El fin de semana había pasado rápidamente. Sábado y domingo habían sido un borrón de risas, abrazos y muchos besos, quizás demasiados. En esos dos días, prácticamente Iker y yo no nos habíamos separado, visitamos la biblioteca juntos, fuimos a comer comida china y después vimos una estúpida película de comedia que no hizo reír a nadie.
Por otra parte, Gordon, el mejor amigo de Iker, me caía mucho mejor. Jamás me hacía sentir incomoda, era como si fuéramos amigos desde hacía mucho tiempo, exceptuando que a veces el chico era todo un dilema, jamás dejaba de bromear acerca de mí y mi altura, pero qué se podía hacer.
El domingo, cuando habíamos estado comiendo comida china en el pequeño local al lado de Jhiles, Dylan había llegado de improvisto y había besado mi mejilla con un eufórico "Hola" y por inercia, Iker me había atraído hacia él, mientras fulminaba a un Dylan indiferente, Gordon solo se había reído a carcajadas, mientras yo me sonrojaba.
En esos momentos hubiera querido que me tragara la tierra.
Hoy ya era martes, y si, había vuelto al instituto. En la mañana cuando me había despertado me había arrepentido totalmente de anhelar volver a Havanna, no me gustaba madrugar, no era lo mío. Lo único que me daba la suficiente fuerza para ir, era que iba a ver a Iker, Gaia, y Glenn... Añadiendo que tenía unas ganas extraordinarias de hablar con el rubio, era casi un deseo.
Había sido cómico cuando había llegado al instituto, todo el mundo me había mirado como si fuera una diosa o un extraterrestre, no estaba del todo segura, y la verdad no ayudaba mucho llevar las manos entrelazadas con el castaño, quien me había esperado en el parqueadero para acompañarme a mi salón. ¡Era un amor!
Adentro, los pasillos habían estado atestados de estudiantes y profesores. Varias veces escuché susurros como "Pobre Lina" o "Es un animal" y lo que más me había sacado de quicio, había sido la estúpida y patética frase de "Le quitó el novio a Claudia"
Aun no estaba segura de qué clase de chismes habían inventado, pero estaba segura que no le había quitado nada a la imbécil, Iker no era nada de ella y nunca lo había sido. Él me había dejado claro que si había tenido sexo con ella, pero según él, ambos habían decidido que sólo era por diversión. Pero la estúpida de Claudia, se equivocaba si creía que el sexo ligaba a dos personas, porque según lo que yo sabía, el sexo sin amor, era solo sexo, o sea nada.
Me miré por última vez en el espejo del baño y traté de sonreír. Últimamente me veía diferente, o quizá solo fuera que al sentirme diferente no me reconocía.
-¡Apúrate! -Gruñó Gaia fuera del baño -No quiero un reporte -La primera clase ya había terminado y íbamos un poco retrasadas a la siguiente.
Rodé los ojos y salí. Ya no había muchas personas por fuera de las aulas, pero como casi siempre, Gaia y yo éramos unas de las ultimas en entrar. Nos gustaba quedarnos merodeando por ahí y chismeando.
Caminamos a pasos apresurados buscando el bloque B-5, era casi el ultimo pasillo en el segundo piso, así que suponía que cuando entráramos el profesor ya estaría citando su "magnifica" clase.
-Ni sé para qué corremos -La miré de reojo, sonriendo -Seguro ya tenemos reporte -Ella hizo una mueca y yo solté una carcajada.
Esto era nuevo en Gaia, normalmente a ella no le importaba ganarse un par de apuntes, pero al parecer hoy era importante, y seguía sin saber porqué.
Según mi volante, nuestra siguiente clase era la de idiomas, y nos tocaba juntas. Era toda una suerte, no era muy buena consiguiendo amigos de grupo, así que ya con Gaia, sabía que podía hacerme con ella.
Subimos las escaleras rápidamente, llegamos al segundo piso, y corrimos por el pasillo, parecíamos dos descerebradas corriendo. Ya iban quince minutos de retraso, estaríamos de buenas si nos dejaban terminar de escuchar las clases.
Encontramos el salón, pero en vez de habernos detenido y arreglar nuestros cabellos como dos adolescentes normales, Gaia me tomó de la mano y me jaló rápidamente hacia la puerta, y sin esperar la empujó fuertemente, quizá con mucha fuerza... la puerta de cristal se abrió y chocó fuertemente con la pared que tenía atrás. El ruido llenó la estancia, y todos los alumnos que estaban sentados se giraron hacia nosotras para mirarnos sorprendidos.
Mis mejillas se sonrojaron y Gaia embozó una sonrisa de suficiencia. Terminamos de entrar al salón con las miradas de todos sobre nosotras. Yo aún estaba acalorada por la corrida, mi cabello, que había estado recogido en una coleta, ahora estaba totalmente afuera y en desorden.
Con la mirada busqué al profesor para disculparme pero... ¿Adivinen qué?
Gracias a todos los dioses, el profesor aún no había llegado, pero cuando miré mejor a los que estaban en el salón, suspiré fuertemente. Al parecer, a todos nos darían idiomas juntos, porque todas las caras que veía eran totalmente conocidas.