Siempre Cerca Nunca Juntos

Acampando junto a la luna.

Tomé mi última maleta y bajé corriendo las escaleras. Iker ya había llegado y junto a él nos esperaba Gordon, quien no dejaba de decir que la pasaríamos genial.

Para suerte de todos estaba haciendo una noche realmente esplendida, las nubes oscuras se arremolinaban alrededor de la luna y la hacían brillar suavemente. En el aire se sentía una frescura maravillosa que no había estado ahí las noches anteriores.

Iker había llegado en un auto que jamás le había visto, era una camioneta 4x4 color negro y platina gris con lindas placas doradas. La camioneta era justo para todos los que íbamos.

-¿Ya todo? –Preguntó Gordon, quien se veía estresado por todas las maletas que Gaia había metido en la camioneta –Sólo son dos noches –Se quejó de nuevo y mi mejor amiga lo fulminó con la mirada.

Iker y yo no pudimos evitar reírnos, era cómico ver como Gaia trataba de explicarle a Gordon lo importante de estar preparada con mucha ropa, mientras él la fulminaba y trataba de ignorarla.

-Oye -Le susurré bajito a Iker, quien tenía sus manos en mi cintura – ¿Glenn? –Pregunté bajito para evitar que me escucharan los otros dos.

-Lo recogeremos en la autopista mayor –Dijo el castaño serenamente –Estoy seguro que cuando estemos por allá, Gaia ya no se podrá bajar... Estaremos lejos –Él se encogió de hombros y yo sonreí asustada.

-¿Nos vamos? –Preguntó Iker, mirando a los otros dos, quienes asintieron y subieron rápidamente a la camioneta.

Yo volví la mirada a mi casa, donde estaban mis padres mirándonos. Por una parte mi mamá se veía alegre, pero mi padre tenía el ceño fruncido y las manos apretadas, era obvio que ya no estaba muy seguro del viaje. Les regalé un breve saludo antes de subirme de copiloto junto a Iker, quien les regaló una sonrisa de lo más simpática a mis padres y se subió frente al volante.

-¡¡Listo, vámonos!!! –Gritó Gordon emocionado, todos nos giramos a mirarle y el sólo hizo un mohín y volvió a su teléfono.

Llevábamos más o menos media hora en la camioneta, ya habíamos pasado la rodadera del lago y estábamos llegando a las cabañas del puerto, una canción sonaba en la radio pero nadie dijo nada, todos estábamos sumergidos en nuestros propios pensamientos. No pude evitar traer a colación la conversación que había tenido con Dylan... ¿Era cierto que la ex de Iker volvería? Si volvía ¿Qué pasaría? No tenía que preocuparme realmente por ese tema, estaba segura que ambos habían terminado porque ya no sentían nada el uno por el otro. No creía que Iker fuera a dejarme, no en realidad... El había dicho que era especial y yo le creía.

Miré por la ventana a tiempo que subíamos una pequeña loma, alrededor no había nada, aparte de tierra inerte que no servía para plantas. Al fondo del lugar se veía una pequeña cabaña con una sola lámpara tenue que hacía que uno identificara la pequeña cabaña de madera, me pregunté si la persona que vivía ahí no le daría miedo vivir en medio de la nada...

Una mano cálida se envolvió alrededor de la mía y brinqué asustada, volví mi mirada y me encontré con un par de ojos marrones que brillaban divertidos, suspiré y sonreí estúpidamente. Iker se había detenido frente a otro auto, había un pequeño trancón delante de nosotros. Suspiré y apreté la mano del castaño, quién jugaba con mis dedos.

-¿En qué piensas? –Preguntó sin dejar de mirarme y mi piel se calentó.

-En la cabaña que pasamos- Murmuré mirando su boca. Ya extrañaba sus besos - ¿No le dará miedo al que vive ahí estar solo? –El volvió la cabeza como si quisiera ver la cabaña pero ya la habíamos pasado por algunos metros.

-Supongo que no –Contesto él sin dejar de sonreír –Debe ser placentero estar en medio de carreteras y montañas solo –Fruncí el ceño pero no dije nada, yo por nada en el mundo viviría sola en medio de la nada.

-No te preocupes, a mí tampoco me gustaría vivir tan alejado del pueblo –Volvió a hablar como si hubiera leído mi mente – Nuestra casa estará rodeada de otras casas –Esto último lo dijo sonriendo aún más. Sentí mis mejillas arder, pero gracias a la oscuridad sabía que no lo había notado.

Había dicho "nuestra casa" y mi piel se había erizado, ya me imaginaba yo con iker... Siempre.

-¿De qué hablan? –Preguntó Gaia, reconstándose en medio de las dos sillas delanteras -¿Hablan de sexo? –Inquirió ella, e Iker soltó una carcajada.

-Claro que no –Balbuceé mientras me giraba y la miraba mal, ella sonrió y rodó los ojos.

-¿Por qué te da pena? –Había burla en sus ojos y sabía que quería hacerme dar "el siguiente paso" –Acaso no es normal que una pareja de novios hable de sexo.. ¿Iker? –Preguntó por último cuando el castaño se rió entre dientes.



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Editado: 10.06.2018

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