Llegó el lunes, ese día no quería pararme de mi cama, quería seguir durmiendo todo el día; pero por mala suerte no podía, me duche, me vestí y saliendo de mi casa me encuentro con Sebastián recostado de su auto y se veía súper guapo. Se estaba acercando a mí con esa sonrisa en su cara que me derretía y mi corazón amenazaba en salirse de lo rápido que latía por los nervios.
-Hola mi princesa- dijo.
-Hola- le dije un poco confundida- ¿Qué haces aquí?
-Quería darte una sorpresa, quería llevarte a desayunar antes de ir a la uní ¿qué te parece?
-Si claro- dije con una sonrisa.
Subimos a su auto y lo puso en marcha, todo el camino estábamos en silencio; pero no era un silencio incómodo, al contrario, era un silencio que disfrutaba, Sebastián paró en un semáforo en rojo y le subió el volumen a la radio, sonaba una canción que me encanta "Cuando nadie ve" de Morat, no pude evitar tararear la canción cuando Sebastián me preguntó:
-¿Te gusta esa canción?
-No me gusta, me encanta- dije riéndome y él también se estaba riendo.
-En ese caso vamos a subirle más volumen, empezamos a cantar la canción juntos, hasta que llegamos a la cafetería, pedimos dos cafés y dos cupcakes, nos sentamos en una mesa y él rompió el silencio.
-Me encanta estar contigo- dijo con una sonrisa tierna- me encanta tu forma de ser tan libre y tan bella.
-A mi también me encanta estar contigo, tu forma de ser, también me encanta-dije con una sonrisa tierna.
-No sabía que cantabas tan bien, cada día me sorprendes- me ruboricé por completo ante sus palabras.
-Debo decir lo mismo cantas muy bien- soltamos unas carcajadas.
-Me encantaría quedarme así contigo; pero tenemos que ir a la uní- asentí.