Qué se siente? -Le pregunté mientras sonreía fríamente -Ya sabes, ser la segunda. Saber que nunca vas a ser importante para él -El rubio me enviaba miradas de súplica, pero yo no podía callarme.

Las mejillas de Lina estaban sonrojadas, y me miraba furiosa mientras se acercaba peligrosamente a mí. Si trataba de siquiera tocarme un pelo, le iba a ir mal y no me importaba que estuviese embarazada.

-Bueno, eso no es tan malo -Ella arrastró las palabras mientras miraba a toda la gente que teníamos alrededor - Hay personas que tienen que convivir con el remordimiento, ya sabes -Ella sonrió - ¿Tus padres te siguen queriendo después de todo? -Preguntó y mis músculos se tensaron -Yo no sería capaz de mirarte siendo tu madre, sabiendo que fuiste quien le quitó a su otro hijo.

-¡Lina! -Gritó Glenn, furioso.

Y eso fue todo.

No podía respirar.

Mis manos temblaban violentamente mientras trataba de respirar.

Y sin ni siquiera pensarlo dos veces, me moví hacia Lina y la cogí del cabello.

Estaba furiosa. No estaba pensando, pero no me importaba.

Ella gritó, y la cogí más fuerte del cabello, todo lo que veía era un intenso rojo que me impedía pensar y razonar, Lina trató de arañar mis manos pero le tiré mas bruscamente del cabello haciéndole gritar. Estaba a punto de tirarla al piso cuando unas manos se cerraron alrededor de mi cintura y me jalaban. Alguien estaba hablando a mi oído, pero no podía escuchar nada aparte de las crueles palabras de Lina.

Yo era una asesina. Él había muerto por mi culpa, lo sabía y eso me estaba matando.

-Suéltame -Grité a quien fuera que me tenía agarrada de la cintura -Juro por Dios que la voy a matar.

-Ya fue, suéltala -Las manos que me sostenían eran gentiles -Tienes que calmarte.

No quería calmarme, pero a regañadientes la solté del cabello, y alguno mechones de pelo se quedaron enredados en mis dedos.

Aún estaba temblando de la ira, pero estaba a punto de romperme a llorar, me pasaba siempre cuando me enojaba mucho y después me tranquilizaba me entraban ganas de llorar.

Lina ahora estaba llorando en los brazos de Glenn.

-¿Viste lo que me hizo? -Gritó. -Maldita psicópata.

Sentí mis ojos arder, mis manos temblaban aún más, pero seguía queriendo hacerle pagar por sus palabras.

No me di cuenta que estaba siendo arrastrada hacia la entrada del colegio. Alcé mi mirada y me encontré con Iker. Seguramente había sido él quien me había separado de Lina.

-¿A dónde vamos? -Pregunté, tratando de retener las lágrimas.

-¿A dónde crees que vamos? -Devolvió él la pregunta, mientras apretaba los dientes. Se veía molesto.

Entramos por la puerta principal, la cual ya había sido abierta, y nos dirigimos directamente para los pasillos que llevaban a la biblioteca. Iker caminaba de prisa, me costaba mucho seguirle el paso y aún más cuando mi cuerpo seguía temblando completamente.

Ya se escuchaba el bullicio de todas las personas que estaban entrando, las risas y las palabras. No entendía precisamente que era lo que decían pero sabía que estaban hablando de lo que había sucedido.

La biblioteca nos recibió con su tenue luz dorada y sus grandes libros esparcidos por todas partes. Esta biblioteca no era tan grande como la central pero era igual de hermosa, aunque seguía prefiriendo más la otra, tenía muchas cosas más para leer. Aquí solo había libros de uso escolar, ninguna obra de Mozereit o de Bennit', pero algo era algo.

Me senté en una de las sillas blancas con adornos marrones que estaba situada al lado de una extensa mesa de trabajo. Mi mirada cayó a mis manos, estaban rojas y frías, seguía temblando y tenían una o dos uñas quebradas. Tenía que admitir que la muy estúpida se había llevado un buen zarpazo.

Pero sus palabras seguían ahí, en mi cerebro, haciendo que me doliera todo el cuerpo. Tenía ganas de vomitar y llorar.

¿Quién se lo había dicho?

Ella era nueva aquí. Cómo podía saber lo de Ca.., lo de él.

-Kay- Me llamó Iker.

No quería mirarle, no quería ver la decepción en sus ojos. Había perdido el control, así de sencillo.

Un sollozo salió desde lo más profundo de mi corazón, amenazando con destruirme. Y sin ni siquiera darme cuenta ya estaba llorando a cantaros.



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Editado: 10.06.2018

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