Siempre Contigo

Capítulo V La reina del drama

CAPITULO V

La reina del drama

 

 

Después de un largo año y medio de relación con Sebastián, mi vida social había ido en auge. No había vuelto a caer en el fondo de la lista de popularidad, aunque no se sorprendan tampoco, jamás he llegado a estar entre las cinco principales, y no es que me importe en realidad, no necesitaba que una estúpida lista me dijera qué tan hermosa o popular era; Sebastián se encargaba de decirme lo bella y perfecta que era a cada hora del día, en serio, había sido el mejor primer novio con el que cualquier chica había podido soñar.

En nuestro primer aniversario había llenado toda mi habitación de rosas y globos, mis padres le habían dado permiso de estar en ella solo mientras yo no me encontrara en casa, así que la visión del cuarto más romántico del mundo solo pudieron verlo mis ojos y los de nadie más, bueno excepto los de Lucas, que se coló a media noche en mi habitación y estalló en carcajadas ante el desplegue de cursilerías que su amigo era capaz de realizar; después de reírse por más de veinte minutos, admitió que Sebastián era un buen chico y que tenía su permiso exclusivo de seguir saliendo con él, ¡Como si lo necesitara!

Esa misma noche en el partido de fútbol, antes de toda la situación con Lucas y mi cuarto lleno de rosas, el chico lo llevó todo a los extremos, lo juro por lo más sagrado, hizo que sus compañeros del equipo pintaran un gran cartel con letras de colores que decían “Feliz aniversario, Princesa” y lo había hecho colgar de uno de los extremos del campo de fútbol, ¡Frente a todo el mundo! ¿Pueden creerlo? Todas mis amigas estaban muertas de la envidia, éramos una de las parejas de oro del instituto, y eso es decir demasiado, pasé de ser la “Bestia del instituto” a convertirme en la “Princesa” de Sebastián.

Ni hablar del drama que montó Laura la semana después de mi quinceavo cumpleaños cuando descubrió que Sebastián y yo estábamos saliendo, y ella, que era por excelencia la más popular del instituto estaba saliendo con Jorge, el tercer chico más popular. Si quieren que les diga un secreto, amaba no seguir siendo la “bestia”, pero extrañaba sumamente la cantidad de tiempo que pasaba con mi mejor amigo. Lucas había pasado a un segundo plano, y no porque yo así lo quisiera, sino porque él mismo comenzó a alejarse de mí; Lori insistía en que estaba celoso, pero yo sabía que no era así, lo conocía mejor que nadie en el mundo ¿No? Él me lo habría dicho; pero en cambio, comenzó a salir, para sorpresa de todos, con nada más y nada menos que con Laura, quien botó a Jorge en menos tiempo del que cuesta pestañear una vez. Mi mejor amigo y mi archienemiga, juntos.

-No puedo creer que estés saliendo con ella – Reclamé la noche después de que todos los vieron besándose en el parque de MI urbanización – ¡Con ella! ¡Sabes cuánto me odia!

Lucas resopló cansado mientras tomaba el balón de fútbol en sus manos y lo posicionaba directo a la arquería conmigo a su lado sin dejar de hablar.

-¿Por qué en el mundo la tuviste que elegir a ella? ¡No lo entiendo! ¿Por qué me hiciste esto?

-¡No todo tiene que ver contigo, Isabella! – Gritó pateando el balón con todas sus fuerzas.

Me congelé en el acto, Lucas no solo me había gritado por primera vez en la vida, sino que además, me había llamado por mi nombre completo, nada de ángel o si quiera Isa. ¡Isabella!

-¡Mírate! – Continuó gritando mientras yo permanecía anclada al mismo lugar - ¡Ni siquiera puedo reconocerte ya! ¡Ahora te maquilla, usas esas estúpidas faldas cortas con tacones, vas a los partidos, y en vez de animar lo único que haces es saltar de aquí a allá gritándole cursilerías al estúpido de Sebastián! ¡Te quejas de que esté saliendo con Laura, pero eres incluso peor que ella ahora!

Ese había sido un golpe bajo, y él lo sabía. Mi rostro cayó en lo que considero la peor mueca de tristeza de la vida, mi mejor amigo, el chico con el que había compartido los últimos diez años de mi vida, me acaba de decir que era peor que la peor chica del colegio.

-Me alegra saber que piensas eso – Murmuré en cuanto encontré las palabras, di media vuelta y me alejé del parque; solo comencé a correr cuando me aseguré de estar lo suficientemente lejos de Lucas como para que no me viese llorar.

Subí corriendo las escaleras hasta mi cuarto, ignorando la llamada de mamá desde la planta inferior, lo único que quería era encerrarme en mi habitación y llorar. Cerré la puerta tras de mí y me dejé caer contra ella mientras las lágrimas que trataba de tragar encontraban su camino a la superficie. ¿Tenía razón Lucas? ¿Me había convertido en alguien peor que Laura? ¡Esta no era yo! Yo no pensaba en maquillarme para lucir hermosa, ni me vestía para que otros me mirasen, esto era lo que todos esperaban que fuese ahora que estaba con Sebastián, pero yo no quería serlo si eso me hacía perder a la única persona que significaba el mundo para mí.

Me puse de pie y corrí al lavabo a limpiar mi rostro, hasta quitar la última gota de maquillaje que me quedaba, lancé el estúpido pantalón ajustado que tenía y la blusa rosa ceñida hasta quedar en ropa interior. Me contemplé en el espejo por lo que parecieron horas ¿Quién soy? Me pregunté una y otra vez mientras trataba de reconocer el rostro que me veía de vuelta, esta no soy yo, no quiero ser así. Entré en la ducha y dejé que el agua caliente bajara por mi cuerpo mezclándose con mis lágrimas, al menos de esa manera no sentía que lloraba, al menos así podía engañarme a mí misma y pensar que todo estaba bien.




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