Siempre Cerca Nunca Juntos

¿Que crees?

-¿Qué es esto? -Volví a preguntar señalando el mensaje. La nauseas invadieron mi cuerpo y traté de retenerlas.

-Es un mensaje, Kay -Argumentó Iker, quien se había puesto de pie y miraba la ventana.

Me terminé de poner de pie y lo miré frustrada e irritada.

-Sé que es un mensaje -Me di cuenta que estaba subiendo la voz, y la bajé rápidamente. Lo último que quería era llamar la atención de mis padres. -¿Te vas a ir? -Mi voz sonó rota y ahí mismo me callé.

Tenía que calmarme, no iba a llorar. No lo haría. Desde un principio había sabido cómo iban a ser las cosas y me había atrevido a seguir.

-Kay -Me llamó él, quien se había acercado a mí.

-No -Dije y respiré profundamente -Deberías habérmelo dicho por lo menos.

Los dos nos quedamos en un tenue silencio. Nadie dijo nada y para mí era como si él estuviera diciendo muchas palabras...

Él se iba a ir, y no podía detenerlo, claro que no. Era su vida y él hacía con ella lo que quisiese. Quizá sería ilógico que la situación me estuviera doliendo tanto, él y yo no llevábamos mucho tiempo saliendo, pero ¡Por dios! Era Iker, el chico que tan solo con una mirada se había metido bajo mi piel y me había hecho volar.

Alcé la mirada y me encontré con aquellos ojos marrones que me dejaban sin respiración... ¿Y adivinen qué? Las ganas de llorar regresaron más fuertes aún, y temí que si seguía mirándolo me rompería en dos.

Me volví para salir de la habitación y tranquilizarme un poco, pero Iker rápidamente se interpuso entre la puerta y yo.

-Kay -Volvió a pronunciar mi nombre -Mírame -Sus manos se posaron en mi cintura, mientras él me acercaba a su cuerpo -¿Estás escuchando lo que me estás preguntado? -Cuestionó seriamente.

Nuestros ojos se conectaron y mi cuerpo tembló. Iker era tan... Intenso. Con tan solo llevar una mirada de él sobre mí, me hacía sentir y desear cosas nuevas y no experimentadas. Me gustaba estar junto a él, sin importar nada.

-¿Te iras? -Pregunté de nuevo. Quería que me dijera la verdad.

-¡Joder, kay! -Gruñó, y sin esperar respuesta mía, me besó duro y ardientemente.

Sus labios colisionaron con los míos creando una explosión de colores y sentimientos. Su lengua se ajuntó con la mía y danzaron libremente llevándome al paraíso. Mis piernas temblaron por su proximidad, pero no quería que se marchara, quería que me besara hasta que olvidara lo que acababa de leer.

Un jadeo salió de mi boca y él lo atrapó con sus dientes. Mis manos ahora estaban por debajo de su camisa, tocando y sintiendo toda clase de sensación.

No sé cómo, pero terminamos en mi cama. Yo encima de él, sin dejar de besarnos rápidamente como si en cualquier momento el tiempo se fuese acabar y no pudiéramos terminar de besarnos apasionadamente. Los besos en el cuello no tardaron en llegar y su nombre se escapó de mi boca.

Sabía lo que estábamos haciendo y ni siquiera lo dudaba. Ya no me sorprendí al darme cuenta que sería capaz de hacer cualquier cosa con él. Ni siquiera lo pensaría dos veces, era él... Y quizá no se lo dijera en voz alta, por miedo, pero mentalmente podía admitir que estaba totalmente enamorada de él, y lo peor, sabía que sin importar el tiempo que llevábamos juntos e ignorando si él correspondía ese gran sentimiento... Sabía que ya lo amaba.

Y quizá algunos pensaran que estaba siendo muy apresurada al amar a una persona tal y como lo hacía con él, y quizá ellos tuvieran razón. Pero se sentía correcto, porque solo Iker, tan solo él... Era quien lograba acelerar éste corazón, que hacia ya tanto tiempo había dejado de sentir como la hacía ahora.

Y después de que un corazón se desbocara por alguien en especial, el corazón, ya tenía dueño.

-Jesús -Murmuró Iker, quien se había apartado un poco de mí, para tomar aire -Sinceramente mi hobbie favorito es besarte -Sonrió de lado y yo me sonrojé estúpidamente, aún estaba ahorcajadas sobre él -Quizá me vaya a odiar por esto que te voy a decir, pero tenemos que parar -Sus manos apretaron mi cintura -Si sigues besándome de aquella manera y gimiendo así, no me controlaré -Me advirtió y adiviné que estaba como un tomate. -¿Estás sonrojada? -Se burló él.

-Muy gracioso -Farfullé.

Él tenía razón, mis padres estaban en la planta inferior y en cualquier momento podrían subir. No me imaginaba la cara de mi padre al ver la escena, de seguro mataría al castaño.

Traté de ponerme de pie, pero él me lo impidió.

-No, espera -Sus manos viajaron de mi cintura, por mis costillas y se desviaron a mis manos, bajando a mis muñecas. Mientras hacía todo esto, yo temblaba por las exquisitas cosquillas que llenaban mi piel -¿Todavía tienes duda, sobre si me voy a ir? -Preguntó.



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Editado: 10.06.2018

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