Siempre Cerca Nunca Juntos

Lo eres todo.

-Te confundí con otra persona -Murmuré silenciosamente, mientras Edwin e Iker me miraban profundamente.

-Me llamaste por mi nombre -Insistió Edwin, y noté que Iker se estaba comenzado a molestar.

-Era otro Edwin -El susodicho inclinó sus cejas burlonamente.

Pero decidí que ya era tiempo de marcharme, no quería que el castaño abriera la boca e iniciara una pelea. En el corto tiempo que llevaba con él, me había dado cuenta de lo posesivo y celoso que podía llegar a ser y para mi grata sorpresa, me encantaba.

-Ya nos tenemos que ir -Me despedí -Vamos, cariño -Jalé a Iker de la mano, dejando a Edwin con la palabra en la boca.

Caminamos entre las personas por varios minutos, en silencio. Habíamos perdido de vista a Gordon y aun no hallaba a Gaia.

-¿Quién era él? -La pregunta de Iker no era precisamente un reclamo, sonaba más como una duda. Abrí mi boca para decir que había sido un error, pero él me calló inmediatamente. -NI me digas que lo confundiste con otro, porque vi tu cara cuando le viste de frente -Agregó distraídamente, mientras seguíamos caminando.

A veces pasaba por alto lo observador e inteligente que era el castaño.

-Lo conocí en el centro comercial -Cuando dije esto Iker me miró de reojo -Bueno, no lo conocí técnicamente, lo vi hablando con otra persona.

No quería contarle a Iker que aquella persona era la babosa de Lina, y no era precisamente porque no confiara en él, era solo que no sabía qué pensaría de todo esto... No quería que pensara que era una mala persona por sentirme satisfecha por el embarazo falso de la estúpida.

-Hmm -Farfulló él, pero no dijo más. Sabía que estaba haciendo todo lo posible por no preguntar más.

Llegamos donde había una gran y roja carpa, cubriendo varias cajas de juegos artificiales. Lo más probable era que en unas horas, esto fuera lanzados al cielo y después explotasen en miles de chispas de varios colores.

Había un pequeño auto blanco antiguo junto a la carpa, seguro era del dueño de todo eso. Pero sin importarme las consecuencias tomé impulso y me senté en la cajuela. Iker, que había estado jugando con mis dedos, me regaló una sonrisa pícara y se situó entre mis dos piernas. Nuestros ojos quedaban a la misma altura.

Quizá sonara cursi y algo fastidioso, pero no me cansaba de admirar sus ojos, eran increíbles. Eran tan expresivos, tan radiantes, tan..todo.

-Sabes que confió plenamente en ti ¿Verdad? -Le pregunté, pasando mis dedos por su cabello. Era sedoso y muy suave.

-Por supuesto -Besó mi mejilla y me sonrojé, haciendo que él sonriera.

-De acuerdo -Dije lentamente, iba a contárselo todo, porque necesitaba desahogarme, y él era perfecto -Lina, iba a tener un bebé de Glenn -Las palabras salían fácilmente de mi boca.

-¿Iba? -Preguntó ahora él, sin inmutarse.

-Sí, iba. Todo fue una mentira, no sé muy bien porque ella le mintió a él sobre un bebé, pero la última vez que hablé con Glenn, dijo que ella lo había engañado -Bajó la mirada a mis manos - Todo este tiempo solo hizo hacerle daño a Gaia y a él.

La rabia comenzó a nacer en lo profundo de mi. Cada que recordaba todo lo que nos había hecho pasar, quería ir a sacarle los ojos para que después se los comiera.

Calma, Kay, calma.

-Que mal... -Murmuró Iker -Quién sabe por qué debe de estar pasando ella para que haya inventado algo como eso.

-Es solo una estúpida, egoísta, daña relaciones -Sentencié y él frunció el ceño.

-Puede que sus intenciones hayan sido las más egoístas, pero me imagino que tuvo que haber algo muy grande que le impulsó a hacer aquello. -Le miré realmente molesta.

Lo que me faltaba. La babosa se había ganado la lástima de él.

-Dios, deja de defenderla -Gruñí - Ella hizo sufrir a Gaia y a Glenn, así que sin importar sus excusas es una maldita perra.

Estaba molesta, y por amor a Dios, todos sabían que cuando estaba molesta era insoportable.

-Cálmate -La diversión en sus ojos me calmó un poco -Estás molesta con ella no conmigo ¿Bien? -Asentí, porque sabía que él tenía toda la razón -Además, no la estoy defendiendo, solo estoy diciendo que tiene que haber una razón para lo que hizo, y porque la haya, no le quita lo que hizo.

Él tenía la razón, pero quería de igual manera matarla.

-¿Te he dicho alguna vez lo sexy que te ves cuando te enojas? -Cuestionó tratando de distraerme. 

Una sonrisa se esparció desde mi boca por todo mi cuerpo.

Le jalé despacio de su camiseta y lo acerqué más a mí, el olor de su perfume llenó mis fosas nasales y me hizo estremecer.

-Quiero un beso -Murmuré lentamente y lo vi estremecerse, cosa que me calentó la piel totalmente.

-Para tu suerte, yo hago todo lo que tú quieras.

Tras decir estas palabras, chocó sus labios con los míos haciéndome gemir. Mi corazón comenzó a correr rápidamente sobre mi pecho y mi respiración ahora era más artificial. El sabor de su boca me tenía totalmente loca y la cosa terminó de empeorar cuando su lengua lamió mi labio inferior y después lo mordió delicadamente. Su lengua parecía burlarse de mi, con cada roce sentía que no podía más, no estaba siendo suficiente, no cuando él hacia aquellos sonidos y yo enredaba mis manos en su cabello para después tirarlo suavemente.



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Editado: 10.06.2018

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