Siempre el mismo sueño

No tengo ganas

Hacía mucho frío. El sol estaba a punto de ocultarse y el cielo estaba de un color rosa intenso. Había muy poca gente en el centro de Pinamar dado que no era época de vacaciones, además de que era pleno invierno. Melody estaba viendo vidrieras y buscando algún lugar para tomar un café mientras esperaba algún mensaje de Javo.

                        En un pequeño centro comercial, le llamó la atención a Melody un local con un stand lleno de libros viejos y desgastados. “Introducción al Mundo Oscuro”, “Las razas mágicas” o “La historia de las artes mágicas” son algunos de los títulos que se podían leer en las tapas de los libros. Era muy raro que una librería tenga artículos con ese tipo de contenido. Sin dudarlo dos veces, empezó a buscar si había algún tipo de libro que conectaba los sueños con la magia. Capaz que tenía suerte y hallaba un par de respuestas al menos a todas las dudas que tenía. Mientras realizaba esa búsqueda, un hombre con barba y el pelo largo y ondulado, con jeans desgastados y una camisa blanca se le acercó.

-          Buenas tardes, ¿la puedo ayudar en algo? – le preguntó amablemente el flaco que atendía el local.

-          No, no hace falta – le dijo medio dubitativa.

-          Bueno, si me necesita, estoy en el escritorio – dijo el pibe y volvió a sentarse en una silla de madera mientras se cebaba unos mates.

 

                        Melody siguió buscando, libro por libro, sin que se le escapé nada, pero no encontraba lo que deseaba, incluso volvió a revisar cada libro por las dudas. Estaba a punto de irse del local, pero por ahí el vendedor sabía de algún libro que no estaba en ese stand y a lo mejor lo tenían guardado en un depósito.

 

-          Disculpa – le dijo al empleado.

-          ¿Sí? –

-          Sabes de algún libro que tenga que ver con los sueños porque no encuentro ninguno que se relacione con lo que estoy buscando. -

-          Mmmm, eso es todo lo que tenemos. Disculpa – le dijo el flaco que estaba tarareando un tema de rock nacional.

-          Que lastima. Bueno, muchas gracias. Chau – se despidió ella y se diomedia vuelta.

-          ¡Espera! – le gritó el pibe y Melody se detuvo.

-          ¿Pasa algo? – le preguntó seriamente.

-          Conozco mucho sobre magia. Creo que los libros me delatan, pero también esto – y con las dos manos el vendedor hizo una bola de aire. Melody se quedó estupefacta, sin poder creer lo que estaba viendo.

-          ¿Cómo hiciste eso? ¿Hay algún objeto que te ayude? – le preguntó Melody que no sabía cómo disimular el asombro: los ojos y la boca estaban bien abiertos.

-          No, es magia. Es biológico. Va, nacemos así – le explicó el pibe, pero ella todavía no podía creer lo que estaba viendo.

-          Eee… a ver ese otro hechizo – Melody quería probar si era un engaño o realmente existía la magia en el mundo. El pibe realizó un movimiento simple con la mano izquierda y dijo la frase “Levito” para acercarse un libro de los tantos que había en los estantes. Melody abrió aún más la boca y los ojos.

-          Faaa… entonces es verdad. Esto no puede ser cierto. Tiene que ser un sueño – ella siguió sin poder creer lo que estaba presenciando. ¿Era un sueño? ¿Le estaban haciendo un chiste de mal gusto? ¿Estaba enloqueciendo?

-          O sea nunca conociste a una persona mágica – dijo el vendedor como alguien que se mandó una terrible cagada.

-          Disculpa, me tengo que ir. Adiós – Melody se volvió a dar vuelta y quería olvidarse de la situación lo más rápido posible.

-          ¡Espera! – le gritó el presunto mago. Melody se quedó quieta esperando lo peor. Sin embargo, el mago le extendió un silbato con forma de cóndor patagónico.

-          ¿Por qué me das esto? – preguntó ella que no quería sonar maleducada.

-          Si tenes problemas de índole mágico, usa el silbato y me comunicare contigo. Es un golpe muy fuerte descubrir la existencia del mundo oscuro (así le llaman al mundo mágico) – le explico el pibe. Finalmente, Melody se decidió a tomar el silbato.

-          Muchas gracias. Si preciso ayudo, lo sabrás – ella se retiró y el muchacho volvió a sentarse en la silla del único escritorio que había en la librería.  

 

                        Melody se encontró con Valen y en un Havanna que estaba sobre la Avenida Bunge. Necesitaba tomarse un buen café con el frío que estaba haciendo, aunque le vendría mejor un whisky después de lo que vivió.

                        En el Havanna, Melody pidió un alfajor de chocolate con 70% de cacao, que era su preferido, y un café italiano grande. Mientras tomaba el café, pensaba si el flaco de la librería la estaba engañando y la quería secuestrar, pero luego pensó por cuál razón le daría un silbato con forma de cóndor. Es obvio que el silbato tenía algo mágico porque, de lo contrario, no serviría de nada.

 

-          Valen, ¿Cuál fue tu reacción cuando te enteraste de que existe la magia? – preguntó Melody y Valen dejó de tomar el capuccino.

-          Y mira… quede en shock sin saber qué decir ni que hacer – le respondió Valen que le dio un sorbo largo a su cappuccino.

-          Ah bueno… entonces no fui la única – Valen la miró de forma extraña sin entender porque su amiga le había dado esa respuesta.

-          ¿Pasó algo? – Melody miró para un costado y le dio un sorbo a su mocca.

-          Melody… no te hagas la boluda – Valen clavó la mirada en su amiga e iba a permanecer así hasta que le respondiera, por más que su capuccino se enfriara.

-          No pasó nada en serio –

-          Y ¿por qué me hiciste esa pregunta? – Valen seguía sin pestañear y podía estar todo el día así con tal de que su amiga le diga la verdad.

-          Ahhhh… fui una librería recién porque me llamó la atención un par de libros y resulta que el pibe que atendía el local era una persona “mágica”. ¿Contenta? – Melody se cruzó de brazos mientras su amiga se regocijaba de satisfacción.




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