Siempre el mismo sueño

Mundo agradable

El momento que tanto habían esperado los Rratieturanos finalmente había llegado. Ventis pensaba que iba a estar feliz, entusiasmado, pero le pasaba todo lo contrario. Sentía culpa por cómo le había mentido a Melody y por otro lado sentía lástima por las vidas de otras personas que no tenían la culpa de nada.

No estaba totalmente convencido de hacer ese hechizo. ¿Era ese hechizo la única respuesta para salvar al planeta? ¿Qué otras vías y otros medios tenían para cumplir con el propósito de los Rratieturanos? ¿No podían buscar otra forma mucho menos invasiva y agresiva?

Ya se acercaba la hora del famoso hechizo. Todas las comunidades que conformaban la Rratieturan se iban a congregar. 5 hechiceros, incluidos el Kalian y Ventis, fueron los elegidos para realizar el hechizo que salvaría al planeta Tierra, el único planeta en el que vive el ser humano. Era su destino en la vida y su único propósito. Ventis sabía que no podía echarse atrás a tan pocos minutos de realizar el hechizo.

No obstante, el joven tenía miles de dudas y no estaba seguro de realizar ese hechizo. Seguía pensando que tenía que haber otra forma y que, si no había, la iban a seguir buscando. Personas, como Melody o sus amigos, no tenían la culpa de nada. ¿Realmente salvarían al planeta de esa manera?

Mientras Ventis pensaba todas esas cosas sentado en su cama, se le acerca el Kalian quien le da una gran sonrisa, algo raro en él.

- Ventis, ya sé que estás dudando, pero esto es para lo que nacimos. Esta es la única forma de hacerlo – le dijo el viejo como si le estuviera leyendo la mente.

- ¿Realmente es la única? Tiene que haber otras – el Kalian se sentó al lado de Ventis y pasó uno de sus brazos por el hombro y lo acercó a él.

- ¿Vas a echar todo a perder solo por una desconocida? – le preguntó el viejo, levantando un poco el tono de su voz.

- No… solo digo… que habría que reconsiderar las formas que tenemos – el cuerpo se le estaba tensando a Ventis. Tenía que elegir con cuidado sus palabras.

- Estuvimos años, incluso siglos, buscando el hechizo de Ciojui Nafil. Desde que se fundó la Rratieturan con un único fin: salvar al planeta de la mano humana. La humanidad no tiene remedio. Hay que extirparla para salvar al planeta – el Kalian lo miraba fijo a los ojos al joven frotándole el hombro.

- Lo único que digo es que hay personas buenas. No podemos generalizar. Tiene que… -

- Ventis. La humanidad ya no tiene salvación. Mira todas las atrocidades que está cometiendo. Está destruyendo a este mundo. Nosotros somos la única salvación – la mirada del Kalian era tan fría y dura como una estatua. Ventis nunca lo había visto mostrando emociones. ¿Alguna vez fue feliz?

- Si usted lo dice – el líder se levantó y se detuvo en la puerta.

- Te espero en la ceremonia – el viejo se retiró y el joven se tiró en la cama y cerró los ojos. Seguía sin estar convencido de hacer el hechizo, pero no tenía más opción.

Ventis se puso el atuendo que se usa para las ceremonias, el cual era simple: un poncho celeste con un dragón blanco (Aurelio) en el medio y unos pantalones holgados de color blanco, todos hechos de lana. Cada uno de los magos estaba ubicado según los puntos cardinales: el hijo de Finox, vestido de rojo y amarillo con un fénix, estaba en el oeste, el hijo de Aguos, vestido todo de azul con un delfín, estaba en el sur, y el hijo de Tierron, vestido de marrón y verde con un ciervo, se ubicaba en el punto este. Ventis estaba ubicado en el norte. El Kalian, y también líder de los Lumin, estaba vestido todo de blanco y estaba en el medio del círculo. Cada hijo y representante de la comunidad llevaba un colgante que representaba a un guardián elemental. El círculo donde se iba a realizar el hechizo estaba iluminado por luces con colores que representaban a cada una de las comunidades.

La luna llena imponía su presencia e iluminaba todo el cerro de los siete colores y su esplendor. Las miles de estrellas decoraban el cielo y el viento soplaba sin estorbar. Era el escenario perfecto para una ceremonia de semejante envergadura. La cantidad de gente que se había congregado era impresionante. Nunca antes se habían reunido tantas personas para una ceremonia de la Rratieturan, ni siquiera para las fechas más importantes.

Los dialectos de las distintas comunidades se entremezclaban, al igual que los distintos tonos y acentos. Por lo que Ventis podía escuchar, había gente que estaba muy emocionada y feliz mientras que otros estaban muy preocupados y dubitativos. Estas últimas sensaciones son las que primaban entre los asistentes: preocupación y dudas.

El Kalian levantó las manos y pidió silencio, pero nadie le hizo caso al principio. Repitió el pedido sin éxito alguno unas 3 o 4 veces. Cansado de que no le hicieran caso, gritó tan fuerte que su grito se pudo escuchar hasta en Bolivia. Todos los asistentes inmediatamente hicieron silencio y el líder carraspeó, antes de empezar a dar su discurso.

- Rratieturanos, estamos aquí para presenciar lo que siempre estuvimos esperando desde que nacimos: la salvación del planeta. Nuestro queridísimo planeta Tierra ya ha sufrido demasiado y llegó la hora de que la dejen en paz. A lo largo de incontables años, la humanidad ha cometido miles de fechorías y pecados que han dañado la salud y la integridad de nuestro planeta. ¡LLEGÓ LA HORA DE LA SALVACIÓN! – se lo notaba entusiasmado el Kalian que siempre había soñado con que llegará ese momento.

Se escucharon los clamores de un grupo de asistentes, pero la mayoría solo dio un tibio aplauso. No había el nivel de emoción y de celebración que Ventis esperaba, a pesar de que era por el propósito por el cual vivían y luchaban.

El líder hizo gestos de silencio y esta vez se callaron todos de inmediato. Luego, clavó su mirada en cada uno de los magos y volvió a mirar al público.




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